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Hamás manda un violento mensaje a Oriente Próximo en un momento de cambio

La letal acción coordinada palestina se produce en pleno acercamiento entre Israel y Arabia Saudí, anatema para el movimiento islamista que gobierna Gaza

Un joven palestino junto a un vehículo israelí incendiado tras ser trasladado a Gaza por milicianos, este sábado.
Un joven palestino junto a un vehículo israelí incendiado tras ser trasladado a Gaza por milicianos, este sábado.STRINGER (REUTERS)
Antonio Pita

Con al menos 3.000 cohetes en pocas horas y decenas de milicianos cruzando una barrera hasta entonces considerada casi inexpugnable, el ataque sorpresa lanzado este sábado desde Gaza ―en el que los grupos armados han matado al menos a 250 israelíes y secuestrado a soldados y civiles― tiene tanto de logro militar sin precedentes como de guerra psicológica y de estudiado mensaje de Hamás a Oriente Próximo en un momento clave.

Israel lleva años con la voz cantante estratégica, con el conflicto con los palestinos enterrado en la lista de prioridades globales, particularmente desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, que ha desplazado la atención de las cancillerías. En paralelo, Israel ha obtenido desde 2020 el reconocimiento de tres países árabes (Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos) sin necesidad de efectuar concesiones sobre el dosier palestino o de aportar un horizonte de solución al conflicto a través de la creación de un Estado palestino.

Se trata de un logro importantísimo que ha cambiado el paradigma en la región e incrementado la sensación palestina de soledad estratégica, ya que hasta entonces el mundo árabe condicionaba ―al menos sobre el papel― el reconocimiento en bloque a la firma de la paz. Israel está intentando ahora sumar a la lista a la auténtica joya de la corona: Arabia Saudí. En las últimas semanas, se ha acelerado la negociación de un pacto entre Washington y Riad que implicaría el reconocimiento del Estado judío. “Cada día estamos más cerca”, dijo hace apenas tres semanas en una entrevista el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán. Poco después, ministros israelíes pisaron por primera vez el país de forma oficial.

Y es ahí donde ha querido mandar el mensaje Hamás, que no reconoce a Israel y ha señalado en el pasado que Riad cruzaría una línea roja al hacerlo. La propia milicia libanesa de Hezbolá, aliada de Irán y parte del autoproclamado “eje de la resistencia” contra el Estado judío, no ha dudado en interpretar este sábado el ataque desde Gaza como “un claro mensaje al mundo árabe y musulmán, y especialmente a aquellos que luchan por un acuerdo de normalización”.

“El tema saudí es claramente uno de los principales factores”, explica por teléfono Avi Melamed, experto militar israelí, exmiembro de los servicios de inteligencia y fundador del centro de análisis Inside the Middle East (Dentro de Oriente Próximo). “Hamás ha mandado un mensaje: haya o no normalización de relaciones con Israel, nosotros somos los que definimos el destino de este conflicto y los que podemos liderar la lucha contra Israel”.

Pese a haber restablecido relaciones diplomáticas en marzo, Teherán y Riad siguen mirándose con desconfianza y compitiendo por la hegemonía regional. Irán arma además a una de las milicias implicadas, la Yihad Islámica. Es bastante menor que el brazo armado de Hamás, que mide más sus movimientos y ha ido reduciendo lazos con Teherán. El viernes, en un paralelismo con la Guerra del Yom Kipur, otro momento en el que Israel se sorprendió de su posible fragilidad y del que se cumple ahora medio siglo, Hamás subrayó que “la resistencia es la única opción para frenar” a Israel, en referencia al uso de la violencia armada.

Pillados por sorpresa

Este sábado se lee como un guiño de una acción coordinada que ha pillado completamente por sorpresa a las fuerzas israelíes, pese a su poderío militar, sus sistemas electrónicos de vigilancia y su red de informadores sobre el terreno. La cantidad de información y logística (superando la barrera, por ejemplo, con parapentes adosados a vehículos) apunta a meses de preparación en plena escalada del conflicto.

En el conflicto de Oriente Próximo, todo está conectado, más aún en la era de las redes sociales, con la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén como símbolo definitivo. Hamás ha citado las “agresiones” a este lugar ―el tercero más sagrado del islam y símbolo de la identidad palestina― para justificar el ataque. Aunque ha sido históricamente la mecha de numerosos enfrentamientos, cunde la sensación entre los palestinos de que “corre peligro” y la tensión ha ido creciendo en los últimos meses. Esto se debe a la ascendente presión de movimientos que abogan por destruir las mezquitas para levantar allí (el lugar más sagrado del judaísmo) un tercer templo judío. El segundo fue destruido por los romanos hace dos milenios y el Muro de las Lamentaciones es su único vestigio. En los últimos meses, han aumentado los vídeos de judíos religiosos visitando el lugar, coreando lemas, rezando a sus puertas o intentando acceder sin permiso.

Esta inédita operación se produce, además, en un momento de particular desprestigio de la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abbas y buena parte de los palestinos percibe como subsidiaria de Israel. Hamás obtendrá este sábado condenas internacionales por asesinar a civiles y tomar rehenes, pero gana puntos ante los suyos como verdadero estandarte de la “resistencia”, una palabra que forma parte de su propio acrónimo.

En este aspecto, la lucha psicológica es clave. Tras evitar enfrentamientos abiertos con Israel desde 2014 o involucrarse con el freno de mano puesto (consciente del precio que conlleva para una población de Gaza bloqueada y empobrecida), las imágenes de milicianos paseando con M-16 por localidades israelíes, rehenes humillados en el suelo y civiles huyendo despavoridos son justo lo que busca Hamás: un movimiento dividido entre los partidarios de un enfoque más pragmático y los más irredentistas, que han ganado este sábado la partida.

Melamed apunta a que, pasado el shock inicial y la sensación de triunfo, la clave será la respuesta israelí y si el conflicto se extiende a Cisjordania, Jerusalén Este o incluso el sur de Líbano, con Hezbolá. “Veo difícil que el Gobierno se contente con acciones como las del pasado. Puede optar por algo que cambie de la a a la z su relación con Gaza. Está claro que algunos miembros del Gobierno pedirán la reocupación de Gaza”, de la que Israel retiró unilateralmente a sus soldados y colonos en 2005. La decisión es particularmente criticada hoy por los ultranacionalistas religiosos que, a raíz de las elecciones de noviembre, ostentan un poder inédito en la coalición más derechista en los 75 años de historia del país.

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Sobre la firma

Antonio Pita
Corresponsal para Oriente Próximo, tras cubrir la información de los Balcanes en la sección de Internacional en Madrid. De vuelta a Jerusalén, donde ya trabajó durante siete años (2007-2013) para la Agencia Efe. Licenciado en Periodismo y Máster de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid.

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