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Silvio Berlusconi ha vuelto (a librerías y plataformas)

Casi un año después de la muerte del magnate y ex primer ministro, un libro de gran éxito y una serie en Netflix reivindican su legado político

Silvio Berlusconi
Partidarios de Silvio Berlusconi exhiben carteles con su imagen durante el funeral de Estado por su muerte, el 14 de junio de 2023 en Milán.Claudio Furlan/LaPresse (LAPRESSE)
Daniel Verdú

Los muertos, especialmente aquellos que vivieron como si nunca tuviesen que morir, tardan en marcharse completamente. Más todavía, si su vida pasada puede ser también un negocio editorial o audiovisual. En el caso de Silvio Berlusconi, un maestro en esa materia, se ha abierto ya la veda.

El médico de Il Cavaliere solía bromear con su inmortalidad. El magnate y ex primer ministro de Italia había sorteado todo tipo de problemas de salud. Pero también había logrado que, tras decenas de escándalos sexuales y de acusaciones de corrupción, la única condena en firme por la que tuviera que responder fuera la de fraude fiscal. El mito de su indestructibilidad, sin embargo, llegó a su fin el pasado 12 de junio en el hospital de San Raffaele de Milán, donde falleció a los 86 años. Casi un año después, su insustituible presencia sigue flotando en el aire político y empresarial de Italia y regresa ahora con más fuerza a través de la publicación de un libro que reivindica su legado y de una serie en Netflix que reconstruye de forma quirúrgica y trepidante, a través de tres capítulos, su llegada al poder.

La primera secuencia de la serie muestra a un joven Silvio Berlusconi preparándose para la entrevista en un plató con su amigo Mike Buongiorno. Está tranquilo, bromea. El presentador, que llegó a ser íntimo del dueño del canal donde se emitía la charla, le tutea. Il Cavaliere, ataviado con un elegante esmoquin, pide que le coloquen bien el pelo. Cuando se enciende la luz verde de la cámara, Mike dispara: “Te ocupas de televisión, cine, distribución, construcción, del mundo editorial, de fútbol… No sé cómo lo haces. Pero, ¿nunca has pensado en entrar en política?”. Berlusconi responde entonces: “Soy un hombre de hacer, así que déjame hacer bien el oficio que sé hacer, que es el de empresario”. Evidentemente, poco después cambió de opinión.

Viendo El joven Berlusconi (de Simone Manetti), es imposible imaginarse la Italia de hoy sin su presencia y contribución. En todos los sentidos. Por las imágenes de la serie documental desfilan sus amigos íntimos: Fedele Confalonieri (presidente de Mediaset), Marcello Dell’Utri (que estuvo en la cárcel condenado por una causa que salpicaba al propio Berlusconi y nunca dijo una palabra de más), Adriano Galliani (su hombre fuerte en el fútbol) o el último secretario del Partido Comunista, Achille Occhetto, que admite su derrota ante la audacia de El Caimán, como le bautizó el director Nanni Moretti, para cambiar la realidad cultural del país a través de la televisión. Berlusconi y su obra están tan vivos en la pantalla que cuesta creer que nadie esté ocupando ese espacio político que supo abrir el 26 de enero de 1994, cuando anunció su salto a la política en un histórico discurso de nueve minutos en prime time.

Además de la serie, las librerías han cubierto sus vitrinas estos días con un título bastante esclarecedor sobre la orientación de la obra: En nombre de la libertad. La fuerza de las ideas de Silvio Berlusconi (Piemme, 2024). El libro, de Paolo Del Debbio, que obviamente reivindica la construcción política del hombre que aparece en la cubierta, contiene un escrito inédito de Il Cavaliere y se ha convertido ya ―en su primera semana en la calle― en un éxito de ventas en librerías y en Amazon, donde ocupa el número uno absoluto entre las preferencias de sus clientes.

El prólogo del libro corre a cargo de su hija Marina, que cuenta las últimas palabras que intercambió con su padre a punto de morir. Ella, escribe, le dijo: “Como todos los hombres, te marcharás. Pero no desaparecerán jamás los ideales por los que te has batido”. No está claro si esos ideales fueron alguna vez colectivos y trascendieron a sus intereses privados, pero es evidente que el espacio político que representaba (Forza Italia) ha quedado huérfano.

Roberto D’Alimonte, politólogo y experto en sondeos, cree que “existe demanda” en ese espacio político: “El problema es que no hay una oferta clara. Es una oferta fragmentada y poco creíble. Y en la política actual, la oferta debe encarnarse en un líder con mensajes claros. Y aquí no hay líder. [Matteo] Renzi fracasó, [Carlo] Calenda también. Antonio Tajani [vicepresidente del Gobierno] lo está intentando, y lo está haciendo mejor de lo que parecía… pero veremos las elecciones europeas”, apunta.

Forza Italia, en manos hoy de Tajani (vicepresidente también del Partido Popular Europeo) es ahora un partido residual en Italia (con alrededor de un 8% de intención de voto). La polarización se ha extendido. Y los intentos por construir un espacio de centro, o más bien de centroderecha, que tomase el relevo de la Forza Italia de Berlusconi han sido, hasta ahora, en vano. Renzi, a quien Berlusconi siempre vio como una suerte de hijo bastardo que podía tomar las riendas de ese universo, lo intentó con su partido Italia Viva. Luego lo hizo también Calenda con Azione. Y ambos unieron fuerzas para crear un artefacto llamado El Tercer Polo. Pero ni siquiera lograron ponerse de acuerdo entre ellos.

La paradoja de la situación es que ese espacio a la deriva está siendo asaltado ahora hasta por la extrema derecha. “La propia [primera ministra, Giorgia] Meloni, si la observamos desde el apartado de la política internacional, tiene un acercamiento moderado a las principales cuestiones”, insiste D’Alimonte. “En parte, ella también está buscando ese espacio. Hoy, los moderados de centroderecha votan a Meloni; si no tuviera ese componente, no tendría un 27% de apoyo. Los italianos no se despertaron hace dos años como nuevos neofascistas. Es [el líder de la Liga, Matteo] Salvini quien apunta a ese electorado. Y creo que las elecciones europeas confirmarán la hegemonía de Meloni”. Una política, como casi todos los que configuran hoy el mapa italiano, hija de los proyectos del propio Berlusconi.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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