El Partido Colorado de Paraguay confirma su poderío electoral y retiene la presidencia
El conservador Santiago Peña gana por más de 15 puntos a una alianza de 40 partidos encabezada por el liberal Efraín Alegre
El Partido Colorado de Paraguay ha demostrado, una vez más, todo su poderío político. En el Gobierno desde hace más de siete décadas, ha renovado por otros cinco años tras un contundente triunfo en las elecciones celebradas este domingo. Con el 99% de los votos escrutados, Santiago Peña vence con el 42,7% a la Concertación, una alianza de 40 partidos progresistas encabezada por el liberal Efraín Alegre, con el 27,5%. En Paraguay no hay segunda vuelta y Peña recibirá el 15 de agosto el bastón de mando de otro colorado, Mario Abdo Benítez.
Apenas cerradas las mesas de votación, ya había un ambiente festivo en la sede del Partido Colorado en el centro de Asunción. El primero en llegar fue el expresidente Horacio Cartes (2013-2018), ausente en la campaña oficialista desde que Estados Unidos lo denunciase por lavado de dinero y presuntos vínculos con el terrorismo. Su buen humor anticipaba el triunfo de su delfín político. La falta de experiencia de Peña, de 44 años, puso en duda su capacidad como candidato, pero las urnas dieron finalmente la razón a su mentor. Cartes, un empresario tabacalero que hasta 2013 no había votado jamás, volvió a dar el gran golpe con un joven economista educado en Estados Unidos que se afilió de apuro al Partido Colorado en 2016, solo para no perder su puesto como ministro de Hacienda.
El futuro presidente no se olvidó de su jefe político cuando leyó el primer discurso triunfal. “Admiro tu calificada obstinación por la suerte del Partido Colorado. Aquella vez, rescatándolo de la llanura; esta vez, uniendo a la familia colorada, fortaleciendo sus frentes y refundando el concepto de partido al servicio del hombre libre”, le dijo a Cartes, y llamó varias veces a la unidad. El rival interno es el actual presidente, Mario Abdo Benítez, quien no estuvo sobre el escenario de los festejos y se limitó a felicitar a su sucesor por Twitter.
El Partido Colorado es una máquina de poder que ha sabido adaptarse a todos los cambios políticos. Fue el partido de Alfredo Stroessner durante sus 35 años de dictadura y se las ingenió luego para encabezar la transición democrática a partir de 1989. Su único paso en falso lo tuvo en 2008, cuando por sus divisiones internas cayó ante la alianza entre liberales e izquierdista del exobispo Fernando Lugo. Fue solo un pequeño ictus: menos de cuatro años después ya lo había destituido mediante un juicio político exprés en el Parlamento.
El Partido Colorado sigue hoy tan dividido como siempre, pero ya no repite los errores. La disputa entre Horacio Cartes y Mario Abdo por el control de la estructura no afectó la candidatura de Peña tanto como se esperaba. “Los líderes colorados no cartistas dijeron ‘vamos a llevar los votos de nuestras bases y nuestra pelea interna, que va a proseguir, la vamos a resolver en el poder”, explica Marcos Cáceres, analista político y jefe de redacción del diario ABC Color. “Y Santiago Peña fue evidentemente mejor candidato que Alegre, un político tradicional que no pudo unir a una oposición que estaba totalmente partida”, dice. Fue clave la dispersión del voto hacia Paraguayo Cubas, un personaje antisistema expulsado del Parlamento por mal comportamiento.
Cubas sacó casi el 23% de los votos en detrimento de la Concertación y le abrió las puertas del poder total al Partido Colorado, que con la misma cantidad de votos que en 2018 tendrá ahora el control total del Parlamento, con mayoría propia en Diputados y, por primera vez, también en el Senado. Los colorados controlarán además 15 de las 17 gobernaciones del país.
El lado oscuro de la elección fue para Efraín Alegre. El presidente del Partido Liberal, rival histórico del Colorado, iba por su tercer intento consecutivo para la presidencia y este domingo hizo su peor elección. En 2013 sacó el 37% de los votos contra Cartes; en 2018 sumó el 43% y quedó a menos de 90.000 votos de Mario Abdo. El 27,6% que consiguió este domingo es su sentencia de muerte política. El politólogo Marcelo Lachi atribuye la debacle “a la inutilidad de Efraín, que ha sido un lastre desde que empezó este proceso electoral hace años”. “Después de su última derrota, en 2018, debería haberse retirado, pero aprovechando su control del Partido Liberal impuso su presencia por tercera vez”, dice.
Demoras en los centros de votación
La jornada electoral comenzó a las 7.00 de la mañana y se extendió más allá de las 16.00 horas establecidas por ley. El debut de las urnas electrónicas para una votación nacional (se habían utilizado solo para municipales) no fue todo lo exitoso que esperaban las autoridades. Fueron comunes las imágenes de cientos de personas agolpadas en los colegios y esperas de más de tres horas para votar. Al cierre de los colegios aún había largas filas frente a las mesas de votación. “Llevo tres horas esperando bajo el sol. Este es un pueblo estoico, porque quiere votar”, dice una mujer de 66 años visiblemente molesta en el patio de una escuela de Asunción.
El punto más conflictivo no fue, sin embargo, la lentitud del proceso, sino el llamado “voto asistido” al que tienen derecho las personas con algún impedimento físico. El Partido Colorado y la Concertación se acusaron entre sí de abusar del procedimiento con la excusa de que muchos electores no sabían usar la pantalla táctil. En el Colegio Salesiano de Asunción, por ejemplo, fue común ver a personas mayores votar junto a algún familiar que elegía por ellas.
Paulina Eleaza, una arquitecta de 48 años, estaba con su hija, que aún no votaba por ser menor de edad. “Quise traerla, para que se vaya acostumbrando”, dice, y sonríe. Cuenta que vota contra los colorados porque su familia siempre fue perseguida. “A mi abuela le quemaron la casa en 1952, antes de la dictadura. Hoy voto por Alegre, pero no me gusta su vice [Sol Núñez]”, explica. Santiago Quesada tiene una agencia de viajes y votó por Peña, “porque tiene un buen equipo”. Reconoce que las sanciones de Estados Unidos al expresidente Cartes fueron un golpe muy duro para la campaña colorada, pero confiaba en un triunfo. No se equivocaba.
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