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El presidente Lula releva a la ministra de Turismo a cambio de más apoyo parlamentario

Varios de los partidos sin ideología que apoyaron la reciente reforma tributaria en Brasil reclaman ministerios con buenos presupuestos al mandatario

Naiara Galarraga Gortázar
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibe al exmandatario uruguayo José Mujica en el palacio de Planalto en Brasilia.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibe al exmandatario uruguayo José Mujica en el palacio de Planalto en Brasilia.Andre Borges (EFE)

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, mantiene un intenso cortejo con algunos de los partidos con más fama de ofrecer apoyo parlamentario a cambio de cargos con jugosos presupuestos. Es en ese contexto en el que tras un culebrón de idas y venidas que ha durado 40 días Lula ha nombrado este viernes ministro de Turismo a Celso Sabino en sustitución de Daniela Carneiro, una evangélica casada con un poderoso alcalde de la zona metropolitiana de Río de Janeiro. El mandatario, que no tiene mayoría parlamentaria, busca ampliar su base de apoyo en el Congreso para poder sacar adelante sus planes.

Lula pierde con este cambio una de las 11 ministras del Gabinete de 37 carteras con el que arrancó el mandato. La saliente Carneiro ha caído porque dejó el partido con el que llegó a ministra. Precisamente en sus primeros días en el cargo sobrevivió a la crisis abierta porr su relación con políticos vinculados a grupos paramilitares. Este es el segundo relevo ministerial del Gobierno en seis meses. El anterior fue la destitución del único ministro militar por pérdida de confianza.

Lula se ha resistido a oficializar el relevo durante tantas semanas que la confirmación de la decisión, vía decreto en el Diario de la Unión, ha pasado sin pena ni gloria en la prensa local. Era cosa hecha desde hace tiempo, solo faltaba la firma del jefe del Estado.

Pero este relevo ilustra la situación de debilidad en la que está el presidente, que ganó por la mínima a la cabeza de una amplia alianza para salvar la democracia y desde que empezó a gobernar se esfuerza por ampliarla. Pese a las presiones, Lula deja claro que el ritmo lo marca él. Y mientras el Brasil político seguía el minuto a minuto la caída a cámara lenta de una ministra y la llegada de su sustituto el presidente relanza algunas de sus políticas más exitosas y se reúne co líderes. extranjeros en casa o fuera. Estos días lanza un programa para que los más pobres entre ese 78% de brasileños endeudados puedan negociar con los bancos y sacar su nombre de la lista de morosos, elimina las subvenciones a las escuelas cívico militares creadas por Jair Bolsonaro o promociona el programa nacional de vacunas antes de volar el sábado a Bruselas para participar en una cumbre UE-Celac.

Los llamados partidos del centrão son los candidatos cortejados por el Ejecutivo. Ese gran centro es una constelación de siglas cosidas por meros intereses —nada de ideología, pero siempre escorados al conservadurismo— y con un extraordinario instinto de supervivencia. Siempre atentos a ofrecer los votos de sus parlamentarios para luego cobrarse la factura. Muchos de los diputados incluidos en ese grupo amorfo votaron la semana pasada a favor de la reforma tributaria y ahora quieren su parte en forma de ministerios con poder y presupuesto. Confían en que la cartera de Turismo sea solo el primer anticipo del pago. Sueñan incluso, según la prensa brasileña, con una de las joyas de la corona, el Ministerio de Desarrollo Social, cuyo programa estrella es Bolsa Familia, la mejor marca electoral del Partido de los Trabajadores.

Los partidos del centrão son los que dejaron caer a Dilma Rousseff, y los que impidieron que las incontables peticiones de impeachment contra Jair Bolsonaro fueran siquiera debatidas en el Congreso.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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