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Los ‘cascos azules’ de Líbano, en medio del fuego cruzado entre Israel y Hezbolá

Una granada israelí hirió el pasado día 28 a un capitán nepalí bajo mando de un general español

Un vehículo militar israelí cerca de la frontera con Líbano
Un vehículo militar israelí cerca de la frontera con Líbano, el 31 de octubre.VIOLETA SANTOS MOURA (REUTERS)
Miguel González

Aunque Naciones Unidas asegura que sigue indagando su origen, las primeras investigaciones apuntan a que la granada que el pasado 28 de octubre hirió en un brazo a un capitán nepalí del contingente de la ONU en el sur de Líbano procedía de Israel. Por el contrario, los dos cohetes que han impactado en las últimas semanas en el cuartel general de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (Unifil), en Naqura, fueron lanzados por la milicia chií Hezbola o los grupos palestinos que operan en el sur del país.

Los 10.000 cascos azules —entre ellos, 600 españoles— desplegados en la llamada Línea Azul, que sirve de frontera entre Líbano e Israel, no son en teoría objetivo de ninguno de los bandos en conflicto y el hecho de que Israel avise antes de disparar permitió al capitán nepalí refugiarse en un búnker y salvar la vida. Pero están en medio del fuego cruzado, expuestos a recibir cualquier bala perdida.

El general español Aroldo Lázaro, comandante supremo de la Unifil, asegura que, desde que el 7 de octubre el grupo Hamás (considerado terrorista por la UE y EE UU) atacó Israel, la situación en la zona es “tensa, volátil e imprevisible”. Líbano ha evacuado a unos 28.000 habitantes de las localidades cercanas a Israel, mientras que el país vecino ha vaciado una zona de dos kilómetros ―ampliada luego a cinco― junto a la valla fronteriza. Los intercambios de disparos son diarios y han causado ya numerosas bajas, incluido un buen número de civiles.

En videoconferencia con la ministra de Defensa, Margarita Robles, el general Lázaro ha explicado este miércoles que su Estado Mayor contempla tres escenarios a corto plazo: que se mantenga la situación actual, con ataques de Hezbolá y respuestas limitadas israelíes en la blue line; que se produzcan “acciones preventivas” en territorio libanés por parte del ejército israelí (IDF, en sus siglas en inglés); y que este último lance una gran ofensiva para destruir la infraestructura de la milicia chií en el sur del país.

El general español considera “poco probable” esta última opción, como también una escalada por parte de Hezbolá. En su opinión, esta última se enfrenta al “dilema” de tener que mostrar su solidaridad con los palestinos de Gaza sin arrastrar a Líbano a una guerra que no está en condiciones de afrontar. Todos están pendientes de las claves que ofrezca el discurso que el líder de la milicia proiraní, Hasan Nasralá, dará el próximo viernes.

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La “principal preocupación” del jefe de los cascos azules es que se produzca un “error de cálculo, un malentendido” que pueda desencadenar una “escalada fuera de control”. Por eso, el general Lázaro considera fundamental el papel que cumple en este momento la fuerza de la ONU: servir de “mediador o enlace”, ya que se ha convertido en el único canal de comunicación entre los dos bandos.

El comandante de Unifil cree que, en las actuales circunstancias, los cascos azules puede seguir cumpliendo su cometido “de manera limitada”. Siguen patrullando la blue line ―aunque ya no lo hacen a pie, sino en vehículos― y también los emplazamientos desde los que se han lanzado en el pasado cohetes contra Israel, para evitar que vuelvan a ser usados, explica. Además, en momentos en que ha arreciado el intercambio de disparos, han dado protección a la población civil en sus propias instalaciones.

Por eso, el general de brigada Luis Fernández Herrero, responsable del sector este de Unifil y jefe del contingente español, cree que es “muy importante la sensación de seguridad que transmite el hecho de que la fuerza de la ONU se mantenga” y agrega que, incluso si se produjera un conflicto abierto, los cascos azules deberían seguir en Líbano como en 2006 y “centrarse en el apoyo a la población civil”. Explica que se han adoptado las máximas medidas de seguridad, reduciendo las salidas no esenciales de la base y comprimiendo los movimientos logísticos. “Nos hemos preparado para esta operación independientemente de que sea más tranquila o más compleja. Los militares españoles están bien preparados y tienen los medios para cumplir su misión”, concluye.

La ministra de Defensa ha felicitado al general Lázaro, al que el Consejo de Ministros acaba de ascender a teniente general, y al contingente español en Líbano en su conjunto “por el encomiable trabajo que está realizando, fruto del sacrificio personal de todos sus miembros”. El jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante general Teodoro López Calderón, ha señalado que, ante el nuevo escenario en Líbano, se incrementará el apoyo al contingente desde territorio nacional.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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