Las guerras en Gaza y Sudán conducen a un récord de desplazamientos forzados en el mundo
Casi 76 millones de personas permanecían fuera de sus hogares a finales de 2023 a causa de conflictos armados o desastres naturales, según la autoridad mundial que analiza este fenómeno
Las imágenes de hombres, mujeres y niños escapando de bombardeos y asesinatos a pie de calle en Sudán y luego en Gaza han ilustrado buena parte de las noticias del último año. De igual modo, ha ocurrido con las víctimas de inundaciones, terremotos y despiadadas sequías en China, Turquía o el cuerno de África. Detrás de esas imágenes se esconde una preocupante realidad: la de 46,9 millones de personas que por primera vez en 2023 tuvieron que abandonar sus hogares, y en la mayoría de ocasiones, también sus ciudades o pueblos, por cuestiones bélicas o medioambientales. Muchos, más de una vez. Sumados a quienes ya vivían en esta situación, en el mundo hay 75,9 millones de personas que viven desplazadas por causa de fuerza mayor frente a los 71,1 millones del año anterior. Es un nuevo récord desde que hay registros, según el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC por sus siglas en inglés), la fuente autorizada mundial de datos y análisis sobre este fenómeno, que publica este martes su informe anual.
El Observatorio, dependiente del Consejo Noruego de los Refugiados (NRC), mide dónde están, cuándo y hacia dónde se movieron las Personas Desplazadas Internas o IDP, aquellas que emigran contra su voluntad, pero que no llegan a salir de las fronteras de su país, al contrario que los refugiados. “Millones de familias están viendo sus vidas destrozadas por el conflicto y la violencia. Nunca antes habíamos registrado tantas personas obligadas a abandonar sus hogares y comunidades. Es un veredicto condenatorio sobre los fracasos de la prevención de conflictos y la pacificación”, ha expresado en un comunicado Jan Egeland, secretario general del NRC.
Medir el fenómeno es importante porque ayuda a comprender el estado del mundo, según Vicente Anzellini, coordinador del informe. “Son datos que sirven para conocer el estado de resolución de los distintos conflictos, la resiliencia de un país a los desastres naturales o los efectos del cambio climático. Comparados con otros datos socioeconómicos y de desarrollo, proveen una perspectiva útil”, explica el experto.
En esta ocasión, los datos dicen que el mundo es más violento. De los casi 76 millones de IDP que hay en el mundo, la mayoría ―68,3 millones― escapó de un conflicto o de un contexto de violencia, y un tercio de ellos pasó por esta situación por primera vez en 2023. Suponen un 28% menos que el año anterior, principalmente porque se produjeron menos movimientos en Ucrania, donde los frentes de guerra se han mantenido bastante estáticos. No obstante, la cifra total es un 70% superior a la de hace una década.
Ayudó la crisis de Sudán, el país con mayor número de nuevos desplazamientos: seis millones, el segundo movimiento de población jamás registrado por detrás del que generó la invasión rusa en Ucrania en 2022. En total, alberga a 9,1 millones de desplazados internos: el número más alto del mundo. Junto a República Democrática del Congo (RDC), ambos países africanos aglutinan la mitad de los desplazamientos del último año. Siria, Colombia, Yemen, Ucrania y Gaza también han contribuido a engrosar esta cifra.
Huir de casa varias veces
Llama la atención el caso de Gaza. Desde el 7 de octubre, cuando Israel inició su ofensiva sobre la Franja en respuesta a los atentados de Hamás, se han registrado 3,4 millones de movimientos forzosos, cuando la población es de 2,3 millones de habitantes. Es decir, que muchos de ellos huyeron de la violencia no una, sino dos o más veces. Al cierre del año, el 83% de la población del enclave palestino se encontraba desplazada. La cifra es ligeramente inferior a la de RDC (3,7 millones), pero este país tiene 100 millones de habitantes.
