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La entrada irregular de migrantes a la UE por el Mediterráneo central alcanza máximos históricos

Las llegadas crecen casi un 300% en lo que va de año y registran niveles récord desde que Frontex empezó a publicar cifras, en 2009

Los guardacostas tunecinos interceptan a unos migrantes que intentan llegar a Europa en patera en el Mediterráneo central el 27 de abril de 2023.
Los guardacostas tunecinos interceptan a unos migrantes que intentan llegar a Europa en patera en el Mediterráneo central el 27 de abril de 2023.JIHED ABIDELLAOUI (REUTERS)

Las llegadas de personas en situación irregular a la Unión Europea aumentan y esa presión migratoria se siente especialmente en el Mediterráneo central, la que desemboca en Italia. Frontex, la agencia europea de fronteras, ha registrado entre enero y abril de 2023 un incremento de las entradas por vía marítima de casi el 300% respecto al mismo periodo del año anterior. Se trata de la cifra más alta en ese periodo desde 2009, cuando Frontex empezó a ofrecer esos datos. En concreto, son 42.200 personas las que han atravesado el mar en patera en esos cuatro meses. Hans Leijtens, director de la agencia, ha asegurado que los cruces por esa ruta suponen algo más de la mitad de las 80.700 entradas detectadas en todas las fronteras comunitarias en lo que va de año. “Nunca había visto esto antes”, ha afirmado en una entrevista con las agencias Reuters y France Presse.

Este aumento de la presión migratoria se produce al tiempo que la Unión Europea avanza muy despacio en un acuerdo para firmar el pacto de migración y asilo que lanzó la Comisión en septiembre de 2020 y que lleva prácticamente bloqueado desde entonces. Por separado, algunos países sí que han endurecido en los últimos meses sus políticas migratorias. Lituania aprobó en abril una ley que permite las devoluciones en caliente y el Gobierno de ultraderecha de Italia ha declarado un “estado de emergencia migratorio” que en la práctica facilita los procesos de expulsión.

Basándose en los datos conocidos, el responsable de Frontex ha advertido de que Europa se encamina a registrar en 2023 una cifra récord de llegadas. Ya el año anterior se batió otro nivel máximo: las 330.000 llegadas irregulares por todas las fronteras marítimas y terrestres se convirtieron en la cifra más alta desde 2016, cuando se llegó al millón de entradas, en buena parte causadas por el éxodo de sirios que huían de la guerra en su país.

El volumen de entradas en el bloque comunitario está repartido de manera desigual. Solo aumentan en el Mediterráneo central, convertido ahora en la principal puerta de acceso a Europa. Esa ruta desbanca a la de los Balcanes occidentales ―Albania, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia y Kosovo―, que suele ser un quebradero de cabeza para los Veintisiete. En esta región, junto con Polonia, se han detectado casi 80.700 personas, la mayoría sirios, afganos, iraquíes, indios, bangladesíes y paquistaníes. “Especialmente desde Túnez, vemos por el momento un crecimiento del 1.100% en comparación con el año pasado”, ha detallado Leijtens. Según la agencia de la ONU para los refugiados, Acnur, la tunecina es la principal nacionalidad de quienes están cruzando el Mediterráneo irregularmente. En concreto, suponen el 20% del total. Este país vive una deriva autoritaria, con episodios de detenciones de críticos, disidentes y opositores al régimen del actual presidente, Kais Said, que en 2021 disolvió el Parlamento y tomó el poder por decreto.

Túnez también es puerto de salida de miles de subsaharianos, especialmente desde que Said cargara tintas contra este grupo de población (apenas el 0,2% de los habitantes de este país). El pasado febrero, el presidente afirmó que existe un “plan criminal” para transformar Túnez en un “simple país africano” sin vinculación con el mundo árabe e islámico. Tras estas declaraciones, la población africana negra sufrió una ola de agresiones racistas que incluso llevó a varios Estados a organizar las repatriaciones de sus ciudadanos. Antes de desplazarse a Túnez, la ruta migratoria pasaba por Libia, que durante años fue el punto mayoritario de salida de la costa africana hacia Europa. Pero Libia ha reducido las salidas desde que su Gobierno firmó con el Ejecutivo italiano en 2017 un acuerdo para reforzar la vigilancia marítima frente a las costas del país árabe.

Para Leijtens, puede que las guerras ya no sean el principal detonante de la inmigración irregular, sino el cambio climático y la pobreza. El posible cambio en el patrón migratorio viene por el aumento de personas que provienen de países de África subsahariana, principalmente de Costa de Marfil y Guinea, según datos de Frontex. Sin embargo, la información recogida por Acnur revela que, después de Túnez, Egipto y Bangladés son las principales nacionalidades. “Este año podría darse otro récord y, si nos fijamos en la demografía de los migrantes, la cuestión es si se acabará en un año”, advirtió el responsable de la agencia de la UE a Reuters. “La composición del flujo es más sólida, no está provocada por un acontecimiento”.

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El director de Frontex ha sugerido también que el fuerte aumento de entradas irregulares se debe a un cambio en la manera de operar de los traficantes de personas, cada vez más organizados. Leijtens explicó que ahora utilizan pequeñas embarcaciones metálicas “que pueden fabricarse en la playa en 24 horas”. También se ha referido a una bajada en los precios de las travesías, que oscilan entre 600 y 1.000 euros. “Los precios más bajos hacen que necesiten mayores volúmenes [de salidas]. Así que hay una razón para que presionen más (…). Esto también puede explicar las cifras actuales”, ha argumentado.

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