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Ucrania se convierte en la gran perjudicada por el acuerdo para evitar el cierre del Gobierno de EE UU

Congresistas de ambos partidos aseguran que en los próximos días buscarán fondos para ayudar a Kiev, pero la resistencia de los republicanos radicales es cada vez mayor

El líder de la minoría republicana en el Senado de EE UU, Mitch McConnell (centro), este domingo en el Capitolio.
El líder de la minoría republicana en el Senado de EE UU, Mitch McConnell (centro), este domingo en el Capitolio.JIM LO SCALZO (EFE)
Macarena Vidal Liy

Las medidas aprobadas a última —ultimísima— hora en el Congreso en Washington han evitado el cierre del Gobierno de Estados Unidos. Pero la ley firmada por el presidente Joe Biden pocos minutos antes de la medianoche del sábado, que permite financiar temporalmente el funcionamiento de las instituciones federales, ha dejado a una víctima por el camino: Ucrania.

La medida —presentada por la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, y refrendada por el Senado, de mayoría demócrata— excluye los fondos para continuar la asistencia militar al país invadido por Rusia. Los partidarios de esa ayuda, clara mayoría de los dos partidos en el Capitolio —el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, es uno de sus defensores más entusiastas— han prometido que en los próximos días presentarán de nuevo una propuesta de fondos. Pero algo ha quedado claro en las negociaciones y votos a lo largo de esta semana de órdago del ala dura republicana: la resistencia de los republicanos radicales a continuar la ayuda al Gobierno de Volodímir Zelenski es cada vez más firme y se extiende más entre las filas de ese partido, especialmente en la Cámara baja.

Es una perspectiva que, de cara al futuro, preocupa mucho en la Casa Blanca y entre los favorables a la ayuda a Kiev. Se acercan unas elecciones de noviembre de 2024 que se prometen muy reñidas, en las que estará en juego, además de la presidencia del país, las mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes. Y a medida que se caliente la campaña electoral, cabe esperar que los legisladores republicanos se muestren más y más reacios a bendecir aportaciones multimillonarias a una nación que a sus votantes les queda muy lejana, física y mentalmente.

Biden interrumpió su descanso dominical para un discurso televisado sobre el asunto que no había estado programado en su agenda. “Quiero decirle a nuestros aliados, al pueblo estadounidense y al pueblo de Ucrania, que pueden contar con nuestro apoyo. No les abandonaremos”, aseguró. En un comunicado previo había insistido: “No podemos permitir, bajo ninguna circunstancia, que se interrumpa el apoyo estadounidense a Ucrania. Espero que el presidente de la Cámara de Representantes [el republicano Kevin McCarthy] mantenga su compromiso con el pueblo ucranio y consiga la aprobación del apoyo necesario para asistir a Ucrania en este momento fundamental”.

Otros partidarios de la ayuda han puesto al mal tiempo buena cara. El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, puntualizaba que la medida aprobada este fin de semana es solo algo temporal: “Seguiremos luchando en favor de más ayuda económica y de seguridad para Ucrania”. “La mayor parte de los republicanos en el Senado seguimos comprometidos a ayudar a nuestros amigos en la línea de frente, a invertir más en el poderío estadounidense que refuerza a nuestros aliados y disuade a nuestro principal adversario estratégico, China”, subrayó, por su parte, McConnell. “Tengo confianza en que el Senado aprobará nueva ayuda urgente a Ucrania más adelante este año”, añadió el líder republicano.

Al menos de momento, en lo que respecta al conflicto en el país agredido, los miembros del ala dura, el Freedom Caucus, han conseguido lo que querían. A lo largo de la semana pasada impidieron que las propuestas que se votaran incluyeran las partidas de asistencia que deseaba la Casa Blanca: ni los 24.000 millones de dólares (unos 22.600 millones de euros) planteados inicialmente desde la oficina presidencial, ni los 6.000 millones de dólares previstos en una iniciativa del Senado para sufragar los gastos del Gobierno estadounidense a corto plazo.

