Los candidatos republicanos a las primarias se ven impotentes ante el empuje de Trump
Los rivales del expresidente de EE UU se enfrentan en el primer debate mientras observan cómo se esfuma la posibilidad de cambiar la dinámica de la campaña
Los empleados de Fox News trabajaban a destajo este martes en Milwaukee (Wisconsin) para tener todo a punto para el primer debate de las primarias republicanas para la presidencia de Estados Unidos. Es el pistoletazo de salida extraoficial de la campaña. Pero aunque la carrera no haya hecho más que empezar, da la impresión de que uno de los competidores, Donald Trump, ya está casi llegando a la meta. Tal es la ventaja que tiene en las encuestas que el expresidente ha decidido no dignarse a participar en los debates, ante la impotencia de sus rivales, que ven cómo se puede esfumar una de las pocas oportunidades de cambiar la dinámica de una campaña que parece decidida de antemano.
El Comité Nacional Republicano anunció este lunes por la noche que ocho candidatos, aparte de Trump, han superado el listón mínimo de intención de voto y donaciones de simpatizantes que exigía el partido, entre protestas de quienes se quedarán al margen del evento, que se celebra en el Fiserv Forum, donde juegan los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokoumpo. El pabellón luce un cartel gigante en el exterior con la imagen de los presentadores de la Fox Bret Baier y Martha MacCallum, moderadores, y el anuncio del debate de este miércoles. En los alrededores solo se veían este martes unos cuantos simpatizantes del expresidente, pese a que él no acude, con pancartas de apoyo. “Amo a Trump”; “amamos a Trump”, repetían todos ellos mientras rechazaban contestar ninguna otra pregunta, como si tuvieran la consigna de no decir nada más.
Los ocho participantes han aceptado firmar un compromiso de que apoyarán a quien resulte nominado en la convención republicana que se celebrará en julio de 2024 en esta misma ciudad. Milwaukee es la población más importante de Wisconsin, un Estado bisagra que puede decantar la balanza en las elecciones del 5 de noviembre del próximo año.
Con su ausencia, Trump pretende adoptar una posición de superioridad con respecto a sus rivales. Tradicionalmente, los presidentes en ejercicio que se presentan a la reelección dan casi por hecha su nominación y no van a debatir con quienes le desafían. Trump fue nominado casi por aclamación en 2020 y tampoco se espera que Biden haga frente ahora a sus rivales demócratas, más bien marginales. Y eso, marginales, es lo que considera el expresidente que son los ocho candidatos que acuden este miércoles a debatir bajo su alargada sombra. No en vano, su intención de voto, del 52,5%, según la media de grandes encuestas de FiveThirtyEight, supera a la de los ocho participantes del debate juntos. La multitud de alternativas diluye el apoyo a sus rivales y juega también a favor del candidato a batir.
La popularidad de Trump entre las bases republicanas, los que votan en las primarias, es tan alta que sus rivales se han encontrado haciendo funambulismo. Buscan el equilibrio entre diferenciarse de Trump y no indisponer a las bases, pero son conscientes de que están en la cuerda floja.
La mayoría de los candidatos ha estado haciendo campaña de forma insistente en los primeros Estados que participan en las primarias: Iowa, que abre el fuego con sus caucus el 15 de enero, New Hampshire y Carolina del Sur, sobre todo. Pero con algunas excepciones (el exvicepresidente Mike Pence y Ron DeSantis, principalmente), la mayoría no son suficientemente conocidos a escala nacional y en el debate de la Fox se presenta la oportunidad de hacer llegar su voz a todo el país.
DeSantis, de promesa a desastre
Ausente Trump, muchos de los focos estarán puestos en Ron DeSantis. Es el segundo por intención de voto, pero su campaña ha sido hasta ahora un desastre. En noviembre pasado, cuando arrasó en la reelección como gobernador de Florida mientras los candidatos trumpistas fracasaban en las elecciones de mitad de mandato, aparecía como la gran promesa republicana, pero los errores propios y los ataques de Trump le han impedido despegar. De hecho, ha ido perdiendo terreno desde que ha entrado en campaña y ya solo tiene un 15,2% de intención de voto, a más de 37 puntos de Trump.
DeSantis necesita brillar en el debate, pero por si faltaba algo para arruinar el tono con que llega, The New York Times ha desvelado documentos de estrategia de su campaña, incluido uno con recomendaciones para el debate: “1. Atacar a Joe Biden y a los medios de comunicación 3-5 veces. 2. Exponer la visión positiva del GRD [gobernador Ron DeSantis] 2-3 veces. 3. Machacar a Vivek Ramaswamy en una respuesta. 4. Defender al ausente Donald Trump en respuesta a un ataque de Chris Christie”.
Es probable que la ausencia de Trump reste audiencia, aunque Fox News se plantea emitir declaraciones suyas de archivo durante el debate para hacerle presente de alguna forma. El expresidente planea contraprogramar con una entrevista concedida al popular y polémico comunicador Tucker Carlson, que ha estado colgando en X, la red social antes conocida como Twitter, sus últimas intervenciones tras ser despedido como presentador estrella de Fox News.
Pese a todo, el evento del miércoles, convertido en espectáculo por la Fox y cuyos fragmentos destacados se harán virales en las redes, sigue siendo la mejor oportunidad de los candidatos para intentar sacudir la campaña. Para ello, sin embargo, algunos estrategas recomiendan arriesgar. Si DeSantis y el resto de alternativas no consiguen cuestionar de forma convincente la capacidad de Trump de ganar a Biden en 2024, es difícil que nada se mueva.
Junto a DeSantis y Pence participa en el debate una estrella emergente entre los conservadores: el emprendedor multimillonario del mundo de la biotecnología y azote de la ideología woke Vivek Ramaswamy, una especie de Trump milenial de padres indios que ha subido en las encuestas hasta el 9,3%. También acudirán Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur, (con un 3,5% de intención de voto); Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey (también 3,5%); Tim Scott, el único senador republicano negro (3,4%); Asa Hutchinson, exgobernador de Arkansas (0,7%) y Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte (0,4%).
De los ocho, los más fieros opositores a Trump son Christie, que ha llamado “cobarde” al expresidente por no asistir, y Hutchinson, que lo atacó abiertamente en un reciente acto de campaña en Iowa: “Donald Trump no se presenta a la presidencia para volver a hacer grande a Estados Unidos (...) Donald Trump se presenta para no ir a la cárcel”, dijo.
Trump viaja este jueves a Atlanta para ser fichado por su cuarta imputación (en este caso, por intentar alterar el resultado electoral de 2020 en el Estado de Georgia). Allí tendrá que hacer frente a la fianza de 200.000 dólares que le ha fijado el juez. Pero ni siquiera las investigaciones penales han conseguido erosionar la popularidad a Trump entre los suyos.
Al contrario, le han servido para recaudar más dinero y lograr más apoyo. A ojos de las bases republicanas, Trump no es un presunto delincuente, sino una víctima —más aún, un mártir— de la imaginaria persecución política —”caza de brujas”, lo llama él— de que es objeto por parte de Joe Biden para evitar que lo reemplace en la Casa Blanca. Los rivales republicanos de Trump, con alguna excepción, no se atreven a contradecir esa tesis. Lo que podía parecer el punto débil de Trump más bien le blinda.
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