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Putin dice ante el G-20 que hay que “pensar en cómo parar la tragedia” de Ucrania

Los líderes occidentales responden al mandatario ruso que la solución es que retire sus tropas del país agredido

Vladímir Putin, esté miércoles, durante la cumbre telemática del G-20.Foto: MIKHAEL KLIMENTYEV / SPUTNIK / K (EFE) | Vídeo: EPV
Andrea Rizzi

Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de las fuerzas rusas, en febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, nunca ha defendido su posición ante foros internacionales relevantes y realmente globales. Considerado como un agresor brutal en decenas de países occidentales y en riesgo de detención por una orden de la justicia internacional en más de 100, el dirigente ha evitado en este tiempo participar en foros como el G-20 o la Asamblea General de la ONU. Pero este miércoles, Putin ha aprovechado una cumbre virtual precisamente del G-20 para colocar su mensaje ante una platea global. En ella, ha tratado de mostrar una disposición al diálogo para “parar la tragedia” de Ucrania, y de subrayar lo que muchos consideran una doble moral de Occidente entre aquel conflicto y el de Gaza.

“Sí, por supuesto, las acciones militares son siempre una tragedia. Y, por supuesto, deberíamos pensar en cómo parar esta tragedia”, dijo Putin en la intervención, difundida por la televisión pública rusa y recogida por varias agencias de prensa. “Por cierto, Rusia nunca se ha negado a negociaciones de paz con Ucrania”, añadió, buscando presentar a Kiev, capital agredida, y a Occidente como los intransigentes. A la reunión, convocada por la presidencia rotatoria que ejerce la India en el G-20 pocos días antes del fin de su mandato, no asistieron ni el presidente de EE UU, Joe Biden, ni el de China, Xi Jinping. Sí asistieron otros jefes de Estado o de Gobierno, entre ellos los líderes de los Ejecutivos de Alemania, Italia o España y el presidente de Francia.

Los líderes occidentales le respondieron al mandatario ruso que si está preocupado por la tragedia de Ucrania, la solución es que retire sus tropas. “Cuando empezó a hablar de que Rusia quería buscar la paz le dije que el camino más fácil es que se vaya de Ucrania”, dijo Giorgia Meloni, primera ministra del Gobierno de Italia. En una línea parecida se pronunció Olaf Scholz, canciller de Alemania: “Le he dicho que pare la agresión y que retire sus tropas, que ese es el camino para la paz”. Ambos hablaron en Berlín al margen de una cumbre bilateral, informa la agencia Efe.

Las palabras de Putin ante los socios del G-20, el grupo que reúne a las principales economías avanzadas y emergentes del mundo, deben interpretarse en el contexto de un Kremlin que busca mostrarse ante el mundo como un actor abierto al diálogo. No es la primera vez que lo hace y, de por sí, esto no es de ninguna manera sinónimo automático de una voluntad negociadora sustancial. Pero sin duda puede subrayarse que su retórica ―que ha mencionado incluso el vocablo “guerra”, que Putin suele evitar para referirse al conflicto ucranio― ha sido menos beligerante que en otras ocasiones.

A la vez, el discurso se produce en un momento de prolongado estancamiento en el terreno de combate. Las expectativas generadas por la contraofensiva ucrania se han visto frustradas en los últimos meses por la ausencia de avances tangibles. En paralelo, Rusia parece haber logrado consolidar su estructura industrial militar y, por tanto, conseguir mantener un significativo suministro de armamento a las tropas en el frente. Mientras, los aliados occidentales han elevado la calidad de los suministros a Kiev, pero siguen teniendo problemas en aspectos cuantitativos, sobre todo en relación con las municiones. Ello ha ido dando nuevos argumentos a quienes son partidarios de intentar poner en marcha algún tipo de solución negociada.

Estos intentos chocan con la legítima y ultramayoritaria voluntad de la sociedad ucrania de seguir luchando para liberar territorio ocupado por Rusia y a la población que vive bajo el yugo del ocupante. La realidad es que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, no tiene un mandato político para negociar, porque la opinión pública no lo quiere. Los aliados occidentales de Ucrania mantienen la posición de que nada puede moverse en el tablero diplomático sin el consentimiento de Kiev. Putin ha tratado de deformar el retrato de la legítima voluntad de resistencia, convirtiéndolo en uno de intransigencia.

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En paralelo, discurren múltiples iniciativas —como el camino de adhesión de Ucrania a la UE— o propuestas intelectuales, como la de ofrecer un camino de adhesión a la OTAN con compromiso de defensa mutua según el mandato del artículo 5 solo por el territorio ahora controlado por Ucrania, sin que ello suponga que Kiev tenga que renunciar al resto.

Aun evitando la retórica brutal de algunas de sus intervenciones de los últimos meses, Putin sí ha tratado de incomodar al polo occidental, subrayando lo que muchos en el mundo consideran como un doble rasero. “Comprendo que esta guerra [la de Ucrania] y la muerte de personas conmocione. Y el exterminio de la población civil en Gaza, ¿no conmociona?”, preguntó.

El comentario iba claramente dirigido a reforzar el sentimiento de indignación presente en muchos países del Sur Global ante la posición de un Occidente que reclama solidaridad frente a la agresión rusa en Ucrania, pero que en la actualidad no se ve actuar con decisión para aliviar el sufrimiento de la población palestina y que en el pasado fue a su vez autor de agresiones sin derecho como las de Irak en 2003.

Según un comunicado emitido por el Elíseo, el presidente de Francia rechazó de plano la acusación de doble rasero, subrayando que Francia “defiende de manera universal el principio de dignidad humana, la soberanía de los pueblos y el respeto al derecho humanitario”.

La conexión entre las dos guerras es un elemento clave del momento geopolítico. De entrada, porque el conflicto entre Hamás e Israel está desviando atención diplomática y mediática del de Ucrania. Además, porque también en el plano militar hay una incidencia, por cuanto EE UU ve agudizarse las exigencias de suministro para rellenar los arsenales de Israel. Según señaló el primer ministro de la India, Narendra Modi, al final de la cumbre, los socios coincidieron en la idea de impulsar la solución de los dos Estados. Esto es un mantra de la comunidad internacional desde hace décadas, pero nunca se ha presionado de manera suficiente como para avanzar hacia ello.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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