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Los tractores apuntan al Festival de San Remo

Uno de los presentadores del certamen italiano, tradicionalmente permeable a los conflictos políticos, invita a los representantes del movimiento de los agricultores a mostrar su descontento en el escenario

Sanremo Music Festival 2023
El actor Roberto Benigni, en el Festival de San Remo en la edición de 2023.ETTORE FERRARI (EFE)
Daniel Verdú

Pocos eventos son capaces de unir a un país como Italia, cuyas costuras entre regiones y latitudes asoman cada vez más claramente. Y no digamos ya, en esta época de redes sociales y plataformas, ante un programa de la televisión pública. San Remo, sin embargo, nunca fue un festival cualquiera. Musicalmente ha sido la cantera y el escenario principal de la música italiana y un modelo universal de certamen. Todos los grandes han cantado, crecido o ganado ahí. Es también el evento principal de la televisión pública transalpina, la piedra angular alrededor de la que se planifica toda la temporada. Las salvajes audiencias del año pasado —un 63% de la cuota de pantalla— condicionan toda la escaleta del año. Pero también ha sido siempre una fabulosa plataforma política. Este año, el primero en el que el partido de Giorgia Meloni ha entrado en el Consejo de Administración de la RAI, no parece que vaya a librarse del aroma a protesta política que, esta vez, llega desde el campo: el movimiento de los tractores intentará aprovechar el magnífico altavoz del concurso este jueves.

Los políticos saben que, si quieren seguir en los titulares y en los telediarios durante la semana que se celebra el evento en la ciudad costera de Liguria (noroeste del país), tienen que adaptar su discurso a los focos de la fiesta. El evento, que termina el sábado, siempre ha sido un feudo de la izquierda, que lo ha utilizado para protestar contra los ejecutivos de la derecha —Silvio Berlusconi fue uno de los objetivos favoritos de humoristas como Roberto Beningi— y para reivindicar derechos sociales para colectivos como la comunidad LGTBI. Por eso, la llegada de Meloni a la presidencia del Consejo de Ministros fue acompañada de la idea de despolitizar el evento —o volverlo menos hostil para su coalición— y evitar que absorbiese el ambiente de la calle. No está claro, sin embargo, a quién puede perjudicar ahora esta protesta.

El plan pasaba primero por el control de consejo de administración de la RAI y, en un inicio, por la sustitución de los presentadores del evento. Pero ni lo segundo se ha producido ni lo primero ha tenido la influencia suficiente para marcar el tono y la escaleta del certamen y Amadeus, uno los conductores —que este martes se ha declarado antifascista y ha cantado el Bella ciao en rueda de prensa—, ha invitado esta semana públicamente a los líderes de las protestas agrarias a subir al escenario del teatro Aristón de San Remo donde se celebra el concurso. “Es una protesta justa y sagrada por el derecho al trabajo. Si vienen, subirán al escenario”, anunció. Algo que su pareja como presentador, el cómico Fiorello, apoyó luego. Unas horas después de la invitación, el líder del movimiento de los tractores en Italia, Danilo Calvani, confirmó la presencia de algunos de esos representantes este jueves. Ese día también está previsto que la protesta llegue hasta Roma y los agricultores se concentren cerca del palacio Chigi, sede del Gobierno italiano.

El teatro ha sido sede de protestas desde los años ochenta. En 1984, por ejemplo, un millar de obreros de la siderúrgica Italsider se manifestaron a sus puertas contra el cierre de la fábrica en Génova-Conigliano. El presentador de aquella época, Pippo Baudo, hizo pasar a un grupo de aquellos obreros para que pudieran explicarlo ante toda Italia. En 1995, un obrero parado amenazó con tirarse de uno de los balcones del teatro, pero el propio Baudo se encargó de persuadirlo para que no lo hiciera. Más adelante, en la edición de 2000, conducida por el presentador Fabio Fazio, tuvieron espacio ganaderos que protestaban por la cuotas impuestas a la producción de leche desde Bruselas. Y en 2019, fue una representación de los chalecos amarillos franceses quienes robaron la escena a la música para llevar hasta Italia su protesta.

El año pasado la línea política vino marcada por la llegada de Meloni al poder y por la guerra en Ucrania. El día de la inauguración, de hecho, apareció por sorpresa el presidente de la República, Sergio Mattarella. Era la primera vez en la historia del evento que un jefe del Estado se presentaba en San Remo. Los partidos políticos protestaron. No sabían que eso iba a suceder. La dirección del programa aseguró que se debía a motivos de seguridad requeridos por el palacio del Quirinal. Y en esas, el jefe de Estado realizó una encendida defensa de la Constitución que algunos leyeron como una advertencia al actual Ejecutivo, que pretende modificar la norma fundamental para convertir Italia en un sistema presidencialista. El monólogo de Benigni, duro e hilarante a partes iguales, invocó con ironía el regreso del fascismo y los supuestos planes ocultos del Gobierno.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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