Senegal trata de cerrar su crisis política con la elección de un nuevo presidente
El opositor Diomaye Faye y el gubernamental Amadou Ba parten con opciones de victoria en unos comicios que se retrasaron un mes por el jefe de Estado saliente
Unos 7,3 millones de senegaleses están llamados este domingo a las urnas para elegir nuevo presidente. Después de tres años de inestabilidad provocada por los problemas judiciales del líder opositor Ousmane Sonko y un ciclo de protestas callejeras que provocaron una violenta represión, todo el país está en vilo ante unos comicios de resultados inciertos que tendrían que haberse celebrado el pasado 25 de febrero, pero que fueron retrasados por el presidente saliente, Macky Sall. De los 17 candidatos en liza, dos opciones se perfilan con fuertes aspiraciones de victoria: el opositor Bassirou Diomaye Faye y el candidato gubernamental Amadou Ba. Senegal confía en que estos comicios le permitan cerrar una crisis política que ha comprometido su reconocida estabilidad.
“Ha sido un largo combate para llegar a este día. Y nuestros líderes están aquí para llevarnos a la victoria final”. En la puerta de un lujoso hotel de Dakar, el joven Mamadou Sy irradiaba una alegría contagiosa el pasado 15 de marzo. Había venido hasta aquí para dar la bienvenida a los líderes opositores Ousmane Sonko y Diomaye Faye, liberados de prisión el día antes y que se disponían a dar su primera rueda de prensa tras largos meses de encierro. En un tono más moderado de lo habitual, insistieron en que lo importante ahora es ir a votar y mantenerse vigilantes para evitar cualquier tipo de fraude. Huelen sus opciones de victoria. Cada mitin, cada caravana, cada acto de campaña se ha convertido en un baño de masas. El ambiente era eléctrico. “Ha llegado la hora de la justicia, no de la revancha”, dijo Sonko.
A sus 43 años, Diomaye, como le conocen los senegaleses, representa el cambio que ansían miles de jóvenes senegaleses. Licenciado en Derecho y funcionario de la Administración pública, fue cofundador en 2015 del partido de Los Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef), del que ha sido secretario general. La anulación de la candidatura de Sonko, su amigo y compañero de viaje político, debido a sus dos condenas judiciales, le ha situado en el primer plano, pero ambos funcionan como un tándem. Su lema de campaña es “Diomaye mooy Sonko” (Diomaye es igual a Sonko, en wolof, la lengua nacional) y en los carteles de campaña aparece el rostro de ambos.
Este viernes, cuando la campaña llegaba a su fin, una última decisión ha venido a apuntalar aún más sus opciones de victoria: el Partido Democrático Senegalés (PDS), cuyo candidato Karim Wade quedó excluido de la carrera presidencial por tener la doble nacionalidad franco-senegalesa, pidió el voto para Diomaye. “Estoy convencido de que la renovación del Estado de derecho y la garantía de una justicia plenamente independiente son indispensables para construir un Senegal próspero y justo. La coalición Diomaye Faye ha adquirido fuertes compromisos en este sentido”, aseguraba Abdoulaye Wade, secretario general del PDS, mediante un comunicado.
Sin embargo, el último obstáculo que se alza entre la oposición y el poder se llama Amadou Ba, el delfín designado por Sall para sucederle y titular de la cartera de Economía y primer ministro durante esta última etapa. Las disputas internas en el seno de Benno Bokk Yakaar, la coalición gubernamental que ha dominado el paisaje político los últimos 12 años, le lastraron en un primer momento, y su falta de popularidad le puede pasar factura. Pero representa la continuidad de un proyecto sólido y cuenta con enormes apoyos entre las élites civiles y religiosas. “Necesitamos un Senegal en paz”, decía este jueves en un mitin en Ziguinchor. “Quiero que juntos podamos emprender las reformas necesarias para que nuestro país sea emergente en 2030″, añadía. Su experiencia de gobierno es su punto fuerte y la estabilidad que necesita Senegal, su mantra.
La partida se jugará entre Faye y Ba. El resto de candidatos están llamados a desempeñar un papel secundario, aunque podrían inclinar la balanza en un sentido o en otro en caso de una segunda vuelta electoral, que se produciría si ninguno de los aspirantes alcanza el 50% de los votos este domingo. Entre ellos destacan Idrissa Seck, que quedó en segundo lugar en las presidenciales de 2019 pero que ha perdido buena parte de su tirón en los últimos años, Khalifa Sall, exalcalde de Dakar procedente de la familia socialista, y Anta Babacar Ngom, empresaria y única mujer que opta al sillón presidencial. Distintas misiones de observación velarán por la limpieza del escrutinio, desde una de la Unión Europea hasta unos 1.000 voluntarios de la sociedad civil.
“Ya era hora de que llegara este momento. Estamos ansiosos por votar”, asegura Rama Wane mientras prepara bocadillos en el barrio de Medina para el momento de la ruptura del ayuno. La campaña y los propios comicios han coincidido con el Ramadán, el mes santo musulmán, lo que ha supuesto ciertos desafíos logísticos. Esta coincidencia se produjo por el retraso de las elecciones, que estaban previstas para el 25 de febrero pero que Sall decidió suspender por un conflicto entre el Parlamento y el Tribunal Constitucional relacionado con la proclamación de las candidaturas. Sin embargo, este último órgano obligó a su celebración antes del 2 de abril, fecha en la que el presidente saliente debe abandonar su cargo.
La inestabilidad de los últimos tres años, que se agudizó a partir del verano pasado cuando Sonko fue encarcelado y el Pastef ilegalizado, es uno de los factores que ha intensificado la salida de migrantes hacia Canarias. Los recortes de derechos y libertades, denunciados por organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch y la detención de más de 1.000 personas por participar en las protestas generaron un gran enfado y frustración entre los jóvenes. En los días previos a las elecciones, el Gobierno aprobó una ley de amnistía que ha permitido la liberación de cientos de opositores.
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