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El Papa castiga a un cardenal ultraconservador sin su apartamento en el Vaticano

El Pontífice también reducirá el sueldo del estadounidense Raymond Burke, cabeza visible de la oposición interna a Francisco financiada y diseñada desde el sector trumpista de la Iglesia

Papa Iglesia
El papa Francisco, en agosto de este año, durante una audiencia semanal en Roma.Andrew Medichini (AP)
Daniel Verdú

Los castigos papales, como todo lo que ocurre dentro de los muros del Vaticano, llevan su tiempo y se sirven fríos. Pero terminan en la mesa. De este modo, el papa Francisco acaba de restar privilegios a uno de sus principales opositores internos, el cardenal estadounidense Raymond Burke, quitándole su fabuloso apartamento de 400 metros cuadrados y reduciendo sensiblemente su sueldo como purpurado. La decisión no es oficial ni ha sido comunicada por el Vaticano, pero se filtró en uno de los blogs ultraconservadores que han servido durante estos últimos años como altavoz de la corriente tradicionalista, que ha hecho una oposición feroz contra el Papa argentino. Según este medio, Francisco informó de su intención de castigar a Burke en la reunión del pasado 20 de noviembre con los jefes de los ministerios vaticanos.

El Papa, según reconstruyeron algunos medios italianos, explicó en dicha reunión que el motivo de su decisión era la desunión que crea el purpurado. Además, Francisco considera que Burke ha estado usando ese sueldo que percibe del Vaticano como cardenal retirado ―tiene 75 años― y su apartamento, aunque pase la mayoría del tiempo en su Wisconsin natal, para atacar a la Iglesia. Su sueldo era de los más altos y se situaba entre 5.000 y 6.000 euros al mes.

El purpurado estadounidense cumplió 75 años el pasado junio, edad de jubilación de los prelados, y fue prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y también patrono emérito de la Orden de Malta. Pero hoy no tiene cargo alguno en la Curia vaticana. Su figura tenía un peso específico en el Vaticano antes de la llegada de Francisco, pero este le fulminó de sus cargos y Burke comenzó a liderar públicamente la corriente opositora. Fue un periodo áspero y duro, de una violenta confrontación que encontró sustento ideológico en la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y de los intentos de su entonces asesor áulico, Steve Bannon, de controlar determinados círculos de poder en el Vaticano.

Burke, a pesar de que se fueron diluyendo muchos de sus apoyos en la iglesia estadounidense, la más rica del mundo, nunca cesó en sus críticas e intentos de desestabilización y seguía siendo un punto de referencia para todo el mundo tradicionalista ―él mismo era un ferviente defensor del misal Romano de 1962, anterior al Concilio Vaticano II, para las celebraciones litúrgicas―.

El purpurado, de momento, no ha comentado la decisión. Pero en el boletín periódico que escribe dedicado a los fieles afirmó, aunque sin mencionar ningún hecho específico, que “la confusión, la división y el error han entrado incluso en la Iglesia”. El cardenal, además, participó en una conferencia titulada La Babel sinodal, el día antes de que comenzase el Sínodo; en el acto se criticó duramente la asamblea promovida por Francisco, donde por primera vez pudieron votar laicos, entre ellos, mujeres.

El cardenal reivindica de forma feroz el legado de Benedicto XVI y saltó a la palestra pública en 2004 cuando se negó a dar la comunión a John Kerry, entonces candidato a la presidencia de EE UU. Las acometidas contra Francisco, sin embargo, comenzaron con un caso insólito de cuestionamiento del Papa. En 2016, Burke y otros cardenales ya retirados publicaron una carta con cinco dubia (dudas) presentadas contra la exhortación apostólico papal Amoris laetitia, donde Francisco abría la puerta a dar la comunión a hombres y mujeres divorciados. Lo mismo volvieron a hacer recientemente con la aprobación vaticana de que las parejas homosexuales puedan ser bendecidas. En ella expresaban su preocupación porque “pueda crear confusión, no solo haciendo que parezcan análogas al matrimonio, sino porque los actos homosexuales serían presentados como un bien”.

El pasado 11 de noviembre, se divulgó que Francisco había destituido como obispo de la diócesis estadounidense de Tyler (Texas) a Joseph E. Strickland, después de una inspección. Este obispo es un declarado crítico de Francisco y en 2018 se sumó a las acusaciones contra el Pontífice del antiguo nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, sobre el supuesto conocimiento de Francisco de los abusos del cardenal Theodore McCarrick.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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