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La inacción de Mohamed VI frena la respuesta del Estado al terremoto más intenso en la historia de Marruecos

Cuatro días después del seísmo, el monarca visita a los heridos en un hospital de Marraquech. El Gobierno actúa sin clara iniciativa, a la espera de las instrucciones del rey, mientras la sociedad civil y el ejército lideran la ayuda

Mohamed VI visita a un herido del terremoto en un hospital de Marraquech, este martes. Vídeo: REUTERS
Juan Carlos Sanz

El hipercentralizado aparato de poder en Marruecos —que confluye en el vértice del rey Mohamed VI, un soberano constitucional, pero con amplísimos poderes— está lastrando la respuesta del país al terremoto más intenso registrado en su historia, que ha causado cerca de 3.000 muertos y más de 5.000 heridos en la empobrecida región del Atlas, en el sur. El Gobierno parece actuar sin iniciativa propia, a la espera de las instrucciones del monarca, tras el violento seísmo que sacudió nueve provincias meridionales poco antes de la medianoche del viernes. Desde entonces, Mohamed VI solo ha comparecido en público dos veces: la tarde del sábado, a su regreso a Rabat de un viaje privado a París, y a última hora del martes, en Marraquech.

La sociedad civil, que se ha movilizado para enviar ayuda urgente a los damnificados, y el ejército, que ha desplegado todo su músculo logístico, han liderado hasta ahora la respuesta ante la catástrofe frente a la imagen de semiparálisis ofrecida por el Gobierno del primer ministro Aziz Ajanuch.

En el cuarto día tras el temblor de tierra y el tercero después de su retorno a Marruecos, Mohamed VI ha visitado la tarde de este martes el hospital que lleva su nombre en Marraquech, donde donó sangre y conversó con algunos de los heridos en el seísmo, según ha informado la agencia estatal de noticias MAP. El jefe del Estado llegó en una larga caravana de vehículos oficiales y de seguridad, a cuyo paso se cortó el tráfico en las grandes arterias de la ciudad. En 2004, otro terremoto causó más de 600 muertos en Alhucemas, al norte del país. El rey, que había sido entronizado en 1999 a la muerte de su padre, Hasán II, se desplazó entonces casi de inmediato al lugar del desastre para visitar a las víctimas.

“El hospital regional de Alhucemas está ya terminado, pero no se puede inaugurar hasta que el rey venga a cortar la cinta”, desvelaba la semana pasada, amparado en el anonimato, un activista político de la izquierda en el Rif, en el norte de Marruecos. Coincidiendo con su 60° cumpleaños, el 21 de agosto, Mohamed VI pasó en su residencia veraniega de Alhucemas los últimos días de sus vacaciones estivales, que había iniciado a finales de junio en Tetuán y Mdiq (Rincón, bajo el Protectorado español), antes de viajar el 1 de septiembre a la capital francesa, donde posee una lujosa residencia. El soberano no acudió a inaugurar el hospital de Alhucemas. Pero en la opinión pública del país, las voces críticas con el rey son inexistentes.

Hospitales a la espera de ser inaugurados

Casi nada se mueve en la Administración de Marruecos sin recibir las bendiciones del monarca, definidas habitualmente como “altas instrucciones reales”. El gran complejo de Centro Hospitalario Universitario de Tánger, también llamado Mohamed VI y el más moderno del país magrebí, tuvo que esperar hasta finales de abril para abrir sus puertas de forma oficial tras el recorrido que el soberano alauí efectuó en sus instalaciones, que según la prensa marroquí llevaban varios meses listas para su entrada en servicio.

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A pesar de la reforma constitucional de 2011, en la que hizo algunas concesiones ante la presión del movimiento popular del 20 de febrero, surgido en la estela de la Primavera Árabe, el rey de Marruecos es un jefe de Estado con funciones mucho más ejecutivas que ceremoniales. El soberano designa al jefe del Gobierno con más apoyo parlamentario, pero influye directamente en los equilibrios de las coaliciones en las cámaras legislativas mediante los partidos denominados independientes, leales al monarca. Sus amplios poderes se concentran ante todo en la designación directa de los titulares de los Ministerios de Defensa, Interior y Asuntos Exteriores. Ostenta además el título religioso de Comendador de los Creyentes, que le otorga gran influencia sobre una sociedad mayoritariamente conservadora y religiosa.

El Gobierno de Marruecos, que había guardado silencio inicial tras el terremoto que sacudió el sur del país el viernes, mantuvo la tarde del domingo una reunión de emergencia. “Desde los primeros momentos del devastador terremoto, siguiendo las instrucciones del rey, todas las autoridades civiles y militares, y los servicios médicos han trabajado en las tareas de rescate”, aseguró en la noche del lunes el portavoz gubernamental, Mustafá Baitas. El jefe del Gobierno, Aziz Ajanuch, también asistió durante la tarde del sábado a una reunión sobre el mismo asunto en el Palacio Real de Rabat, adonde acababa de regresar Mohamed VI para presidir una sesión de trabajo sobre el terremoto y sus consecuencias en la población.

Ajanuch presidió el lunes una comisión interministerial para coordinar las ayudas a los afectados, en la que anunció que el Gobierno ofrecerá ayudas económicas para reconstruir o reparar las viviendas que han quedado arrasadas o dañadas. El jefe del Gobierno aseguró que el medio centenar de edificios escolares que han sido destruidos por el temblor de tierra serán también reconstruidos. Decenas de poblaciones y aldeas han tenido que afrontar, sin embargo, con sus propios medios las secuelas del seísmo, asistidos apenas por los envíos de ayuda humanitaria por parte de asociaciones y ciudadanos de todo el país que se han desplazado con sus vehículos para auxiliar a los damnificados.

El Ministerio del Interior, la única voz que se hace oír desde el Estado marroquí con sus periódicos balances de víctimas, ha precisado que Marruecos solo ha respondido favorablemente a las ofertas de apoyo formuladas por cuatro “países amigos”: dos en Europa (España y el Reino Unido) y otros dos en el mundo árabe (Emiratos Árabes Unidos y Qatar).

La Unidad Militar de Emergencias (UME) de España se ha desplegado ya en la ciudad de Amizmiz (45 kilómetros al sur de Marraquech), en un recinto castrense que comparte con la unidad de rescate británica. Naciones como Francia, Estados Unidos, la India o Israel han visto vetadas hasta ahora sus propuestas de colaboración. Cerca de un centenar de países han hecho llegar al Gobierno marroquí ofertas de colaboración en las tareas de rescate y ayuda. Las autoridades aseguran que están llevando a cabo antes una “evaluación precisa de las necesidades sobre el terreno” para evitar que se produzcan casos de “descoordinación”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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