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Israel diseña una respuesta a Irán que cuente con el apoyo de Estados Unidos

El Gobierno de Netanyahu busca que Teherán pague un precio diplomático mientras sopesa una represalia militar. Los aliados occidentales del Estado judío le piden “contención”

Un cartel contra Israel este lunes en una calle de Teherán, la capital de Irán.Foto: MAJID ASGARIPOUR (VIA REUTERS) | Vídeo: Reuters

Por segundo día consecutivo, el gabinete de guerra de Israel ha analizado durante horas cómo responder al ataque iraní del sábado con más de 300 drones y misiles. Aunque no ha comunicado una decisión y volverá a reunirse este martes, diseña ya una respuesta que pueda contar con el apoyo de Estados Unidos, según la información que ha trascendido de la reunión y que recogen medios israelíes. El domingo, el presidente Joe Biden había señalado al primer ministro Benjamín Netanyahu que se conformara con el éxito que supuso la intercepción del 99% de los proyectiles, porque la respuesta militar que había prometido podría incendiar aún más la región. Mientras sigue sopesando la parte militar de la respuesta, el Gobierno israelí se centra en reclamar que Teherán pague un precio diplomático, en forma de nuevas sanciones contra su programa de misiles balístico. Y, sobre todo, como pide el ministro de Exteriores, Israel Katz, que la Unión Europea declare organización terrorista a la Guardia Revolucionaria, el ejército paralelo que comandó el primer ataque de Irán contra suelo israelí, en represalia por el bombardeo que mató dos semanas antes en Damasco a siete miembros de la Guardia Revolucionaria.

Netanyahu había dejado muy claro la semana pasada cuál sería el precio de un ataque directo contra territorio israelí: el equivalente en Irán. Se hizo fotografiar con un cazabombardero especializado en ataques a larga distancia y profirió amenazas día sí, día también. La conversación con Biden (y las informaciones sobre la coordinación previa de Teherán con sus vecinos y con Washington para limitar el ataque, que no causó muertos ni apenas daños materiales) parecen haber frenado el ardor guerrero.

Aun así, “el estamento de seguridad está presionando para que se dé una respuesta militar, y parece que el primer ministro Benjamín Netanyahu también se inclina por apoyar ataques contra Irán”, asegura una fuente cercana a las negociaciones que cita el diario israelí Haaretz. Esa fuente ha señalado, sin embargo, que “la fuerte presión internacional ejercida sobre Israel influye mucho en la toma de decisiones” sobre qué respuesta adoptar.

Según el canal 12 de la televisión israelí, el gabinete de guerra ha debatido este lunes varias opciones que supongan a la vez una represalia “dolorosa”, pero no desencadenen una guerra regional. Una de ellas sería atacar instalaciones iraníes, por ejemplo las de la industria petrolera estatal, pero intentando no causar víctimas mortales. Netanyahu ha convocado además para este martes a los principales líderes de la oposición, entre ellos, el anterior primer ministro israelí, Yair Lapid, para tratar de recabar el máximo apoyo interno para los próximos pasos.

Mientras tanto, Israel ha empezado a revertir las instrucciones especiales de seguridad que dio a la población poco antes del ataque y que había prorrogado inicialmente hasta última hora del día. El Ministerio de Educación adelantó ya este lunes la reanudación gradual de la actividad educativa en colegios, escuelas infantiles y universidades en la mayor parte del país. La prohibición de reunirse en público para más de mil personas también se ha relajado.

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“Es hora de debilitar al régimen iraní, proscribir a la Guardia Revolucionaria como organización terrorista e imponer sanciones devastadoras al programa de misiles iraní”, ha transmitido Katz a sus homólogos británico, David Cameron, y francés, Stéphane Séjourné, en una conversación telefónica, según escribió en su cuenta de Twitter. Cameron, que tiene previsto viajar a Israel el miércoles, ha aludido este lunes a esas posibles sanciones e incluso propuesto que el G-7 (las siete grandes potencias industriales democráticas) las apruebe de forma conjunta para “aumentar la presión” sobre Teherán, al que ha definido como “el actor maligno en la región”. De madrugada, Robert Wood, embajador adjunto de Estados Unidos ante la ONU, había anunciado a su vez ante el Consejo de Seguridad que su país “explorará medidas adicionales en los próximos días para que Irán rinda cuentas”.

