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Fallos técnicos y retrasos obligan a prorrogar el voto en Nigeria mientras comienza el recuento

Los candidatos de los dos partidos tradicionales, Atiku Abubakar y Bola Tinubu, se enfrentan al fervor popular que despierta el sorpresivo Peter Obi

Elecciones Nigeria 2023
Un oficial electoral procede al recuento de papeletas en Awka, localidad del Estado de Anambra, este sábado 25 de febrero.TEMILADE ADELAJA (REUTERS)
José Naranjo

La Comisión Nacional Electoral Independiente (INEC, por sus siglas en inglés), organismo que regula las elecciones celebradas el sábado en Nigeria, ha decidido prorrogar el voto este domingo en algunas mesas electorales del país ante los diversos retrasos y problemas técnicos observados en la jornada electoral, al mismo tiempo que ha iniciado el recuento de las papeletas en aquellos colegios donde se pudo votar sin problema. De momento tan solo se ha escrutado el voto en Ekiti, uno de los 36 estados que componen el país, donde el oficialista Bola Tinubu (201.494 votos) obtuvo una amplia ventaja frente al opositor Atiku Abubakar (89.554) y la revelación Peter Obi (11.397). Los tres tienen opciones de victoria.

La jornada electoral vivida el sábado en Nigeria, donde más de 93 millones de ciudadanos estaban llamados al voto, se desarrolló sin apenas incidentes mayores, pero estuvo salpicada de retrasos, problemas técnicos e irregularidades que han provocado que algunos colegios electorales volvieran a abrir este domingo para permitir a los votantes ejercer su derecho. En concreto, las urnas reabrieron en ciertas localidades de al menos tres Estados. Cross River, Bayelsa y Borno. Las deficiencias más importantes fueron los fallos de las máquinas que debían identificar a los votantes mediante reconocimiento facial o dactilar, introducidas por primera vez en estos comicios, y la falta de material electoral. En Goza (Borno), un grupo armado atacó la ciudad e interrumpió las operaciones de voto, provocando cinco heridos.

A medida que los colegios electorales iban cerrando sus puertas el sábado, seguidores de los tres principales candidatos comenzaron a subir a las redes sociales los resultados de sus propias mesas. Con el paso de las horas, la INEC ha comenzado a publicar el recuento de un puñado de mesas de momento poco significativo, circunstancia que ha ido elevando la tensión dadas las expectativas creadas en torno a estos comicios, en los que no solo se elige a un nuevo presidente, sino también a los miembros de las dos Cámaras legislativas. Varios ciudadanos publicaron, también en redes sociales, vídeos y comentarios sobre incidentes violentos e intimidación en algunas mesas electorales, que, aunque no alcanzaron el nivel de anteriores elecciones, han generado preocupación en los observadores electorales.

Antes de la publicación de los primeros resultados, el Partido Laborista (PL) de Peter Obi ya ha anunciado la presentación de un recurso ante los tribunales para denunciar que algunos de sus votantes fueron “perseguidos violentamente” e incluso expulsados de los colegios electorales de varios estados como Lagos, Rivers, Bayelsa, Kano, Yobe y Edo. Alhaji Umar Farouk Ibrahim, secretario nacional del partido, hizo público este domingo un comunicado en el que aseguró que su partido hubiera sacado el doble de votos si no se hubieran producido estas irregularidades. Aun así, pidió calma a sus seguidores y que se mantuvieran movilizados a la espera de los resultados.

Nigeria, el país más poblado de África con unos 220 millones de habitantes, atraviesa una profunda crisis económica y de seguridad tras ocho años de presidencia de Muhammadu Buhari. Estas elecciones han despertado una gran expectación porque, por primera vez desde la llegada de la democracia en 1999, se ha roto el tradicional bipartidismo. Los dos candidatos de los partidos tradicionales, Atiku Abubakar, del opositor Partido Democrático Popular (PDP) y Bola Tinubu, del gobernante Congreso de Todos los Progresistas (APC), se han visto sorprendidos por la emergencia de un tercer aspirante, Peter Obi, al frente del Partido Laborista, quien hasta hace medio año apenas contaba en las quinielas y hoy es favorito según varias encuestas.

Peter Obi, de 61 años, logró alcanzar una gran popularidad, sobre todo entre los más jóvenes, con un discurso de esperanza, su lema de campaña, y muy combativo contra la corrupción y el despilfarro. El exgobernador del pequeño Estado de Anambra, el único cristiano de los tres grandes candidatos (los otros dos son musulmanes), protagonizó una vibrante campaña electoral que evidenció su tirón incluso en los Estados del norte, de mayoría musulmana. El componente étnico es otro factor a tener en cuenta. Obi es un igbo de la región de Biafra, una comunidad que nunca ha llegado al poder y que aún sufre cierto estigma debido a la guerra civil que vivió Nigeria a finales de los años sesenta. Sin embargo, no es un outsider. En 2019, se presentó a vicepresidente por el PDP y en 2022 trató de ser el candidato de este partido. Al ser elegido Abubakar, se fue al Partido Laborista.

El sistema electoral nigeriano establece que para que un candidato sea proclamado vencedor en primera vuelta debe obtener al menos el 25% de los votos en 24 de los 36 Estados del país, más Abuya, la capital federal. Al existir tres candidatos con serias aspiraciones, como es el caso, los expertos vaticinan que hay muchas opciones de que las elecciones se decidan, salvo sorpresa, en una segunda vuelta, que tendría lugar 21 días después de la proclamación de resultados. Bola Tinubu, candidato del APC, cuenta como bagaje con su gestión como gobernador del Estado de Lagos, uno de los más poblados y el más rico del país, durante ocho años, así como la estructura de un partido que ha estado dos legislaturas en el poder. Por su parte, Atiku Abubakar, muy conocido como vicepresidente del país en la época de Olusegun Obasanjo, cuenta con la fuerza de su inmensa fortuna y su imagen de empresario de éxito.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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