La violencia exacerbada que reflejan los resultados del IDMC conducirá a un empobrecimiento futuro, porque los afectados son personas que se hunden en una situación de necesidad que antes no sufrían, agrega Anzellini. El experto resalta como agravante la naturaleza cíclica del fenómeno. “A medida que alguien se tiene que desplazar repetidamente, su resiliencia financiera se resiente, así como su modo de vida, y eso lleva a un empobrecimiento que repercutirá a más largo plazo y con mayor profundidad”. Por ejemplo, en Gaza más del 60% de las casas están dañadas o han desaparecido, por lo que incluso si los ataques israelíes terminasen, los gazatíes tardarán muchos años en recuperar sus condiciones de vida anteriores.
Uno de los impactos más claros del desplazamiento forzado, pero bastante intangible, es el que sufren las generaciones futuras. “¿Qué va a pasar con los millones de niños desplazados? ¿Qué repercusiones tiene que hayan tenido que dejar de ir al colegio? No lo sabemos, pero seguro que limitará sus oportunidades de un futuro prometedor”, reflexiona Anzellini. Otra repercusión se ve en la soberanía alimentaria. “Cuando tienes millones de personas que trabajan la tierra o en las cadenas de suministro de comida y se ven obligadas a desplazarse, eso tiene una repercusión económica, social y nutricional gigantesca y a mucho más largo plazo”, añade.
Además, los IDP son personas que no están consideradas en el Estatuto de los Refugiados de 1951 porque no han salido de las fronteras de su país, así que no disponen de medidas de protección internacional. Y eso pese a que su número (50,8 millones) sigue siendo más numeroso que el de refugiados (29,4 millones, según Acnur, el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados. “Este es un fenómeno que implica la responsabilidad nacional y gubernamental de un país, pero no hay ningún marco internacional vinculante que ponga en la agenda internacional la conversación sobre qué deben hacer los países para responder a las poblaciones de IDP”, señala el experto, cuya organización reclama soluciones duraderas para este colectivo.
El Niño da la vuelta a las estadísticas
Los desastres naturales provocaron 26,4 millones de nuevos desplazamientos en 148 países, el tercer total más alto de la última década. A finales de año, quienes seguían en esta situación eran al menos 7,7 millones de personas. China y Turquía aglutinan un tercio de todos esos movimientos, pero también resultaron muy dañados países de renta alta como Canadá o Nueva Zelanda, que comunicaron las cifras más altas de su historia.
Es un dato contradictorio. Por una parte, el número de desplazados por desastres naturales aumenta a un ritmo más rápido y afecta a casi todo el globo. Se trata, de hecho, de otro nuevo récord en la última década. Sin embargo, por otro lado, los movimientos registrados en 2023 supusieron un tercio menos que en el año anterior. La explicación en parte viene del cambio de ciclos climáticos: en 2022, La Niña afectó a las temperaturas, al nivel de precipitaciones o al riesgo de ciclones y tormentas tropicales que desencadenaron enormes movimientos de población en Mozambique, China o Pakistán. Mientras, 2023 ha sido el año de El Niño, que ha causado menos tormentas e inundaciones en Asia, donde hay mayor concentración de población, pero que ha provocado más en el Cuerno de África y últimamente en Brasil. Las inundaciones fueron el fenómeno más dañino. Afectaron a 9,8 millones de personas, sobre todo en esa región africana, con 2,9 millones de movimientos.
Le siguen los terremotos, que propiciaron 6,1 millones de desplazamientos, la mayor cantidad desde 2008. Los seísmos de Turquía y Siria, en febrero, y el de Marruecos, en septiembre, fueron los más graves, con 4,7 millones de afectados, seguidos de los de Filipinas y Afganistán. Además, dos tercios de los nuevos desplazamientos de 2023 causados por incendios se debieron a los registrados en Grecia y Canadá, con 103.000 y 185.000 afectados respectivamente.
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