Turquía y Grecia impulsan un acercamiento con la firma de tres acuerdos económicos
La conversión a mezquita de la iglesia bizantina de San Salvador de Cora, que funcionaba como museo, empaña la visita pero no enturbiará el “diálogo” de ambos países
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, recibió este lunes en Ankara al primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, para tratar de impulsar la reconciliación y mejorar las relaciones entre ambos países después de una época de tensiones. La delimitación del espacio aéreo, las aguas territoriales y las zonas de explotación en el mar Egeo y Mediterráneo; la soberanía de algunas islas; los derechos de las minorías griega y turca en cada uno de los dos países y el conflicto de Chipre —en el que ambos están involucrados, con la mitad norte de la isla ocupada por Turquía— son cuestiones pendientes cuya resolución no parece a la vista. Pero, entre tanto, ambos gobiernos están dispuestos a incrementar la cooperación en los temas que no presentan fricciones para crear una atmósfera más positiva.
“Pese a nuestra diferencia de opiniones, nos centramos en crear una agenda positiva”, afirmó Erdogan en la rueda de prensa posterior al encuentro. “Estamos decididos a mantener esta atmósfera y a dar pasos para mejorar las relaciones, que a su vez contribuirán a la estabilidad de la región”, dijo, por su parte, Mitsotakis. “Esto ya está teniendo resultados, por ejemplo, en la economía. Las inversiones han aumentado y el volumen de intercambios comerciales se ha incrementado”, añadió el dirigente griego. Los líderes turco y griego firmaron tres acuerdos, uno de ellos para instituir un consejo empresarial entre las cámaras comerciales de ambos países que permita doblar el comercio bilateral anual hasta los 10.000 millones de dólares.
La visita, sin embargo, se ha visto empañada por la apertura al culto musulmán de una iglesia bizantina, San Salvador de Cora (o Kariye, en turco), hasta ahora museo. Una polémica que ambos dirigentes trataron en su reunión. “He expresado abierta y francamente que la nueva apertura al culto de Cora es algo que nos molesta. Estos monumentos pertenecen a toda la humanidad”, dijo Mitsotakis, mientras que Erdogan justificó que la nueva restauración permite tanto su uso para la oración musulmana como la entrada de visitantes para admirar su interior.
La iglesia de San Salvador, edificada en el siglo XI, es uno de los mayores ejemplos del arte bizantino que se conservan entre los muros de la antigua Constantinopla y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 junto a otras áreas históricas de Estambul en buena medida por sus inigualables mosaicos y frescos de los siglos XIV y XV. El templo fue convertido en la mezquita de Kariye después de la conquista otomana de la ciudad y así permaneció hasta que fue desacralizado y convertido en museo a mediados del siglo pasado.
De museo a mezquita
Sin embargo, como ocurrió con la conversión a mezquita de la basílica-museo de Santa Sofía, el Consejo de Estado en 2019 atendió una vieja demanda iniciada en 2005 por una asociación islamista y se invalidó el decreto que convertía a Kariye en museo. Al año siguiente, poco después de la apertura de Santa Sofía al culto musulmán —pese a las quejas de conservacionistas y organismos internacionales—, Kariye corrió la misma suerte y fue declarada mezquita por el Gobierno. Debido a los trabajos de restauración de los mosaicos y de adecuación a su nuevo uso, ha permanecido cerrada durante los últimos cuatro años, hasta que, el pasado 6 de mayo, fue reinaugurada por el propio Erdogan, en una acción que los medios locales consideran un mensaje a su electorado más conservador, parte del cual ha comenzado a abandonar su formación por el más islamista Nuevo Partido del Bienestar (YRP).
Ya en 2020, la presidenta griega, Katerina Sakelaropulu, tachó la conversión de una “flagrante violación de la Convención del Patrimonio Universal de la Unesco” y de “acto de violencia simbólica dictado por la arrogancia política”. La apertura de Kariye como mezquita ha vuelto a levantar ampollas en la vecina Grecia y el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado de condena. También Mitsotakis se mostró crítico y aseguró que trataría con Erdogan la posibilidad de “revertir” la situación, si bien subrayó que era necesario “mantener los canales de diálogo abiertos”. La principal formación opositora en Grecia, la izquierdista Syriza, en cambio, considera que la reacción es “insuficiente” y que el Gobierno heleno “debe emprender acciones diplomáticas contra la nueva provocación turca”.
Lo cierto es que el Gobierno de Syriza encabezado por Alexis Tsipras (2015-2019) mantuvo buenas relaciones con Erdogan que permitieron un acercamiento en cuestiones espinosas. La llegada del conservador Mitsotakis y la agresiva política turca en el Mediterráneo central —así como las alianzas tejidas por Atenas con Israel, Francia, Chipre, Egipto y Emiratos Árabes Unidos para contener a Ankara— inauguraron un nuevo periodo de tensiones que, poco a poco y a medida que Turquía se ha ido reconciliando con sus vecinos, ha remitido.
Los medios turcos consideran que la visita de Mitsotakis, unida al viaje de Erdogan a Atenas el pasado diciembre, han inaugurado un periodo de fortalecimiento de los contactos similar al vivido a inicios de la década de los 2000. Entonces, el empuje lo dio la ayuda mutua prestada tras los terremotos sufridos por ambos países en 1999, y esta vez también ha contribuido la rapidez con que los griegos se volcaron en auxiliar a Turquía tras el terremoto sufrido el año pasado. De hecho, otro de los acuerdos firmados este lunes en Ankara pretende fortalecer la cooperación y la asistencia en casos de desastres naturales.
Otra cuestión que ha contribuido al deshielo entre los dos vecinos ha sido el retorno y aumento de las conexiones marítimas entre la costa oeste de Turquía y las islas orientales del Egeo, que habían sido suspendidas durante la pandemia. Además, se ha relajado la necesidad de visados para los ciudadanos turcos que visitan estas islas. Las periódicas encuestas conjuntas que realizan los think tanks ELIAMEP, griego, e IPC, turco, muestran que la sociedad de ambos países se siente más cercana de lo que, en ocasiones, muestran sus dirigentes.
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