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El “milagro económico” de Bolivia se agrieta

El Banco Central sufre una escasez de dólares agravada por la repentina demanda de la población, que hace largas filas para comprar divisas

Economía Bolivia La Paz
Ciudadanos pasan frente a locales de venta de dólares en La Paz.JORGE BERNAL (AFP)

Largas colas se han formado los últimos días ante las ventanillas abiertas por el Banco Central de Bolivia (BCB) para vender dólares al público. Su personal atiende de 7 de la mañana a 9 de la noche, pero no da abasto porque los bancos no tienen dólares suficientes y en las casas de cambio los hay un día sí otro no. En las calles de las principales ciudades se pueden encontrar cantidades pequeñas a un precio algunos centavos mayor que el oficial, que es de 6,89 bolivianos por dólar. El Gobierno asegura que se trata de una “situación transitoria” y sin mucha importancia. Los economistas de oposición consideran que la escasez de dólares prueba sus tesis sobre la poca solidez del “milagro económico” boliviano, como lo llamó la prensa internacional en 2014.

Todo comenzó con la caída de las reservas de dólares que el BCB posee en efectivo, que pasaron de 620 millones el 24 de enero a 372 millones el 8 de febrero. Este monto no representa el total de las reservas internacionales del país, que son de 3.538 millones de dólares, sino solamente las de disponibilidad inmediata; el resto se encuentra invertido en oro y otros activos.

Tras el revuelo que la cifra causó en la prensa, el BCB decidió comprar dólares a los exportadores a un precio “especial”, un poco más alto, de 6,95 bolivianos. Se comenzó a hablar de la “desesperación” de las autoridades económicas por conseguir dólares y entonces se produjo lo que estas han descrito como una “demanda inusitada y especulativa” de divisas. Como suele ocurrir durante estos fenómenos, cada nuevo evento, incluso las medidas oficiales, amplificaron la preocupación y la demanda de dólares. Contribuyó a ello, en especial, que el fiscalizador gubernamental de los bancos amenazara con procesar a quienes fueran descubiertos especulando con divisas.

Desde entonces, el BCB está inyectando dólares al mercado, pero las cantidades de las que ha podido disponer no han conseguido tranquilizarlo completamente. Su decisión de vender directamente las divisas en sus oficinas está generando colas que dan lugar a que el tema se trate diariamente en los medios de comunicación. El nivel exacto en el que se encuentran las reservas no ha sido publicado.

Trascendió que el Gobierno está esperando que Argentina pague 600 millones de dólares que le debe por compras de gas natural. También está apresurando la aprobación parlamentaria de varios préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos multilaterales, que encuentra dificultades por la división de la bancada oficialista en la Asamblea Legislativa en dos facciones, una que apoya a al presidente Luis Arce y otra que sigue al jefe del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales.

Las escasez de dólares no ha creado hasta ahora grandes turbulencias financieras por varias razones: el Gobierno ha descartado completamente una devaluación que cambie el sistema de cambio fijo que está vigente en Bolivia desde 2011; la inflación es baja –el año pasado Bolivia brilló por tener una inflación de algo más del 3% interanual, la menor de la región–, y alrededor del 90% de los depósitos y créditos están nominados en moneda nacional. Este último es uno de los grandes logros del modelo económico montado por Morales, como presidente del país durante una década y media, y por Arce, como su ministro de Economía.

La mayoría de los economistas considera que, mientras la población no saque sus depósitos en bolivianos de los bancos para tratar de cambiarlos por dólares –algo que no tiene necesidad de hacer dada la baja inflación–, entonces el riesgo de que se produzca una crisis financiera es limitado. “El hecho de la cartera de créditos y los depósitos estén en bolivianos es una fortaleza importante, eso es fundamental”, declaró el analista Jaime Dunn al diario El Deber.

Lo que ha tensado las clavijas del modelo económico izquierdista boliviano ha sido el crecimiento en valor y volumen de las importaciones de combustibles, que en 2022 llegaron a ser de 4.200 millones de dólares, el 32% de las importaciones totales. Al mismo tiempo, las exportaciones de gas solo fueron de 3.400 millones de dólares, lo que convirtió al país, después de muchas décadas, en importador de hidrocarburos. Esta nueva realidad se debe al agotamiento de los yacimientos y la consiguiente disminución de la producción de gas, que cayó un tercio desde 2014.

La oposición critica al MAS por haber cobrado demasiados impuestos a las empresas petroleras y haber bloqueado, con ello, las inversiones en exploración de nuevos yacimientos.

Arce ha defendido siempre que el modelo boliviano no se basaba en el comercio exterior, sino en la fortaleza de la demanda interna, que había sido lograda con medidas como la “bolivianización” de las operaciones bancarias. Sin embargo, como todos los países que comercian en monedas extranjeras, Bolivia necesita exportar el valor necesario para poder financiar sus importaciones. Y estas se han elevado mucho, justamente por el impulso a la demanda interna.

El presidente boliviano lo sabía y tenía la situación bajo control, pese al debilitamiento de las exportaciones de gas, pero se le cruzó en el camino la guerra en Ucrania y la crisis energética mundial, que cambiaron la magnitud de las necesidades de dólares del país. Simultáneamente, los efectos de la guerra encarecieron el dólar y están llevando los capitales latinoamericanos, entre ellos los bolivianos, al norte, donde las tasas de interés suben significativamente.

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