El Departamento de Justicia de EE UU nombra a un fiscal especial para investigar los ‘papeles de Biden’
El fiscal general, Merrick Garland, anuncia la decisión tras el hallazgo de un segundo lote de documentos clasificados en el garaje de la casa particular del presidente
La revelación de que Joe Biden conservaba indebidamente no uno, sino dos lotes de documentos clasificados de sus tiempos como segundo de Barack Obama (2009-2017), ha desembocado este jueves en el nombramiento por parte del fiscal general estadounidense, Merrick Garland, de un fiscal especial para investigar el caso. El hoy presidente tenía esos papeles aún en su poder seis años después de dejar su anterior puesto en la Administración, pese a que la ley lo prohíbe.
Garland ha escogido al abogado Robert Hur, que trabajó entre 2018 y 2021 como fiscal del Estado de Maryland, antes de pasarse al sector privado, para indagar en “la posible extracción y retención no autorizada de documentos clasificados u otros registros”. El anuncio del Departamento de Justicia llegó después de que por la mañana la Casa Blanca ofreciera algo de luz, no toda, sobre un segundo lote de papeles marcados como “alto secreto”, cuya existencia se conoció el miércoles. Esta vez se trata de “una pequeña cantidad” de “documentos personales y políticos”, según dijo en un comunicado el abogado Richard Sauber. “Todos menos uno estaban en el garaje de la residencia del presidente en Wilmington [Delaware]”. Ese “uno” aguardaba en “una habitación adyacente”, que resultó ser “la biblioteca”, según deslizó Biden en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, en la que eludió entrar en más detalles.
La decisión de Garland parece tomada para alejar las críticas del Partido Republicano, cuyo líder en la Cámara de Representantes, el speaker Kevin McCarthy, avanzó este jueves su intención de poner en marcha una investigación en el Congreso, en el que los suyos andan estrenando mayoría. Tanto la rapidez en la reacción como la selección de Hur, nombrado en tiempos de Donald Trump y cuyas credenciales conservadoras están fuera de duda, hablan de la urgencia del fiscal general por ahuyentar la sospecha de una diferencia de trato entre este caso y el de los documentos, también protegidos por el secreto, hallados en la residencia del expresidente en Mar-a-Lago (Florida), en la que irrumpió en agosto el FBI en busca de unos papeles que este se llevó de la Casa Blanca y que se negó a devolver a las autoridades. Garland nombró en noviembre otro fiscal especial, Jack Smith, para ese caso.
El corto texto de la Casa Blanca dejaba muchas incógnitas sin despejar sobre el segundo lote de los papeles de Biden. Por un lado, porque por algo son documentos clasificados. Por otro, porque su Administración no ha querido desvelar cuándo se encontraron ni sobre qué tratan, aunque sea someramente. La Administración de Biden sí ha dejado claro que, después de que el 2 de noviembre los abogados del presidente hallaran en una oficina en Washington el primer lote de papeles, una decena, también clasificados, estos se lanzaron a peinar otros lugares en busca de más documentos que el líder demócrata pudiera conservar indebidamente. Está claro que su casa particular en Wilmington, el hogar que venera y donde pasa una considerable cantidad de sus fines de semana, lejos de la Casa Blanca, no es un sitio cualquiera.
Memorandos sobre Ucrania, Irán y el Reino Unido
En su comparecencia ante la prensa, Garland ofreció más detalles sobre el desarrollo de los acontecimientos en estos dos meses. Su departamento supo de la existencia de los primeros papeles extraviados el 4 de noviembre, después de que los abogados de Biden los encontraran en una oficina de un laboratorio de análisis de política internacional asociado al político demócrata y llamado Centro Penn Biden para la Diplomacia y el Compromiso Global. Esas oficinas las usó a título personal durante el tiempo que pasó entre su abandono de la vicepresidencia en 2017 y la campaña que lo llevó a la Casa Blanca en 2020. Son una decena de ítems, entre los que hay memorandos de los servicios de inteligencia estadounidenses y material sobre relaciones geopolíticas candentes, como las de Washington con Ucrania, Irán o el Reino Unido.
El 9 de noviembre, el FBI abrió una investigación. Poco después, se sumó a las pesquisas un fiscal de Chicago, nombrado en tiempos de Donald Trump, llamado John Lausch. Este fue informado el 20 de diciembre de la existencia del segundo lote de documentos, los encontrados en el garaje de Biden en Wilmington, en el que el presidente, reconoció a los medios, también guarda su coche más querido: un corvette. Tras una investigación preliminar, Lausch aconsejó el 5 de enero a Garland el nombramiento de un fiscal especial.
A preguntas de los periodistas, el presidente defendió en la Casa Blanca este jueves la gestión de los dos hallazgos. En ambos casos, los devolvieron a los Archivos Nacionales, a quienes pertenecen. La ley estadounidense obliga a conservar los registros presidenciales y a que, clasificados o no, sean puestos a disposición de esa institución tras abandonar el cargo.
No hay de momento respuesta a por qué pasaron más de dos meses entre ese primer hallazgo, el 2 del noviembre, seis días antes de unas elecciones legislativas que podrían haber alterado, y el momento en el que la opinión pública conoció sobre su existencia el pasado lunes, gracias a una exclusiva de la CBS.
El hecho de que Biden conservara un segundo lote en su casa particular empeora las comparaciones de su caso con el de Trump, que se llevó una cantidad muy superior, eso sí, de papeles al dejar la Casa Blanca: eran 325, de los cuales 60 eran clasificados. Trump, además, se negó a entregarlos cuando le fueron requeridos, y el Departamento de Justicia lo está investigando por “obstrucción”.
Más allá de las evidentes diferencias, a Biden le persigue también, visto lo visto, el modo en que (sobre)reaccionó ante el descubrimiento de los papeles de Trump. En una entrevista para el programa 60 Minutes emitida en septiembre pasado, dijo lo siguiente: “¿Cómo es posible que eso ocurra? ¿Cómo alguien puede ser tan irresponsable? [Al saber de la existencia de los papeles de Trump en Mar-a-Lago] pensé: ¿qué datos había ahí que pudieran comprometer las fuentes y los métodos? Me refiero a los nombres de las personas que ayudaron... Sencillamente... es totalmente irresponsable”.
El martes, Biden, de visita oficial en Ciudad de México para verse con su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, habló sobre el primer hallazgo. Se dijo “sorprendido” de enterarse de que había documentos de esa etapa en un armario de una oficina a la que dio uso privado. Aseguró que se toma en serio la información confidencial y que desconoce el contenido de dichos documentos.
“Los encontraron en una caja, en un armario cerrado, y en cuanto lo hicieron se dieron cuenta de que había varios documentos clasificados. E hicieron lo que debían: llamar inmediatamente a los Archivos [Nacionales] y entregárselos. Me informaron sobre este descubrimiento y me sorprendió saber que hay registros gubernamentales que fueron llevados a esa oficina, pero no sé lo que hay en los documentos”, añadió el presidente. “Mis abogados han entregado las cajas a los Archivos [Nacionales], y estamos cooperando plenamente con la revisión. Espero que termine pronto y [entonces] será el momento de dar más detalles”.
Esos detalles le corresponde fijarlos ahora al fiscal especial Hur, recién nombrado. La portavoz de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo este jueves por la tarde, en su comparecencia diaria, que “la búsqueda está completa”, de modo que no se espera el descubrimiento de más documentos. Hur se enfrenta a una tarea de la que solo cabe estar seguro de una cosa: no acabará con el encausamiento de Biden. La ley estadounidense protege a sus presidentes mientras están en la Casa Blanca.
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