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Haley contra DeSantis, la desesperada carrera por llegar el segundo en los caucus de Iowa

La emoción del primer asalto de las primarias republicanas, que se celebra este lunes pese a un histórico temporal de frío, se concentra en el duelo entre los rivales mejor posicionados de Trump, ganador seguro según las encuestas

Ron DeSantis
El candidato republicano a las primarias, Ron DeSantis, sale de un acto electoral en Ankeny, en el Estado de Iowa, el 12 de enero.ALYSSA POINTER (REUTERS)

El autobús de campaña del candidato Ron DeSantis tenía previsto recorrer este sábado unos 500 kilómetros a través de la inhóspita Iowa de mediados de enero. En la agenda del gobernador de Florida figuraban cuatro citas con los electores de las primarias republicanas, que este lunes arrancan en ese Estado del Medio Oeste con vistas a las presidenciales del próximo noviembre.

Son los famosos caucus de Iowa, y, a falta de la emoción por descubrir quién los ganará (un tal Donald Trump domina las encuestas con una ventaja de más de 30 puntos), queda al menos la incógnita del segundo puesto (¿DeSantis o Nikki Haley?) en una cita que se ha guardado otra sorpresa de última hora: con copiosas precipitaciones de nieve y una previsión de temperaturas cercanas a los 30 grados bajo cero de mínima (¡y menos 20 de máxima!) ya han pasado a los anales como los más fríos de la historia electoral. También está por ver cómo afectarán esas condiciones meteorológicas en unos comicios en los que participaron en 2020 unos 120.000 ciudadanos.

La gesta de Ron DeSantis en mitad de la tormenta de hielo, que provocó el viernes la cancelación de centenares de vuelos en Estados Unidos y dejó a los periodistas atrapados en los hoteles de la capital, Des Moines, coronará otra marca: tal vez nunca un aspirante empeñó tanto por conquistar un segundo puesto. En su campaña en este territorio despoblado (3,2 millones de habitantes) y abrumadoramente blanco (87%), DeSantis no se ha dejado ninguno de los 99 condados por visitar para explicar su proyecto en pizzerías, institutos o salas de estar casas particulares. Pese a lo cual, a estas alturas, solo puede aspirar a un único triunfo: superar a Haley, su rival más directa.

Nikki Haley, el jueves en un acto en Cedar Rapids, Iowa.
Nikki Haley, el jueves en un acto en Cedar Rapids, Iowa.SERGIO FLORES (REUTERS)

La exgobernadora de Carolina del Sur, que fue embajadora de Trump ante la ONU, lleva meses disputándole a DeSantis el título de estrella en ascenso del Partido Republicano. El gobernador de Florida, que, allá por finales de 2022, confundió su camino a la Casa Blanca con una autopista soleada tras el paso de una legión de quitanieves, se encuentra desde hace meses acosado por un sondeo desfavorable tras otro y embarcado en una campaña que hace aguas, aquejada por su falta de carisma en el cara a cara con los votantes y sostenida por donantes cada vez más impacientes.

Así que para no dar por buena la famosa cita de Ortega (”el esfuerzo inútil conduce a la melancolía”), necesita un buen resultado en Iowa más que ningún otro candidato (hay otros tres: el magnate antiwoke Vivek Ramaswamy; el exgobernador de Arkansas Asha Hutchinson y un desconocido Ryan Binkley). Si ni siquiera en un Estado que vota republicano desde 2016 logra calar su mensaje ultraconservador y esa imagen de sucedáneo de Trump, pero sin el drama y los líos con la justicia del expresidente, el proyecto de DeSantis podría quedar amortizado. La siguiente cita de las primarias es en Nuevo Hampshire, un Estado con votantes más moderados o, directamente, indecisos, donde sus perspectivas son aún peores.

Mítines suspendidos

Ambos candidatos suspendieron sus actos de campaña del viernes en vista de la tormenta de nieve, aunque el ritmo de Haley, que optó por trasladarlos a la realidad paralela de Zoom, ha sido menos ansioso que el de su rival: el sábado solo tenía programados dos mítines. ¿Y Trump? El expresidente, fiel a sí mismo, se ha ahorrado el trago de hacer campaña en la nieve y ha empleado casi toda la semana previa a los caucus en los juzgados, tal vez consciente de que esas apariciones le ayudan, al principio de un año en que se enfrenta, entre otros asuntos judiciales, a cuatro casos penales en los que está acusado de 91 cargos, entre otros, por intentar revertir el resultado electoral de 2020 frente a Joe Biden. El viernes por la tarde prometió en un vídeo en las redes sociales que llegaría a Iowa “en algún momento en torno al sábado por la noche… o algo”. “Nadie sabe exactamente cómo, pero llegaremos, de alguna manera, no pensamos perdérnoslo”, dijo.

En la grabación, el favorito confía en que las condiciones meteorológicas lo favorecerán ―“nuestra gente está más comprometida que ninguna otra”, afirma―. En los equipos de sus dos rivales se agarran, tras meses de hacer campaña en Iowa, a la capacidad para la sorpresa (no solo meteorológica) del Estado. Recuerdan que este sirvió de plataforma para catapultar las opciones de conquistar la Casa Blanca de Barack Obama en las elecciones de 2008, así como en los casos de Rick Santorum en 2012, cuando ganó, tras un oprobioso doble recuento, a Mitt Romney, y de Ted Cruz, que derrotó a Trump cuatro años después. La mala noticia es que a ninguno de los dos les sirvió para obtener la designación republicana.

Si DeSantis quedara en tercer lugar después de haber invertido tanta energía sobre el terreno, no sería descabellado pensar en una retirada a tiempo. Si la tercera fuera Haley, aún podría agarrarse a Nuevo Hampshire, donde la reciente renuncia del candidato Chris Christie la favorecerá, según las encuestas, y a Carolina del Sur, Estado que votará a finales de febrero y donde ella juega en casa. De eso van también los caucus de Iowa, de ir descartando aspirantes y concentrando el voto en los candidatos. Solo así será posible pensar en una alternativa, sea DeSantis o sea Haley, a Trump, que persigue este lunes en Iowa sentenciar el partido de la carrera republicana hacia las elecciones de 2024 con una goleada en los primeros minutos, y a falta de resolver sus variadas cuentas pendientes con la justicia.

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