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Lula lanza su plan estrella en economía con 350.000 millones de dólares de inversión en infraestructuras y transición ecológica

El Gobierno de Brasil da un peso creciente a los proyectos sostenibles pero mantiene su apuesta firme por el petróleo

El presidente Lula, de Brasil, presenta este viernes en Río de Janeiro su gran plan de inversiones para reactivar la economía.
El presidente Lula, de Brasil, presenta este viernes en Río de Janeiro su gran plan de inversiones para reactivar la economía.Antonio Lacerda (EFE)

El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, pudo disfrutar en su primera etapa al frente del Gobierno de Brasil (2003-2010) de un generoso viento de cola en economía gracias al apetito chino por las materias primas; ahora la situación es bien distinta, gobierna un país que lleva una década de crecimiento anémico del PIB. Lula ha presentado este viernes en Río de Janeiro su receta estrella para reactivar la economía, crear empleo y reducir la desigualdad. El Plan de Aceleración del Crecimiento (PAC) pretende invertir en los próximos años 350.000 millones de dólares [unos 320.000 millones de euros] —de dinero público y privado— en infraestructuras, educación, transición ecológica, extracción de petróleo, digitalización y en terminar obras inconclusas, entre otros proyectos.

Lula ha adoptado, en el imponente Teatro Municipal de Río, el tono de las grandes ocasiones: “Hoy empieza mi Gobierno. Hasta ahora lo que hicimos fue reparar lo que otros destruyeron. El PAC es el comienzo de nuestro tercer mandato. A partir de ahora los ministros van a parar de tener ideas, van a tener que cumplir lo que fue aprobado aquí y trabajar mucho para ejecutarlo”.

Inmediatamente después de ganar las elecciones el pasado octubre, Lula anuncio su intención de impulsar un gran plan de inversión público-privada para sacar a la economía del letargo en el que está sumida. Y para elegir los proyectos concretos en los que poner el dinero, pidió a cada uno de los 27 gobernadores del país que le indicaran sus proyectos prioritarios. Una estrategia de seducción, muy al estilo Lula, y considerada crucial para limar asperezas tras una victoria reñidísima que dejó el país dividido en dos mitades y al izquierdista sin mayoría en el Congreso.

Los gobernadores más alineados con el bolsonarismo, como el de São Paulo, Tarcísio de Freitas, de 48 años —el mejor colocado para suceder como líder de la derecha a Jair Bolsonaro, de 67 años— declinaron la invitación para asistir al acto en un teatro carioca.

Las cuentas del Gobierno indican que una quinta parte de los fondos saldrá del presupuesto del Gobierno federal; otro quinto, de empresas estatales; un quinto más llegará vía financiación y los dos quintos restantes serán aportados por la iniciativa privada. El mandatario ha animado a China y a Estados Unidos a invertir más en Brasil y también tenía un mensaje para los empresarios locales: “Que los empresarios no tengan miedo, no queremos un Estado empresario, queremos un Estado inductor [del crecimiento]”.

Todavía queda un arduo trabajo por delante para Lula, su partido y su equipo porque, por ejemplo, les resulta imprescindible que el Congreso dé el visto bueno definitivo al nuevo marco fiscal para sanear las cuentas. Si las metas se cumplen, se crearán 2,5 millones de empleos directos y 1,5 millones de indirectos.

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Parece lógico que el evento fuera en Río de Janeiro porque este Estado es, con diferencia, el que más inversiones recibirá. El grueso será destinado a 16 nuevas plataformas de extracción de petróleo y gas. Aunque Lula ha hecho del medio ambiente uno de los pilares de su política exterior, no tiene ninguna intención de renunciar a explotar los combustibles fósiles y Petrobras sopesa ampliar incluso sus operaciones en la Amazonia. En paralelo, el Gobierno pretende incentivar con inversiones la transición ecológica. También las hay para la urbanización de favelas, saneamiento, escuelas, cultura y para Defensa. Es la técnica que Lula ya usó en su primera etapa para reducir el recelo de los militares. El segundo Estado que más inversiones va a atraer es São Paulo, el más rico, que destinará los fondos sobre todo a infraestructuras de transporte.

El Gobierno de Lula, que pone el foco en la falta de inversión en los años de Bolsonaro, habla de 14.000 obras paradas por todo el país, que serán una “absoluta prioridad”, según el ministro de la Casa Civil, Rui Costa, que coordinará la ejecución del ambicioso programa.

El ambiente festivo —”el optimismo está aquí”, dijo el vicepresidente, Geraldo Alckmin— solo fue empañado por los abucheos de la militancia del Partido de los Trabajadores (PT) al gobernador de Río de Janeiro, el bolsonarista Cláudio Castro, que chocaron con el mantra de reconciliación y reconstrucción que Lula pregona en cuanto tiene ocasión. Cuando por fin tomó el micrófono, Lula, visiblemente irritado, dedicó un buen rato a abroncar a sus seguidores por no ayudar a construir “un país civilizado”.

Este plan es una reformulación actualizada de un plan de inversiones de sus anteriores mandatos, un método que el líder del PT también ha aplicado a su política social y medioambiental para este tercer mandato.

El Plan de Aceleración del Crecimiento adquirió mala fama con el tiempo porque la presidenta Dilma Rousseff lo amplió, agravando una crisis fiscal que culminó en una recesión en 2014, y porque algunas de las obras más emblemáticas previstas acabaron como elefantes blancos, como símbolos de la corrupción. Quedaron a medio construir porque estaban en el corazón de las corruptelas investigadas en el caso Lava Jato, que la propia justicia brasileña ha anulado en buena medida. Mientras el Gobierno insiste por tierra, mar y aire en que este plan tiene plena responsabilidad ambiental y fiscal, Lula ha querido que Rousseff, “la madre del (plan de inversiones) primogénito”, estuviera a su lado en la presentación pública del nuevo retoño.

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