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La junta golpista de Níger rompe los acuerdos militares con Francia y se acerca a Rusia

La Comunidad Económica de Estados de África Occidental amenaza con el uso de la fuerza si no se devuelve el poder a los civiles antes de este domingo

José Naranjo
Niger Rusia
Manifestantes favorables al golpe de Estado encaramados a la Asamblea Nacional con banderas de Níger, Rusia y Malí, el 3 de agosto en Niamey.STRINGER (REUTERS)

La junta militar que gobierna Níger tras el golpe de Estado de la semana pasada ha decidido romper los acuerdos militares que mantiene el país con Francia, decisión que compromete la presencia de unos 1.500 militares galos en suelo nigerino. Así lo anunció este jueves Amadou Abdramane, portavoz de la junta, en un comunicado leído en la televisión pública tras el fracaso de la misión de mediación de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) que se trasladó hasta Niamey, la capital del país africano. Senegal, Costa de Marfil, Nigeria y Benín han anunciado su disposición a participar en una intervención militar si no se devuelve el poder a los civiles antes del domingo. Por su parte, la junta castrense cuenta con el apoyo de los regímenes militares de Malí, Burkina Faso y Guinea.

“Ante la actitud impertinente y la reacción de Francia relativa a la situación, el Consejo Nacional para la Protección de la Patria (CNSP) ha decidido denunciar los acuerdos de cooperación en materia de seguridad y defensa con dicho Estado”, aseguró Abdramane, en referencia al estacionamiento de militares franceses en Níger y a su estatus en el marco de la lucha contra el yihadismo. Tras la expulsión de los militares franceses de Malí y Burkina Faso, Níger se había convertido en el epicentro de la acción de París en el Sahel, con la presencia de unos 1.500 soldados en su mayor parte de la operación Barkhane. Además, la junta militar ha cortado la emisión de los medios públicos Radio France International y France24.

El CNSP ya había acusado este lunes al Gobierno francés de querer “intervenir militarmente” en Níger para restablecer el orden constitucional. El domingo pasado, manifestantes favorables al golpe de Estado intentaron entrar con violencia en la Embajada francesa en Niamey, pero fueron dispersados con gases lacrimógenos. Posteriormente, el presidente Emmanuel Macron advirtió de una “respuesta inmediata e innegociable” ante cualquier ataque a ciudadanos o intereses franceses en el país. Ante el deterioro de la situación, el Elíseo evacuó esta semana a un millar ciudadanos, la mayor parte franceses, pero también de otros países de Europa y del resto del mundo.

Banderas rusas

Mientras crece la hostilidad de la junta militar hacia Occidente, las señales de simpatía hacia Rusia se multiplican. El movimiento M62, que siempre fue crítico con la presencia francesa en Níger, ha adquirido un notable protagonismo en los últimos días y fue el organizador de la concentración por la independencia de Níger celebrada este jueves que, de facto, se convirtió en un gran acto de apoyo al golpe de Estado. Durante dicha concentración ondearon decenas de banderas rusas y se corearon eslóganes favorables a la expulsión de los militares franceses y a una mayor cooperación con Moscú.

Los nuevos gobernantes ya han anunciado su plena colaboración con los regímenes militares de Malí y Burkina Faso, que cuentan con un notable apoyo ruso. Apenas unas horas después del golpe, la organización rusa Comunidad de Oficiales para la Seguridad Internacional (COSI), considerada como parte de la constelación propagandística del grupo paramilitar Wagner, difundía un supuesto mensaje de su jefe, Yevgueni Prigozhin, en el que aseguraba que la asonada militar formaba parte de la “lucha contra los colonizadores” y destacaba el papel desempeñado por sus mercenarios en el Sahel en el combate contra el yihadismo en países como Malí.

Por su parte, el depuesto presidente Mohamed Bazoum denunciaba este viernes en una tribuna publicada en The Washington Post que continuaba “secuestrado por la junta militar” y negaba los argumentos esgrimidos para justificar el golpe de Estado: mal gobierno e inseguridad. Asimismo, advertía de que “tras la invitación realizada por los golpistas y sus aliados regionales, todo el Sahel central podría caer bajo la influencia rusa a través del grupo Wagner (…)”. “Níger es el último bastión de respeto a los derechos humanos frente a los movimientos autoritarios que se han apoderado de algunos de nuestros vecinos. Si bien este intento de golpe es una tragedia para los nigerinos, su éxito tendría consecuencias devastadoras mucho más allá de nuestras fronteras”, avisó.

Sanciones económicas

En paralelo, una misión de la Cedeao aterrizó este jueves en Niamey para reunirse tanto con los militares golpistas como con Bazoum, que sigue retenido por la junta. Sin embargo, dicha misión no consiguió sus objetivos y regresó a Nigeria sin haber salido siquiera del aeropuerto. La Cedeao impuso la semana pasada duras sanciones económicas a Níger y amenazó con una intervención militar, como último recurso, si los militares no devolvían el poder a los civiles antes del domingo 6 de agosto. Las primeras consecuencias de las sanciones ya se han traducido estos días en Níger en problemas para el suministro energético y subida de precios.

Al menos cuatro países han anunciado ya su disposición a participar en una posible intervención militar. Se trata de Costa de Marfil, Nigeria, Benín y Senegal. Este viernes, los jefes de las Fuerzas Armadas de la Cedeao se reúnen en Abuya, capital de Nigeria, para seguir avanzando sobre la opción militar, impulsada de manera decisiva por el presidente de este organismo regional, el nigeriano Bola Tinubu.

Amadou Abdramane, portavoz de la junta militar nigerina, se refirió también en su comunicado de este jueves al ultimátum de la Cedeao: “Toda agresión o intento de agresión contra el Estado de Níger tendrá una respuesta inmediata y sin aviso de las Fuerzas de Defensa y Seguridad de Níger sobre uno de sus miembros, con la excepción de los países amigos suspendidos”. Los suspendidos son Guinea, Malí y Burkina Faso, donde también gobiernan juntas militares, que ya han anunciado que reaccionarían en defensa de Níger en el caso de que se produjera una intervención militar.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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