El Parlamento israelí aprueba una controvertida ley que limita el poder del Tribunal Supremo
La coalición de Netanyahu vota a favor de una norma clave de la reforma judicial, mientras la oposición se ausenta del pleno. “Es el primer paso de un proceso histórico”, señala el ministro de Justicia en medio de protestas en las calles
Al más puro estilo israelí (tras más de un día de encendido debate, con negociaciones de último minuto y manifestaciones en el exterior), el Parlamento ha aprobado la primera ley de peso de la reforma judicial que el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu presentó el pasado enero y que ha generado 30 semanas consecutivas de manifestaciones multitudinarias. La calle ha respondido con concentraciones y cortes de carreteras en distintos puntos del país, principalmente Jerusalén, donde se respira más sensación de derrota que enfado. En un discurso a la nación a última hora de la jornada, Netanyahu ha asegurado que la nueva ley era “necesaria para la democracia” y emplazado a alcanzar acuerdos sobre el resto de la reforma para noviembre.
La norma retira al Tribunal Supremo la capacidad de anular aquellas decisiones del Gobierno, ministros o cargos públicos electos que considere irrazonables. Se trata de uno de los filtros jurídicos que ostentaba la Corte en un país sin Constitución (se guía por una serie de leyes básicas desarrolladas a lo largo de los años) y en el que el Parlamento elige al primer ministro. La oposición percibe al Supremo como el garante de la separación de poderes y la derecha, como un órgano ideológico e intervencionista.
Tras su aprobación en segunda lectura, los diputados de la oposición comenzaron a gritar: “¡Vergüenza!”, y abandonaron el pleno, para ausentarse de la tercera y última lectura. Los 64 diputados de la coalición de gobierno, formada por el partido de Netanyahu (Likud) con ultraortodoxos y ultranacionalistas, votaron a favor, incluido el ministro de Defensa, Yoav Galant, que venía negociando un acuerdo y se desmarcó el pasado marzo de la iniciativa. “Es el primer paso de un proceso histórico”, ha dicho justo después el ministro de Justicia y principal arquitecto de la reforma, Yariv Levin, criticado en las redes sociales por hacerse selfis en la Cámara celebrando el momento. El titular de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ha dejado claro que aún quedan “muchas otras leyes” por aprobar en el periodo de sesiones parlamentario de otoño, que comienza en octubre.
El líder de la oposición y ex primer ministro, Yair Lapid, ha respondido que mantendrá la presión: “Lo que ha pasado hoy no es democracia, es una ruptura clara de las reglas de juego [...] No se puede anular el carácter de Israel. No es un triunfo de la coalición, es una derrota de la democracia israelí”. Lapid tiene previsto llevar la ley ante el Supremo este martes. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había pedido a Netanyahu en las últimas horas “no apresurarse” en sacar adelante la reforma. Tras la votación, la Casa Blanca ha considerado “desafortunada” la aprobación de la ley. “Creemos que para los grandes cambios democráticos hay que trabajar por el consenso”, ha señalado su portavoz, Karine Jean-Pierre. El séquel se ha debilitado y el índice bursátil de referencia, TA-35, ha caído un 1%.
Las conversaciones entre escaños de diputados de uno y otro bando se sucedieron hasta el último minuto. Netanyahu hablaba a menudo por teléfono dentro del pleno, al que llegó por la mañana tras recibir el alta hospitalaria un día después de que le implantaran un marcapasos, con 73 años.
El presidente, Isaac Herzog, trató de forjar un consenso de última hora para suavizar la anulación de la razonabilidad y prorrogar el resto del paquete legislativo de la reforma. A mediodía, emitió un comunicado en el que aseguraba que Israel se encuentra en un “estado de emergencia nacional” que exige responsabilidad compartida. “Estamos trabajando contra el reloj, de todas las formas posibles, para alcanzar una solución. La infraestructura para un posible entendimiento existe, pero hay aún diferencias que requieren que las distintas partes muestren responsabilidad”, agregó.
La votación comenzó tras el anuncio por Lapid del fracaso de un intento de pacto. “Con este Gobierno es imposible llegar a acuerdos que salvaguarden la democracia israelí”, criticó. El texto ya fue aprobado en primera lectura el pasado día 11. La oposición trató luego de frenarlo, sin éxito, con la presentación de cerca de 28.000 enmiendas en el Comité de Constitución, Ley y Justicia.
