El Sinn Féin reclama a Londres y Dublín preparar ya la “conversación” sobre una consulta de unificación de Irlanda
La líder del partido republicano, Mary Lou McDonald, y la nueva ministra principal de Irlanda del Norte, Michelle O’Neill aseguran que el referéndum será durante esta década
Los tiempos están cambiando de modo acelerado, y conviene que todos los actores se preparen para otro escenario. Mary Lou McDonald, la presidenta del Sinn Féin —durante décadas el brazo político de la organización terrorista IRA—, y Michelle O’Neill, la republicana que ha hecho historia al ocupar el sillón de ministra principal de Irlanda del Norte, han exigido, con amabilidad pero con firmeza, a los Gobiernos de Dublín y Londres que comiencen a preparar la necesaria “conversación constitucional” que derive en una consulta sobre la unificación de Irlanda. Ambas están convencidas de que el referéndum se celebrará antes de que concluya esta década. Y las dos entienden, también, que el principal impulso del cambio debe proceder de la República de Irlanda. O como dicen ellas, del sur de la isla.
“Es clave planear este asunto, y el Gobierno irlandés debe comenzar ya con los preparativos”, exigía O’Neill este jueves en Londres ante decenas de corresponsales extranjeros convocados para escuchar a las dos políticas. “Tengamos ya esas conversaciones que debemos tener respecto a un posible cambio constitucional. ¿En qué se va a traducir en términos de educación y sanidad? ¿Cómo debe realizarse para que impulse el crecimiento de nuestra economía? ¿Cuáles son los beneficios potenciales? Si Dublín no crea ese entorno que nos permita invitar a otros a integrarse en esa conversación, habrá fracasado en su deber y responsabilidad”, decía.
La relevancia de un mensaje político —cualquier experto en comunicación lo sabe— es directamente proporcional a la importancia de quien lo transmite. El Sinn Féin lleva reclamando toda su historia la unidad de Irlanda. Pero la asistencia de decenas de corresponsales al Royal Overseas League, el club londinense donde la Asociación de la Prensa Extranjera había invitado a hablar a las número uno y dos del republicanismo irlandés, era la demostración de que se está fraguando —o al menos, esa es la percepción general— un cambio histórico en la isla. De momento, Irlanda del Norte tiene al frente de su Gobierno autónomo a una mujer republicana, algo impensable hace nada.
Irlanda debe celebrar elecciones generales en algún momento de aquí a un año, y el Sinn Féin, que ya fue el partido más votado en 2020, aspira a obtener una nueva victoria. Las dos formaciones históricas tradicionales, Fianna Fáil y Fine Gael (las dos caras de la misma moneda nacionalista, la primera algo más a la izquierda que la otra), formaron coalición de Gobierno para frenar el acceso al poder de McDonald. Las últimas encuestas, como la de Ipsos para el Irish Times, reflejan el peor nivel del Sinn Féin en los últimos tres años, con un descenso de sus apoyos en seis puntos porcentuales. Pero el sondeo señala también que los dos partidos tradicionales permanecen estancados, con lo que es fácil intuir que la tendencia al alza sigue favoreciendo al favorito. “Creo que estamos en el punto en que los votantes comienzan a preguntarse qué hará el Sinn Féin cuando llegue al poder. Quieren más detalles”, razonaba McDonald ante unos sondeos que admitía preocupantes pero susceptibles de un vuelco.
Londres y el principio del consenso
El primer ministro británico, Rishi Sunak, y el ministro para Irlanda del Norte, Chris Heaton-Harris, visitaron el pasado lunes Belfast para dar su apoyo a la reanudación de las instituciones de autogobierno de Irlanda del Norte. Sunak logró que los unionistas levantaran un bloqueo de dos años a la formación de un nuevo Parlamento y Ejecutivo autónomos, al tranquilizarles sobre su vínculo con el Reino Unido en la era pos-Brexit.
Esa victoria, sin embargo, ata de pies y manos al Gobierno conservador británico ante la idea de un posible referéndum. Tanto Sunak como Heaton-Harris descartaron de inmediato esa posibilidad, y reclamaron a los políticos norirlandeses ―especialmente a los republicanos del Sinn Féin— que se pusieran a resolver los problemas de los ciudadanos y metieran en un cajón la idea de la unificación de la isla.
El Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que llevó la paz a la región después de décadas de violencia sectaria, deja en manos del ministro para Irlanda del Norte (del Gobierno británico) la potestad de convocar una consulta “si en algún momento estima probable que una mayoría de los votantes está dispuesta a respaldar que Irlanda del Norte deje de ser parte del Reino Unido y forme parte de una Irlanda unida”. Votantes, se entiende, de uno y otro lado de la frontera invisible que hoy divide la isla.
“El ministro de Irlanda del Norte ha vuelto a decir que eso no va a ocurrir nunca. Creo que no es una posición realista. Es la posición del avestruz que esconde la cabeza en la arena. Va a haber un cambio, es evidente”, aseguraba McDonald este jueves. “El Acuerdo de Viernes Santo tiene ya 26 años, y entre sus cláusulas se encuentra la que establece la celebración de un posible referéndum. En algún momento, el Gobierno británico va a tener que dejar claro cuál es el umbral que debe alcanzarse para convocar una consulta. Hasta ahora no lo han hecho, pero van a tener que aportar claridad a esa cuestión”, ha exigido la líder del Sinn Féin.
Las encuestas más recientes (Ipsos B&A) muestran un respaldo a la unificación por parte de un 66% de los habitantes de la República de Irlanda, frente a apenas un 30% de los norirlandeses. Pero a ambos lados de la frontera hay una amplia mayoría de ciudadanos que entiende necesaria la celebración del referéndum.
“Esas cifras se han extraído en un contexto en el que ningún Gobierno ha hecho sonar aún el silbato para dar comienzo de modo oficial a la conversación”, señalaba McDonald. “Intuyo que, en el momento en que un Gobierno en Dublín dé ese paso, el debate y su impulso cambiarán”.
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