Sí salió adelante un paquete de asistencia financiera contenida en una provisión específica para el Departamento de Estado. Pero para aprobar en la Cámara baja el miércoles una partida rutinaria y relativamente modesta de ayuda militar, de 300 millones de dólares, hubo que separarla de la propuesta de fondos para el Pentágono. Recibió luz verde, pero principalmente gracias a los votos demócratas. Y apuntó una tendencia preocupante para los partidarios de Kiev: una mayoría de congresistas republicanos (117 de un total de 222) se pronunció en contra.

Una enmienda propuesta por el líder de hecho de esta ala radical, el congresista Matt Gaetz, que prohibía por completo la asistencia a Ucrania, recibió una derrota contundente: más de 300 congresistas la rechazaron. Pero 93 legisladores, todos ellos republicanos, la respaldaron. Hace solo tres meses, una medida similar también de Gaetz solo había cosechado 70 síes.

“Momento fundamental”

“Es un momento fundamental para contar con estos fondos”, apelaba el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, en declaraciones a la cadena CNN el viernes. Las fuerzas ucranias se encuentran en plena contraofensiva para recuperar territorio ocupado por Rusia; la llegada del invierno complicará sus avances, recordaba. El Gobierno estadounidense, por boca de este alto cargo, también insiste en que una retirada de la asistencia por parte de Washington podría desencadenar un efecto dominó en otras capitales aliadas, que a su vez “podrían flaquear en sus aportaciones”. Eso supondría una derrota segura para Ucrania que dejaría a Rusia a las puertas de Europa y enviaría una señal de debilidad de las potencias occidentales a China en Asia Pacífico.

Zelenski había viajado a Washington la semana previa, precisamente para implorar a los congresistas que no cortaran la ayuda. Sin ella, alegaba, su país perderá la guerra. Y la derrota tendrá graves consecuencias para el orden mundial que defiende Estados Unidos, insistía, en un mensaje que reiteró una y otra vez a los 100 senadores —entre los que el apoyo a Kiev es, salvo excepciones aisladas, unánime entre los dos partidos— y a los líderes de la Cámara de Representantes, incluido el propio McCarthy.

Los llamamientos del presidente ucranio cayeron en saco roto entre los republicanos más radicales en la Cámara baja y el ala trumpista de ese partido. El candidato favorito entre los republicanos, el expresidente Donald Trump, insta día sí y día no a cerrar el grifo de las aportaciones a Ucrania. En el debate entre los candidatos de esa formación a la Casa Blanca esta semana, alguno de ellos —Vivek Ramaswamy, el aspirante más cercano a Trump en sus planteamientos, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis— reiteraban su intención de sajar esa asistencia y destinar esos fondos a otras prioridades internas estadounidenses.

Entre quienes han votado en contra de las medidas favorables a Ucrania se encuentran legisladores republicanos que hasta ahora habían defendido al Gobierno en Kiev, como el congresista Mike García, de California. Su argumento: la guerra se alarga, la contraofensiva no arroja grandes resultados, los ucranios reciben cada vez más armamento y más contundente, pero sigue sin atisbarse el fin del conflicto. Y no está claro, alegan, que los ucranios hagan el mejor uso de esos fondos.

“No tengo claro que los ucranios tengan una estrategia para la victoria claramente definida, que eche a los rusos de las regiones orientales ucranias”, apuntaba García en un vídeo el miércoles. “No tengo claro que nuestros países, Estados Unidos y Ucrania, estén alineados en el objetivo estratégico de repeler a Rusia. Y no tengo claro que los ucranios estén aceptando los consejos militares sobre cómo ganar la guerra”, agregaba, al puntualizar que no puede apoyar “un cheque en blanco” para Kiev.

En el otro lado del arco ideológico, la congresista demócrata Betty McCollum, principal responsable de su partido para la asignación de fondos de defensa, lanzaba un llamamiento opuesto: “No abandonemos a nuestros socios democráticos. No abandonemos ahora a nuestros aliados de la UE y de la OTAN. No abandonemos a Ucrania”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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