Biden y Netanyahu chocan abiertamente sobre Gaza por primera vez en más de dos meses de guerra
El presidente de EE UU asegura que Israel debe cambiar de Gobierno y advierte de que “empieza a perder apoyo” por sus bombardeos “indiscriminados” sobre la Franja
Cuatro días después de que Estados Unidos volviese a salvar a Israel de una resolución vinculante en la ONU que reclamaba un alto el fuego, las diferencias entre los dos aliados sobre la guerra en Gaza han quedado al descubierto como nunca. No ha sido en conversaciones a puerta cerrada ni a través de filtraciones periodísticas o mensajes en clave, sino públicamente, tanto por parte del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Este martes, en Washington, Biden ha asegurado que Netanyahu debe cambiar de coalición, en la que está la ultraderecha, porque “es la más conservadora en la historia” del país y le “está haciendo muy difícil moverse”, ya que “no quiere una solución de dos Estados” al conflicto de Oriente Próximo. “No puedes decir no a un Estado palestino. Esa va a ser la parte difícil”, añadió. También ha advertido de que Israel “empieza a perder apoyo” por sus bombardeos “indiscriminados”, que han matado a más de 18.000 personas en Gaza, más de dos tercios de ellos menores y mujeres.
“La seguridad de Israel no puede depender de Estados Unidos. Pero ahora mismo tiene más que a Estados Unidos. Tiene a la Unión Europea, Europa, la mayoría del mundo… Pero están empezando a perder ese apoyo por el bombardeo indiscriminado que tiene lugar”, dijo en un evento de recaudación de fondos para la reelección, en el que improvisó algunas declaraciones.
Se trata, con diferencia, de sus palabras más duras sobre la campaña israelí en Gaza. Hasta ahora, se había limitado a reiterar que Israel tiene el “derecho y obligación” de acabar con Hamás para asegurarse de que no sufrirá un nuevo 7 de octubre, el ataque que acabó con 1.200 muertos y más de 200 secuestrados. Un cierre de filas que contrastaba con los roces que habían mantenido ambos líderes, principalmente por la controvertida reforma judicial.
Netanyahu también ha sacado a plena luz las diferencias. Poco antes de que hablase Biden, ha emitido un inédito comunicado en el que reconoce abiertamente por primera vez “desacuerdos” con Washington en torno el famoso “día después” de la guerra, es decir, quién debe ocupar el vacío de poder que deje el derrocamiento de Hamás. “Quiero aclarar mi posición: no voy a permitir que Israel repita el error de Oslo”, dijo en referencia a los acuerdos firmados hace 30 años (los primeros entre israelíes y palestinos), por los que se creó la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para gestionar una soberanía hoy limitada a parte de Cisjordania, sin poner fin a la ocupación militar.
Repetir el “error de Oslo” consistiría en dejar en manos de la ANP la administración de Gaza, como le correspondería en función de estos acuerdos y sigue haciendo en las ciudades de Cisjordania. Netanyahu se opuso a Oslo en su momento, pero acabó firmando acuerdos para implementarlo tras ganar las elecciones de 1996, un año después de que un ultranacionalista radical israelí asesinase a Isaac Rabin, el primer ministro que selló el pacto con el líder palestino Yaser Arafat.
La ANP está ausente de Gaza desde 2007. Fue expulsada por las fuerzas de Hamás en un momento de particular rivalidad con Al Fatah, la facción que vertebra el Gobierno de la ANP en Cisjordania y que lidera el presidente, Mahmud Abbas. Los islamistas la acusaban de integrar un complot internacional para anular el resultado de su victoria electoral un año antes. Los dos territorios quedaron desde entonces con Gobiernos paralelos, cada uno de los cuales se reclamaba como legítimo y firmaba sus documentos como ANP. La comunidad internacional boicoteó al de Gaza y mantuvo como interlocutor válido al de Abbas en Cisjordania.
Ahora, la Casa Blanca quiere allí de vuelta a la ANP tras la guerra. Netanyahu se opone. “Tras el gran sacrificio de nuestros civiles y nuestros soldados, no permitiré la entrada en Gaza de aquellos que educan en, apoyan y financian el terrorismo”, señala. Se trata de una idea muy extendida en el campo más opuesto a un acuerdo de paz: la violencia palestina no está vinculada a la ocupación militar israelí, sino que se nutre de una enseñanza escolar en la ANP basada en el odio al judío; así como de las ayudas económicas que da a las familias de los mártires (los muertos en el marco del conflicto con Israel, sea atacando o no) y motivan a otros a cometer atentados.
Netanyahu concluye el comunicado con otra idea ―“Gaza no será jamás ni Hamás-stan ni Fatah-stan”― que defienden a menudo sus socios de coalición ultraderechistas: la minimización de las diferencias entre ambas facciones. Su principal representante, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, llegó a asegurar en el pasado que Hamás es “un activo” y la ANP, “un lastre”, porque nadie espera de Israel que negocie la paz con la primera, pero sí con la segunda. Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional abogan, en cambio, por reforzar a los moderados, como Abbas, frente a los extremistas (Hamás). Al quejarse del Gobierno israelí, Biden ha mencionado de hecho por su nombre a otro polémico ministro ultranacionalista: Itamar Ben Gvir, que ostenta la cartera que engloba a la policía y a los centros penitenciarios.
El rifirrafe se produce en vísperas de un viaje a la zona del consejero de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan. En un foro organizado por The Wall Street Journal, ha asegurado este martes que en sus reuniones con las autoridades israelíes abordará cuánto tiempo pueda durar aún el conflicto. “El tema de cómo [el Gobierno israelí] ve el calendario de esta guerra desde luego estará en mi agenda de reuniones”, ha afirmado.
“Al borde de la disolución”
Israel da por casi liquidado a Hamás, pero al mismo tiempo da a entender que la actual fase de la guerra, con intensos ataques por tierra, mar y aire, se mantendrá, al menos, varias semanas. “Hamás está al borde de la disolución”, señaló su ministro de Defensa, Yoav Gallant, en la noche del lunes, dando por acabados la mayoría de los feudos de la milicia islamista, pese a que los intensos combates se mantienen en frentes a lo largo de toda la Franja. La ciudad meridional de Jan Yunis es estos días escenario de una intensa batalla que va a mantener todavía ocupadas a las tropas entre tres y cuatro semanas, según un alto funcionario de Defensa citado por la prensa local. Además, añaden, haría falta un periodo similar de tiempo para completar la guerra contra Hamás.
Gaza acoge estos días a varias decenas de miles de efectivos del ejército israelí. Los portavoces anuncian a diario pequeños logros en forma de destrucción de túneles, almacenes de armamento y munición o muerte de miembros de Hamás, pero no la cabeza de ninguno de los máximos responsables, pese a la intensidad de los bombardeos durante 67 días.
Israel anunció este martes que 13 de sus militares murieron en Gaza por fuego amigo. Eso supone más del 10% de los 104 que ha perdido desde que comenzó la incursión por tierra a finales de octubre. Guillermo Pulido, analista de seguridad de defensa de la revista Ejércitos, cree que Israel ha sufrido pocas bajas en sus filas, dada la intensidad de la operación a lo largo de más de dos meses.
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