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Una concentración fascista en Roma desata la ira de la oposición contra Meloni

Un millar de nostálgicos se concentra ante la vieja sede del Movimiento Social Italiano para recordar el asesinato de tres militantes a manos de la extrema izquierda

Decenas de personas hacen el saludo fascista durante una concentración frente a la sede del MSI, este domingo en Roma. Vídeo: IHRF
Daniel Verdú

La imagen y el sonido —el del millar de militantes y nostálgicos fascistas levantando el brazo perfectamente sincronizados y gritando al unísono “presente”— fue como un viaje en el tiempo para la mayoría de italianos. Un siglo después del ascenso del fascismo al poder, todavía tienen lugar este tipo de concentraciones. No es una novedad. La celebración de este domingo, que recordaba el asesinato de tres militantes del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI) hace 47 años a manos de un escuadrón de extrema izquierda, tiene lugar cada año. Y no es un hecho aislado. Esta edición, sin embargo, que vino precedida de una conmemoración oficial, ha desatado la ira de la oposición, que pide explicaciones a la primera ministra, Giorgia Meloni.

La concentración tiene lugar cada año frente a la sede del MSI, lugar donde fueron asesinados los tres jóvenes en la conocida como masacre de Acca Larentia (por la calle donde se encuentra el edificio). Pero la novedad —además de la nitidez del vídeo— es que el MSI también es el partido del que procede Hermanos de Italia, la formación que preside Meloni, que ocupa el Palacio Chigi y que conserva todavía varios elementos en su logotipo de aquella época.

El MSI, fundado por el fascista Giorgio Almirante en 1946, se transformó en Alianza Nacional, su versión más democrática de la mano de Gianfranco Fini en 1995. Tras su disolución, algunos de aquellos militantes fundaron Hermanos de Italia con una visión actual y renovada de sus postulados. Pero este partido ha tenido siempre dificultad en desvincularse de aquel pasado: el propio presidente del Senado y fundador de la formación, Ignazio Benito La Russa, tiene un busto de Mussolini en su casa. Y siempre ha reivindicado la memoria de aquellos militantes asesinados. Meloni, particularmente, ha hecho una bandera de esta causa.

El Ayuntamiento, presidido por el socialista Roberto Gualtieri, había decidido este año participar en la conmemoración del asesinato de aquellos tres militantes del Fronte della Gioventù (las juventudes del MSI) como acto civil, como una forma de desideologizarlo. Lo hizo el concejal de Cultura, Miguel Gotor, que estuvo acompañado del presidente de la región y miembro de Hermanos de Italia, Francesco Rocca. El acto oficial se produjo antes de lo que sucedió después con el millar de fascistas.

Víctimas de los años de plomo

El gobernador fue acusado de amparar la concentración posterior, pero se desmarcó de lo ocurrido, asegurando que los saludos no se produjeron durante esa celebración oficial, cuyo “único propósito era recordar a las tres víctimas de los años de plomo”, dijo en alusión a las décadas de los sesenta a los ochenta marcadas por numerosos atentados políticos en el país. “Si hubiera habido saludos romanos, no habría dudado en estigmatizarlos y distanciarme de ellos. Acusarme de haber dado cobertura institucional a reuniones fascistas es difamatorio”, añadió.

La Constitución prohíbe la apología del fascismo y la oposición casi al completo ha criticado con dureza los saludos fascistas de la conmemoración. “Roma, 7 de enero de 2024. Y parece 1924. Presentaremos una pregunta al ministro [del Interior, Matteo] Piantedosi. Lo ocurrido no es aceptable. Las organizaciones neofascistas deben ser disueltas, como dice la Constitución”, denunció la líder de la oposición y del socialdemócrata Partido Demócrata (PD), Elly Schlein. También levantó la voz el senador, líder de Italia Viva y ex primer ministro, Matteo Renzi. “Meloni logrará entre un post y otro sobre Chiara Ferragni [una influencer con la que ha polemizado recientemente la primera ministra] decir que se trata de algo equivocado? Nosotros lo esperamos”.

Cada vez que se produce un acto de esta naturaleza, la oposición mira hacia el partido de Meloni. Su matriz posfascista todavía no ha quedado despejada y ella misma se ha visto obligada en varias ocasiones a condenar actos de este tipo entre los nostálgicos del fascismo en Italia y su Gobierno para liberarse de esa marca. Hasta hace poco más de un año, las vaguedades o excusas de los miembros de su partido para alejarse de esa época eran irrelevantes. Ahora, cuando ocupan la mayoría de cargos del Ejecutivo, el asunto adopta otros matices. Precisamente, uno de los vicepresidentes de dicho Gobierno, Antonio Tajani (Forza Italia), se ha desmarcado claramente del asunto: “Nosotros somos una fuerza que no es fascista, somos antifascistas. Quien haya tenido comportamientos de este tipo debe ser condenado por parte de todos, como deben serlo los actos de apoyo a dictaduras. La ley contempla que no pueda hacerse apología del fascismo en nuestro país”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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