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Mijáil Jodorkovski: “Para lograr un cambio en Rusia, la gente tiene que estar preparada para luchar”

El antiguo oligarca y gran opositor de Putin considera la única oportunidad creíble es aprovechar un momento de fisura en el régimen

Russian oppositioon activist Mikhail Khodorkovsky
El exoligarca y activista opositor Mijáil Jodorkovski, durante unas jornadas sobre Rusia en Múnich, el 18 de febrero.Johannes Simon (Getty Images)
Andrea Rizzi

Tras el fracaso del motín encabezado por Yevgueni Prigozhin, con el estancamiento de la esperada contraofensiva ucrania y el inesperado estallido del conflicto entre Hamás e Israel, que distrae a Occidente, Vladímir Putin parece haberse alejado de su momento más crítico. Mijáil Jodorkovski, gran opositor al régimen del Kremlin, ofrece en una entrevista concedida en la sede del Real Instituto Elcano, en Madrid, su mirada sobre el momento.

Jodorkovski, el antiguo oligarca petrolero que estuvo recluido durante una década (2003-2013) en un penal ruso, vive fuera de Rusia. Y desde su exilio busca promover la democratización del país. Está convencido de que no es viable lograrla a través de protestas pacíficas y elecciones, y que la única oportunidad creíble es una fractura interna al régimen. Para aprovechar las oportunidades que se presenten “la gente tiene que estar preparada para luchar”, dice.

Pregunta. ¿Cuál es su análisis de la situación interna de Rusia?

Respuesta. Es la situación típica de una población que está en una guerra lenta, de la que no se ve fin. Hay apatía, más que apoyo activo o protesta activa. Existe un gran nivel de alarma ante la posibilidad de una derrota. La probabilidad de que Putin se vaya por sí solo es nula. La probabilidad de que la gente salga a la calle y las fuerzas de seguridad no se opongan es muy baja. Por eso, la opción más probable de cambio es el conflicto dentro del régimen. Este es muy probable en el caso de que haya una derrota militar y haya búsqueda del culpable. En el contexto de tal conflicto es posible una caída de Putin.

P. Usted ha dicho que la fuerza o la amenaza de la fuerza son elementos necesarios para el cambio. ¿Cómo debe prepararse la oposición para este escenario?

R. La oposición no puede enfrentarse al ejército o a las fuerzas de seguridad del Estado. La perspectiva de preparar a gente en campos clandestinos para luchar contra ellos no es creíble. Por eso, la fractura, la fisura dentro de la camarilla de Putin, que llevaría al ejército fuera de juego, es la opción más viable. El caso de Bielorrusia ofrece motivos para la reflexión. La gente salió a la calle, se puso delante de los ministerios, pero sin intención de entrar. En el contexto ruso, esa situación no daría ningún resultado. La gente tiene que estar preparada para luchar contra los agentes de protección de las instalaciones, que serían poco numerosos. O contra aquellas fuerzas que tomaran el poder y no serían muy numerosas. Para esa lucha no hace falta que haya una preparación específica. Es suficiente que los líderes de la oposición transmitan a la gente que no puede echarse para atrás. Hay que apoyar a aquellas personas que con el uso de armas civiles puedan hacerlo.

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P. ¿Era preciso que la oposición democrática tratase de intervenir con armas para intentar decantar el intento de revuelta de Prigozhin?

R. Yo opino que sí. Era un momento de posibilidad. Lamentablemente, Prigozhin no duró nada. Duró 10 horas. Para levantar a la gente serían necesarios como mínimo tres días.

P. Usted considera que la única opción creíble de cambio es una fractura del régimen. ¿Cómo puede la oposición lograr que eso conduzca a una democratización, que no sea una mera sustitución de un zar por otro?

R. Es una buena pregunta. Primero hay que conseguir que la gente entienda que la política no puede depender del mero liderazgo de una persona. Luego, los opositores tenemos que estar mucho más preparados de lo que estuvimos en el momento del motín de Prigozhin. Para eso tenemos que darnos cuenta de que las fisuras entre unos malos y otros malos son justo lo que necesitamos y tenemos que aprovechar. Eso exige unos esfuerzos y es lo que estamos haciendo. Y además tenemos que aprender a actuar en coalición. No es tan importante para lograr el poder. Pero si como resultado queremos la democracia, entonces la coalición es prácticamente el único camino.

P. ¿No teme que el recurso a las armas pueda generar un gran enfrentamiento civil?

R. He participado en situaciones similares, dos veces. En 1991 [intentona golpista contra Mijaíl Gorbachov] y en 1993 [crisis constitucional en la Rusia de Borís Yeltsin]. En esos casos se quedó todo circunscrito.

P. ¿Qué ocurrió? ¿Cuál es su lectura de la revuelta?

R. Yo dije enseguida que a mi juicio él no era la figura clave de ese motín. Creo que la persona importante, para la que se hizo todo esto, era [Serguéi] Surovikin [alto mando militar ruso con responsabilidades en Ucrania y posteriormente destituido]. Prigozhin no disponía de autoridad suficiente dentro de las Fuerzas Armadas, no podía tener un apoyo considerable, a diferencia de Surovikin. Detrás de Prigozhin estaban figuras importantes del ejército. Pero ellos, por unas razones o por otras, no actuaron en su apoyo al principio, y después ya era tarde.

P. ¿Cuál es el estado actual del régimen de Putin?

R. En el tiempo transcurrido desde el motín, Putin ha podido recuperar parte de las pérdidas, pero no todas. Los principales problemas le seguirán afligiendo. Lo primero es que ese motín ha demostrado que Putin no tiene apoyo entre la ciudadanía de las urbes. Todos se dieron cuenta de que la población civil no le apoyó. En segundo lugar, se ha visto que no dispone de un apoyo suficiente dentro de las filas del ejército. Hemos visto cómo las unidades del ejército se apartaban del camino por el que pasaba Prigozhin con sus tropas. Y en tercer lugar, la aniquilación de Prigozhin ha demostrado a toda la élite que contraer acuerdos con Putin es inútil.

P. ¿Cuánto apoyo recibe Putin del régimen chino?

R. El apoyo de China para Putin es considerable. La posición de China es sumamente importante en cuanto a sortear el bloqueo del petróleo o para el suministro de productos prohibidos. También lo es a nivel secundario. Usted y yo entendemos que Corea del Norte no provee armamento a Putin sin el visto bueno de China.

P. ¿Cómo describiría su relación con el sector opositor de Alexéi Navalni?

R. A día de hoy, los partidarios de Navalni están divididos en dos partes. Unos dispuestos a comunicarse con nosotros. Tenemos buena relación con ellos, colaboramos. Otros, los de la fundación de lucha contra la corrupción, no quieren cooperar. Yo lo tomo con tranquilidad. Ellos sin duda representan una parte de la oposición, pero no una parte considerable. Siempre les dejo la puerta abierta.

P. ¿Qué puede hacer la oposición ahora?

R. Un primer objetivo es hacer contrapropaganda. Otro es el autoaprendizaje, aprender a actuar en coalición.

P. ¿Cómo de probable ve en el corto y medio plazo que se abra una nueva grieta?

R. En gran medida eso depende de la situación de la guerra. Si se ve un fracaso evidente del Kremlin, la probabilidad de un motín crece radicalmente.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).
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