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La UE presiona a Orbán para que levante el veto húngaro a los fondos para Ucrania

Budapest maniobra para lograr concesiones dentro de un acuerdo para lanzar un salvavidas financiero a Kiev pero acusa a Bruselas de “chantaje”

Andrii Yermak
Andrii Yermak, jefe de gabinete de la presidencia ucrania (izquierda), y el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, este lunes en Úzhgorod.MINISTRY OF FOREIGN AFFAIRS AND (via REUTERS)

A la Unión Europea se le agota la paciencia con Hungría. Ha aumentado mucho el “nivel de frustración” de los Estados miembros con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y su bloqueo al salvavidas financiero para mantener a flote a Ucrania, que lleva casi dos años resistiendo la agresión rusa. Así lo apuntan tajantemente varias fuentes diplomáticas. En una semana clave para Kiev, varios líderes están lanzando la que podría ser la última advertencia a Hungría para que dé vía libre el jueves, en una cumbre europea convocada para abordar este asunto, a la aprobación de 50.000 millones de euros a cuatro años para Ucrania dentro del presupuesto comunitario. Bruselas presiona y negocia. Budapest, que ha mostrado este lunes señales de que —con condiciones y concesiones— podría aceptar un acuerdo, critica a la vez el “chantaje” de la UE. La acusación es mutua.

Varias capitales hablan ya de medidas extraordinarias sobre Budapest si mantiene el bloqueo sobre los fondos para Ucrania y la política de coacciones que ya ha convertido en su sello. Orbán se ha empeñado en vincular su decisión con que le liberen los fondos europeos que Bruselas mantiene retenidos por sus vulneraciones del Estado de derecho: en diciembre, en la víspera de la cumbre europea en la que se trataron temas clave para Ucrania, la Comisión descongeló 10.200 millones a Hungría, pero mantuvo retenidos 21.000 millones.

En los corrillos de las negociaciones sobre el salvavidas financiero para Ucrania, en las que el tono con Hungría ha sido cada vez más duro, se ha hablado de mantener retenidos a Budapest esos 21.000 millones. O de saltarse el turno de Hungría para presidir el Consejo de la UE —que debe iniciar en julio, hasta diciembre— y pasar directamente a Polonia, el siguiente Estado miembro en la lista. Pero ese es un proceso difícil y puramente simbólico. Además, algunos Estados miembros creen que es hora de poner sobre la mesa con seriedad el debate de reiniciar el proceso contra Hungría por vulneraciones del Estado de derecho, que podría derivar en que el socio más díscolo y afín a Rusia de la UE pierda sus derechos de voto. Pero esa decisión requiere unanimidad y eso también es difícil.

No ha llegado el momento de apretar el botón rojo, lanza una alta fuente comunitaria. “Para varios Estados miembros, el apoyo a Ucrania es una cuestión existencial, de supervivencia y de estrategia”, remarca la fuente. “Ahora hay más capitales que quieren ser más duras con Orbán, pero todavía hay margen de maniobra”, añade. De momento, si no hay acuerdo, se tratará de dejar claro que Hungría es un país completamente aislado: Veintiséis socios contra uno. Y eso tendría efectos no solo políticos, sino económicos, por ejemplo, hacia la credibilidad del país, señala un diplomático europeo.

Mientras, un documento de análisis interno del Consejo Europeo sobre la economía húngara, que describe su altísima dependencia de los fondos comunitarios, los graves problemas que afrontaría si no puede acceder a ellos, y que señala la opción de que los líderes hablen públicamente de la posibilidad de retener los fondos si no hay acuerdo sobre Ucrania el jueves —algo que alejaría a los inversores— ha echado aún más leña al fuego de un debate ya enconado.

Budapest ha tildado la nota, adelantada por el diario Financial Times y que ha podido conocer EL PAÍS, como una evidencia de que la UE quiere sabotearle. Fuentes del Consejo Europeo niegan que la nota, de algo más de una página, trace un plan de actuación hacia Hungría. “El documento, redactado por los burócratas de Bruselas, solo confirma lo que el Gobierno húngaro viene diciendo desde hace mucho tiempo: que el acceso a los fondos de la UE se usa para el chantaje político por parte de Bruselas”, ha lanzado su ministro de Asuntos Europeos, Janos Boka, en las redes sociales.

“Algunos Estados miembros están despertando finalmente”, dice Daniel Freund, eurodiputado de Los Verdes y uno de los más críticos con las vulneraciones de Hungría al Estado de derecho. “La retirada de los derechos de voto y la congelación de todos los fondos son las espadas más afiladas de la UE”, dice el eurodiputado, que cree que las señales de Bruselas sobre el chantaje del voto húngaro son “claras”, pero que sostiene que no deberían usarse vinculadas a romper el veto húngaro sobre Ucrania, sino para lo que están diseñadas: sus incumplimientos.

Este lunes, el ministro de Exteriores de Hungría, Péter Szijjártó, viajó por primera vez a Kiev desde el inicio de la guerra con Rusia. Según anunció su homólogo ucranio, Dmitro Kuleba, ambos acordaron la creación de una comisión bilateral para resolver, en un plazo de 10 días, los desacuerdos de ambas partes sobre la cuestión de la minoría húngara de Ucrania. Kiev confía en que la reunión celebrada en la ciudad de Úzhgorod, en el oeste de Ucrania, contribuya a quebrar la resistencia húngara a aprobar el paquete de ayuda europea.

Freno de emergencia para la ayuda a Kiev

Hungría no aceptó en diciembre —cuando sí dio luz verde a abrir conversaciones de adhesión con Ucrania— una revisión más amplia del marco financiero plurianual para crear una partida especial de 50.000 millones para Ucrania, además de otros fondos para inmigración y competencia. Orbán, afín al ruso Vladímir Putin, con el que sigue haciendo negocios, se ha negado a que el salvavidas financiero para Kiev provenga del presupuesto comunitario. Hacerlo fuera de ese marco dificultaría y ralentizaría el proceso, según mantienen los otros 26 socios.

Como condición para aceptar la fórmula, Budapest quiere que haya una revisión año a año de los fondos que se envían —o algún tipo de freno de emergencia— y añadir más fondos comunitarios para vigilancia de fronteras exteriores de la UE, además de algún tipo de cláusula que deje más tiempo a los Estados miembros para gastar los fondos asignados para el fondo de recuperación (ahora es hasta 2026). Esa medida le beneficiaría si consigue cumplir los requisitos para recibirlo. La negociación se centra ahora en ese freno de emergencia que podría satisfacer a Budapest sin darle una capacidad de vetar año a año la ayuda para Kiev.

Sobre la mesa de los líderes ya no queda pendiente ningún gesto político —contundente y con serias implicaciones— como el que se hizo en diciembre con la apertura de negociaciones de adhesión con Ucrania. Ahora se trata de mantener a Ucrania con vida en su guerra contra Rusia. Esos 50.000 millones de euros para cuatro años suponen que el Estado ucranio tenga la posibilidad de seguir funcionando y no colapsar dándole la victoria a Putin. Y eso, explica otra fuente diplomática, es el punto que explica por qué ahora ha subido tantísimo el nivel de hartazgo. Sin los fondos europeos, Ucrania podría tener que dejar sin salario a dos millones de funcionarios, según un documento interno publicado por EL PAÍS en diciembre.

Los líderes europeos son reacios a poner sobre la mesa un plan B para enviar sin remedio fondos a Ucrania. Existe la opción de hacerlo sin Hungría, reconocen fuentes comunitarias, pero varios Estados miembros necesitarían la aprobación de sus parlamentos y eso lo ralentizaría y dificultaría.

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