Cañones de agua
Tras la votación comenzó a circular por los grupos de Whatsapp un llamamiento: “La ley de la dictadura ha sido aprobada. ¡Salid a la calle”. Los organizadores también enviaron SMS a los teléfonos.
Poco a poco, las calles se fueron llenando. En Jerusalén, los manifestantes lograron cortar temporalmente una importante avenida hasta que fueron dispersados con cañones de agua y líquido pestilente. Es la primera vez que la policía los emplea en Jerusalén en más de medio año de protestas, que han tenido Tel Aviv como epicentro.
Un grupo de manifestantes ha resultado heridos de levedad por un atropello a propósito, según la policía. El canal público de televisión ha difundido un vídeo del momento. En anteriores protestas se han producido casos similares, generalmente en moto y menos potentes, que han despertado el fantasma de que la crisis, una de las mayores de los 75 años de historia del país, derive en un enfrentamiento social más amplio.
Miles de personas se concentraron frente a la misma Kneset que acababa de aprobar la ley. Además de las omnipresentes banderas israelíes se podían ver camisetas con lemas como “Amo al Supremo” o réplicas de la declaración de independencia con la que se fundó el país en 1948 y que cita a menudo estos meses el Israel judío más liberal y secular.
Los discursos desde el escenario, montado el día anterior, contrastaban con los rostros y los silencios, que denotaban una mezcla de incredulidad y decepción. “Es un día muy triste, mi sensación es de derrota”, admitía Elinor Shenhod, de 53 años. A su lado, Einat Adin, cinco años mayor, mostraba su sorpresa de que los 64 diputados del Ejecutivo de coalición hayan votado a favor al unísono, sin siquiera una abstención: “Es una decepción ver cómo nadie en el Gobierno para y piensa: ‘bueno, medio país quiere esto, medio no; habrá que buscar una fórmula intermedia’. Está claro que esto va para largo y puede durar un año más. Lo que quiero es que mis hijos puedan vivir en el país que quieran, pero también que puedan elegir quedarse a vivir aquí”. Ha venido desde la ciudad de Haifa, a unas dos horas en coche, ahora que Jerusalén se ha convertido en el núcleo de la protesta.
La sensación de derrota dominaba las conversaciones entre los manifestantes, en las que se repetían frases como “No me lo creo”, “Pensé que no lo harían” o “Se sienten más fuertes de lo que pensaba”.
Por eso, desde el escenario, los oradores trataban de levantar el ánimo. La exministra de Exteriores Tzipi Livni, muy activa en las protestas tras retirarse hace cuatro años de la política parlamentaria, lanzaba un mensaje a Netanyahu (”toda la responsabilidad es tuya”) y otro a sus socios “radicales” en el Ejecutivo: “Podéis legislar, pero no vencer a la identidad judía, liberal y democrática, al despertar que se ha generado y al orgullo renovado por la bandera israelí y lo que representa”. “Sois ―lanzó a los asistentes― lo mejor que le ha pasado al Estado de Israel”. En la misma línea, Eyal Nave, uno de los principales activistas del colectivo de reservistas opuestos a la reforma Hermanos de Armas, quiso señalar al futuro ante los rostros alicaídos: “¡Buenas tardes, bloque liberal! ¿Estáis cansados? ¡Seguiremos otros 20 años si hace falta!”.
Al caer la noche, bajó la media de edad de los manifestantes frente a la Kneset. La policía trató de dispersar también con cañones de agua a miles de jóvenes, que encaraban a los agentes con cánticos como “Estamos aquí también por vosotros”, “Democracia o rebeldía” o “Habéis arrasado el Estado, nosotros lo arreglamos”. En la protesta estaba Elazar Stern, diputado de Yesh Atid, el partido de Lapid, y ministro de Inteligencia en el anterior Gobierno.
Muchos tenían la sensación de que, como sucedió en marzo, la presión frenaría la aprobación de la ley. La votación se produjo, de hecho, en medio de manifestaciones y tras una simbólica marcha desde Tel Aviv. El Foro de los Negocios anunció el cierre de centros comerciales y tiendas, y varias empresas de alta tecnología (un sector muy implicado en las protestas contra la reforma) permitieron a sus empleados acudir a las manifestaciones, en vez de trabajar. Además, más de 10.000 reservistas de las Fuerzas Armadas venían amenazando en los últimos días con dejar de ponerse el uniforme si la reforma sale adelante.
Es el caso de Rahel Haver, de 35 años y que fuma con la mirada perdida antes de girarse para preguntar a un desconocido: “Y ahora, ¿qué?”
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