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ISRAEL
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más que una reforma judicial, un cambio de régimen en Israel

La controvertida iniciativa de Netanyahu, que puede afectar a la economía y a la seguridad del país, es también una lucha por su supervivencia política

Activistas israelíes protestan contra la reforma judicial de Netanyahu ataviadas como personajes de la novela de Margaret Atwood 'El cuento de la criada' y de la serie homónima, este sábado en Tel Aviv.Foto: OHAD ZWIGENBERG (AP) | Vídeo: REUTERS

Los israelíes llevan ya 10 semanas consecutivas protestando contra el plan de Benjamín Netanyahu de reformar radicalmente el sistema judicial. Después de haber programado audiencias todos los días de la próxima semana, el objetivo es aprobar la primera lectura de la ley en el Parlamento (Knesset) ya al final de la sesión invernal. En caso de aprobarse, el Gobierno tendrá control total sobre los nombramientos judiciales y prohibirá que el Tribunal Superior de Justicia vete leyes aprobadas por la Knesset, eliminando de esta forma unos de los controles institucionales más importante en Israel, poniendo en peligro su carácter de democracia liberal. En verdad, lo que Netanyahu está tratando de lograr con esta reforma es un verdadero cambio de régimen.

El único mecanismo que actualmente impide el poder ilimitado del Gobierno es la Corte Suprema. Como Tribunal Superior de Justicia, tendrá la oportunidad de defenderse, al tener que pronunciarse sobre su constitucionalidad. Sin embargo, nada está escrito, sobre todo porque Israel carece de una Constitución escrita. Y si el Ejecutivo procede a anular las sentencias judiciales podría darse un caso del semiparálisis del Estado. Eso sí, tanto el funcionariado como los servicios de seguridad, siguiendo instrucciones del fiscal general, podrían negarse a obedecer al Gobierno. Es muy probable que si esto sucede, miles de reservistas del Ejército, muchos en puestos clave, decidan unirse también a las protestas.

Por otro lado, las sombrías predicciones tanto de economistas israelíes como extranjeros sobre las ramificaciones que este embrollo legal pudiese tener para la economía se han venido haciendo realidad. No en vano, muchas de las empresas de alta tecnología con sede en Israel y varios inversores extranjeros importantes han decidido ya retirar sus inversiones. Pero la nueva legislación judicial de Netanyahu no solo costará el bienestar económico al 80% de los israelíes, tendrá también un coste importante incluso para la seguridad del país.

Con el Ramadán y la Pascua coincidiendo el mes próximo, además de la escalada de violencia en Cisjordania en los últimos meses, se espera una crisis en la seguridad del país en breve. Sin considerar, claro está, las continuas tensiones con Gaza y la sombra del conflicto con Irán siempre en el horizonte. A la espera de que una pequeña chispa haga explotar estos asuntos altamente inflamables, colonos israelíes continúan arrasando ciudades palestinas, apoyados por el ministro de Seguridad Nacional, el controvertido, Itamar Ben-Gvir.

Si bien, en principio, un desastre económico puede no ser suficiente para que el primer ministro renuncie, a corto plazo le obligará muy seguramente a suspender la controvertida reforma judicial. A largo plazo puede que incluso lo jubile definitivamente. Al fin y al cabo, Netanyahu es conocido como el “Rey Bibi” por, en primer lugar, haber logrado un relativo auge económico; y en segundo, haber incrementado la seguridad de Israel. Pero, ¿qué significará para Netanyahu si fracasa, como parece estar sucediendo, en estos dos asuntos? Por todo ello, la reforma judicial es para Netanyahu más que una lucha por el control del sistema político israelí, también una lucha por su supervivencia.

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