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Gaza, una invasión lenta y con secretismo

Los analistas creen que la estrategia permite al ejército de Israel evitar bajas propias, dar tiempo a un posible canje por los rehenes u optar por varias incursiones largas durante meses en lugar de una definitiva

Guerra Israel Gaza
Soldados israelíes, en un tanque en la zona de Galilea, cerca de la frontera con Líbano, este lunes.JALAA MAREY (AFP)
Antonio Pita

El pasado viernes, tras dos semanas anunciando una invasión para “destruir a Hamás” que podría durar meses o incluso años, tropas y blindados israelíes penetraron en Gaza en medio de bombardeos con una intensidad y frecuencia inédita y que mataron a cientos de palestinos. A la mañana siguiente, uno de los portavoces del ejército israelí, Richard Hecht, señalaba a los periodistas por videoconferencia que se trataba más bien de una incursión. Horas más tarde, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, puntualizó que el movimiento marcaba una “nueva fase de la guerra” y las tropas se quedarían en Gaza “hasta nuevo aviso”.

Israel conduce desde entonces su invasión con un halo de secretismo, consciente de que los intereses militares —efecto sorpresa, indefinición…— chocan con el acceso, transparencia y mensaje claro que buscan la prensa y la opinión pública. Mientras el ejército hace anuncios vagos y censura las informaciones de los corresponsales militares locales, sus hombres avanzan por la minúscula Franja sin prisa: una ofensiva relámpago es incompatible con las negociaciones para liberar a los más de 200 rehenes, con la preparación logística para una “guerra larga” ―como la ha definido el primer ministro, Benjamín Netanyahu― y con la espera de la llegada de la ayuda estadounidense, por si acaba desembocando en un conflicto regional.

La anunciada “gran invasión” a lo mejor no lo es tal. “La operación actual es significativa, pero quizás no sea todo lo grande que se pensaba. La estrategia puede consistir en efectuar varias similares a lo largo del tiempo, no una definitiva. Mucha gente esperaba una especie de asalto anunciado de antemano, pero no funcionan así las cosas”, asegura por teléfono Chuck Freilich, ex viceasesor de seguridad nacional del Gobierno israelí, profesor en las universidades de Columbia (Estados Unidos) y de Tel Aviv, y autor de tres ensayos sobre la seguridad de Israel.

Eitan Shamir, director del Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos de la Universidad de Bar Ilán (a las afueras de Tel Aviv) y experto en estrategia y mando militar, pensaba que Israel se inclinaría por una invasión “rápida y profunda” para cortar e incomunicar las distintas partes de la Franja, en una clásica estrategia militar. Sin embargo, está viendo un avance “lento y por fases” que evita bajas propias y “da tiempo a la posibilidad de alcanzar algún acuerdo con Hamás para la liberación de los rehenes”. “Consiste en ir poco a poco, trabajando bien cada parte”, a un ritmo que llevará meses.

Yoav Zitun, corresponsal de asuntos militares del diario Yediot Aharonot, aventuraba este lunes que, “si el ejército continúa avanzando a su ritmo actual, completar la operación podría llevar entre seis y 12 meses”, frente a las “estimaciones iniciales de que la guerra implicaría entre dos y tres meses de combates”.

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De momento, se desconoce el número de soldados desplegados, de qué unidades, con qué medios y en qué partes de Gaza. Solo que permanecen desde el viernes dentro de Gaza, que el despliegue terrestre ha ido creciendo y que está apoyado por un fuego aéreo y naval inédito desde hace décadas, y que ha causado más de 8.300 muertos, en su mayoría menores de edad y mujeres. El ejército difunde vídeos breves y editados del avance de los vehículos acorazados, aparentemente por zonas agrícolas, costeras o lugares abandonados.

Las tropas ―bien protegidas― parecen buscar las trampas que les puedan tender los milicianos palestinos, conocedores del terreno. También túneles e información sobre los rehenes. Este lunes, el ejército ha anunciado la primera liberación en una operación de rescate, la de una militar, la coronel Uri Magidish.

Guerra urbana

Que los tanques estén ya a las puertas de Ciudad de Gaza no significa ningún movimiento rápido, dadas las dimensiones de la Franja. La parte norte ―y sobre todo la central― son tan estrechas que apenas un kilómetro separa la frontera oriental de las primeras calles de la capital. La hilera de blindados que se podía ver, en unas imágenes difundidas el sábado por el ejército, bajando de norte a sur por la playa del mar Mediterráneo, se topará con un escenario de guerra urbana con seguir apenas cuatro o cinco kilómetros. Algunos expertos calculan en 100 metros el avance diario.