Los esfuerzos diplomáticos se centran ahora en que la respuesta de Israel no provoque la escalada bélica a gran escala que teme la comunidad internacional. El presidente de Francia, uno de los países que colaboró en frenar el ataque iraní, Emmanuel Macron, ha vinculado este lunes en una entrevista de forma implícita la aprobación de nuevas medidas de castigo diplomático contra Teherán con los esfuerzos para que Israel no bombardee Irán.

“Hay que convencer a Israel de que no hace falta responder [al ataque iraní], sino aislar a Irán y convencer a los países de la región de que es un peligro, incrementar las sanciones, reforzar la presión sobre las actividades nucleares y encontrar un camino de paz en la región”, ha sostenido. Uno de los principales temores de Israel es precisamente que Irán llegue a desarrollar armas nucleares, que podría cargar en algunos de los misiles balísticos con los que ya cuenta. Uno de los posibles blancos que sopesan los expertos desde hace años son precisamente las instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio, que tiene fines civiles, según Teherán. Occidente desconfía y es el motivo de algunas de las sanciones que ya pesan sobre Irán.

Desde Teherán, el mensaje que no dejan de reiterar las autoridades es que dan su venganza por concluida, siempre que Israel no devuelva el golpe. El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hosein Amir Abdolahian, ha reiterado este lunes que su país “no busca aumentar la tensión” pero que “responderá inmediatamente y con más fuerza que antes” si Israel ataca Irán.

“Contención”

La disposición a adoptar nuevas sanciones contra Irán y la condena prácticamente unánime en Occidente del ataque está yendo, sin embargo, de la mano de llamamientos a la “contención” también a Israel. Incluso de sus principales valedores. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha dicho que “debe contribuir también a desescalar [el conflicto]”, y Estados Unidos le insta a no responder militarmente. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha señalado este lunes que “en las 36 horas transcurridas desde el ataque, hemos estado coordinando una respuesta diplomática para tratar de evitar una escalada. La fuerza y la sensatez deben ser caras distintas de la misma moneda”.

El portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, ha reiterado en una entrevista a la cadena CNN lo afirmado por Biden a Netanyahu el domingo. “Solo porque Irán haya llevado a cabo este ataque sin precedentes, que nosotros y nuestros socios israelíes y otros socios hemos frustrado, no significa que debamos aceptar una escalada constante en la región. El presidente [Biden] no va a aceptarlo, quiere que las cosas se calmen”, ha dicho Kirby. El portavoz ha negado luego que Irán hubiera informado a EE UU ni del momento del ataque ni de sus objetivos, si bien ha reconocido que ambos países se intercambiaron mensajes sobre este.

También el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, ha reclamado a su vez “contención a todas las partes” y anunciado una llamada a Netanyahu para expresarle su “solidaridad con Israel frente a este nuevo ataque y discutir con él cómo evitar una escalada del conflicto”, ha dicho en una intervención ante la Cámara de los Comunes, informa desde Londres Rafa de Miguel.

Los llamamientos a la contención que, de alguna manera, sitúan a Israel y a Irán en el mismo plano simbólico son un revés para el Gobierno de Netanyahu. Quizás por ello, sus socios occidentales se cuidan mucho de acompañar las peticiones de prudencia con diatribas contra el régimen de Teherán, al que tratan como un Estado paria. Israel tiene mucho más que perder en términos diplomáticos que Irán, más aún con su imagen internacional ya erosionada por la guerra de Gaza, en la que han muerto ya casi 33.800 personas, según los datos del Ministerio de Sanidad de la Franja gobernada por Hamás.

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