Hungría y Polonia pierden el pulso para imponer vetos a la política migratoria de la UE
Los Veintisiete impulsarán acuerdos de ayuda económica con países de origen y tránsito para evitar que los migrantes lleguen a territorio comunitario
El intento de los Gobiernos ultranacionalistas de Budapest y Varsovia de ejercer un veto a la política migratoria de la UE ha fracasado en el Consejo Europeo. Polonia y Hungría pretendían bloquear las conclusiones de la cumbre relativas a la necesidad de implicar a terceros países en la lucha contra la inmigración irregular. Su objetivo, en realidad, no era boicotear esta estrategia, sino protestar por otro aspecto clave de la política migratoria europea acordado hace semanas pese a su oposición: las reubicaciones de migrantes obligatorias, que fueron pactadas por mayoría cualificada de los socios. Ni siquiera su aliada natural, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, les ha apoyado. Ha intentado que Hungría y Polonia se unieran a los demás Estados, todos convencidos de la importancia de buscar fórmulas para contener los flujos migratorios desde sus “raíces”, los países de origen y tránsito, de forma complementaria a las políticas que se realizan fronteras europeas adentro. Pero Meloni fracasó. Así que finalmente el resto de países ha buscado una vía para sortear ese bloqueo: separar los puntos migratorios de las conclusiones generales de la cita, colocándolos en una declaración separada suscrita por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Para el político belga, la estrategia de estos dos socios demuestra, más allá de posibles hartazgos con sus constantes amenazas de veto, un consenso ampliamente compartido entre los Veintisiete —o al menos 25 de ellos— sobre la necesidad de buscar formas más operativas de resolver un problema tan sensible, y tan estancado desde hace años, como es el de la migración. “Se necesita sangre fría, calma, vamos avanzando. El pacto migratorio ha sido validado y lo vamos a poner en marcha”, ha subrayado Michel en la rueda de prensa al término de la cumbre, que ha puesto fin, además, a la presidencia rotatoria sueca de la UE.
“La migración es un desafío común que requiere una respuesta europea” y el acuerdo cerrado por los ministros de Interior a comienzos de mes, que establece una solidaridad obligatoria, pero flexible, marcando una cuota de reubicaciones para todos los socios o una contribución de 20.000 euros por migrante de los Estados que rehúsen la reubicación, constituye “un punto de inflexión”, ha acotado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La alemana ha manifestado su esperanza de que las negociaciones con el Parlamento Europeo para llegar a un acuerdo final se aceleren en los próximos meses, bajo la batuta de España, que este sábado asume la presidencia de turno de los Veintisiete. “Contamos con la presidencia española para lograr acabarlo con éxito”, ha subrayado.
Dictan los tratados de la UE que la política migratoria se decide por mayoría cualificada (55% de Estados que representen al menos al 65% de la población), no por unanimidad. En realidad, sucede así con la mayoría de políticas desde el Tratado de Lisboa, menos con la política exterior, los presupuestos plurianuales o los impuestos. Pero Polonia y Hungría llevan años rechazando ese sistema para el caso de los refugiados y eso se ha visto en un texto alternativo que hs puesto Varsovia sobre la mesa con referencias a conclusiones de Consejos Europeos pasados en las que se habla de que la política migratoria se decide por “consenso”.
Su argumento es que la inmigración es actualmente el “punto más sensible y más político” para todos los miembros de la UE, por lo que requiere que las decisiones en esta materia sean tomadas por unanimidad. Pero para Michel, Varsovia y Budapest hacen “una interpretación diferente de la que hacen los otros 25″ Estados miembros sobre los avances hechos desde 2015 para lograr una política común en este asunto. Por ello, en la declaración aparte sobre la migración, los Estados miembro dicen “tomar nota” de la postura polaca y húngara, pero no van más allá ni prometen cambio alguno.
Y es que los tiempos ahora soplan en otra dirección. La invasión de Ucrania ha revelado que la unanimidad es un obstáculo e, incluso, abre la puerta a chantajes, como los que ha planteado el húngaro Viktor Orbán. La guerra también ha vuelto a revitalizar la posible ampliación futura de la UE. De la mano de Ucrania, se ha avanzado tímidamente con los Balcanes occidentales y hasta con Moldavia. Dar cabida a más países requiere que la unanimidad quede arrinconada y asumir la posibilidad de veto que piden Hungría y Polonia no es aceptable en este contexto.
La principal muestra del aislamiento de Polonia y Hungría en esta materia ha sido el apoyo explícito de Italia a los párrafos sobre migración de las conclusiones de la cumbre. Roma es una de las capitales más implicadas en la propuesta de la Comisión de impulsar los acuerdos con países de origen y tránsito —como el que se está diseñando con Túnez, que busca convertirse en el modelo— para evitar que los migrantes lleguen a territorio comunitario, a cambio de paquetes de ayuda económica. El propio Michel, con la ayuda del francés Emmanuel Macron —que abandonó prematuramente la cumbre este viernes en vista del recrudecimiento de las protestas en su país tras la muerte de un adolescente por disparos de un policía― y el alemán Olaf Scholz trataron, hasta altas horas de la noche del jueves, de convencer a los dos países disidentes. También en vano. Algo que provocó decepción, y hasta un visible hartazgo, entre la mayor parte de los líderes de los Veintisiete, que aspiraban a avanzar en un lenguaje común para iniciar nuevos acuerdos de apoyo económico a países vecinos del sur, como Egipto, Nigeria o incluso Libia para frenar la llegada de pateras, mientras liman los detalles para completar el pacto con Túnez.
“Hay amargura que llega de discusiones previas sobre inmigración, incluso heredadas de 2015, y tenemos que seguir adelante”, reconoció al comenzar el segundo día de negociaciones la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, mientras el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, lamentaba la “ceguera” de quienes niegan que la mejor manera de resolver la migración es reforzar la cooperación entre países de tránsito.
Pese al traspié en materia migratoria, los Veintisiete han celebrado la conclusión de una cita en la que se ratificó ―ya sin grandes discusiones― el “inquebrantable” apoyo de la UE a Ucrania y a sus aspiraciones de integrar, algún día, el bloque europeo y la OTAN, o la estrategia de “de-risking” (reducir el riesgo) tanto en lo económico como lo político respecto de China, entre otros.
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