El objetivo clave es la capital. Y, para ello, avanza desde el norte con bulldozers, alisando grandes partes de territorio y destruyendo los edificios que han dejado en pie los bombardeos aéreos. Sobre todo en esa zona la aviación militar ha acabado con manzanas enteras, como muestran las imágenes aéreas.

“No ha sido ninguna respuesta relámpago, como en otras ocasiones. Es cautelosa”, señala el exasesor Freilich. Uno de los motivos, subraya, es que Israel estaba “muy poco preparada” para lanzarse a invadir un territorio sobre el que le faltaba información de inteligencia y que controla un movimiento, Hamás, cuyas capacidades militares “había infravalorado enormemente”. No tenía más remedio, agrega, que dedicar tiempo a entrenar a los más de 300.000 reservistas movilizados, juntar una fuerza potente y esperar a que llegase el despliegue de Estados Unidos para cubrirle las espaldas.

Mientras, Israel bombardea masivamente desde el aire, lo que le permite causar gran destrucción sin apenas riesgo de bajas propias. “La forma en la que se abrió fuego”, ha señalado el jefe del Estado mayor, Herzl Halevi, “llevó al hecho de que, cuando llegaron nuestras fuerzas, algunos de los enemigos ya estaban heridos, otros muertos y algunos sin capacidad de operar. Algunos han huido, otros siguen allá y nuestras fuerzas los combaten”.

La artillería alcanzó este domingo el “punto más profundo en territorio palestino desde que empezó la guerra”, señalaba un mando militar sin identificar al diario Maariv. En las redes sociales se ha visto el vídeo de un soldado colocando una bandera israelí en el techo de un hotel de Gaza, que ha sido geolocalizado a unos tres kilómetros de la frontera. Se oye una voz que identifica el batallón y señala que se encuentra “en la playa” y “en el corazón” de Gaza “tres semanas después” del ataque, en el que Hamás y la Yihad Islámica mataron a unas 1.400 personas, en su mayoría civiles. “No perdonaremos, ni olvidaremos, ni pararemos hasta la victoria”.

También circulan vídeos propagandísticos, difundidos por las milicias palestinas, que muestran impactos directos de proyectiles en blindados. El ejército israelí no ha informado, sin embargo, de un solo soldado muerto (solo heridos) desde el viernes, aunque no se han producido tiroteos directos. En el tipo de combate actual, pocos militares israelíes suelen perder la vida, dada la enorme asimetría de medios entre unos y otros. “No hemos encontrado una gran resistencia de momento. Solo nos han disparado desde la distancia y con miedo de cargar contra las tropas. Se enfrentan a una enorme cortina de fuego”, señalaba al periódico Maariv otro de los soldados, en referencia al “uso de una potencia de fuego masiva a una escala que no se ha visto desde la Guerra del Yom Kipur”, hace 50 años. El ejército israelí sí ha dado cuenta de los asesinatos selectivos de líderes menores de Hamás y, en abstracto, de la “neutralización de decenas de terroristas”.

El experto Shamir no cree que los meses de ofensiva agotarán el apoyo internacional con el que cuenta hoy Israel por la dimensión del ataque del 7 de octubre y las imágenes de los asesinatos. “Mientras siga entrando ayuda humanitaria [al sur], como pidió Estados Unidos, y no haya una crisis humanitaria con gente pasando hambre, habrá manifestaciones, sí, pero no creo que los gobiernos del mundo lo impidan. E incluso si lo intentan, la clave es Estados Unidos”.

El pasado jueves, justo antes de la invasión, una de las periodistas más influyentes del país, Ilana Dayan, entrevistaba a Barak Hiram, el comandante de una división (99) con infantería, blindados, artillería y fuerzas especiales. Creada en 2020, se entrena en reconstrucciones de pueblos y ciudades árabes, con banderas palestinas o imágenes del líder de Hezbolá, Hasan Nasrala. Dayan concluía preguntándole dónde se veía dentro de una semana:

― Espero que muy dentro [de Gaza].

― ¿Y dentro de un año?

― A lo mejor todavía muy dentro.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.

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