Los pronósticos de las elecciones de EE UU anticipan una victoria republicana en la Cámara y un Senado muy igualado
La atención de los comicios del próximo martes, que marcarán la segunda mitad del mandato de Joe Biden, se centran en la carrera por el Senado en Estados como Georgia y Nevada
Los dos años que le quedan a Joe Biden en la Casa Blanca serán mucho más difíciles si, como pronostican expertos y sondeos, no logra el control de las dos asambleas (Cámara de Representantes y Senado) que componen el Congreso en los comicios de medio mandato del próximo martes 8 de noviembre. En total son 470 elecciones las que hay que predecir: las 435 que renuevan la Cámara al completo y las 35 que decidirán el balance de un Senado en el que el equilibrio igualado de fuerzas ya se ha convertido en un paisaje estático. Para afrontar esta titánica tarea de anticipación aúnan esfuerzos encuestas clásicas, modelos estadísticos, análisis históricos, económicos, y mercados de predicción. A día de hoy, la combinación de todos ellos sugiere una victoria más o menos clara de la oposición republicana en la Cámara de Representantes, pero una carrera muy cerrada por el Senado.
En la Cámara, la imagen resultante de las predicciones es bastante nítida. La media de los cuatro pronósticos de referencia en EE UU asigna 216 escaños a los republicanos entre victorias seguras (alrededor de 190), probables o en tendencia aproximada. Son solo unos 196 para los demócratas, que tendrían que sumar una abrumadora mayoría de los que quedan en disputa para quedarse con el control de la Cámara de Representantes.
En consecuencia, tanto el modelo estadístico de FiveThirtyEight (basado especialmente en ponderaciones de encuestas, pero añadiendo información como los sesgos de cada una, su calidad, los datos históricos y otros fundamentales) como el mercado de predicción PredictIt (donde cualquier persona puede entrar a comprar o vender acciones que representan una apuesta por la mayoría resultante) le dan una alta probabilidad a una victoria conservadora. La sorpresa solo se produciría en uno de cada cinco mundos según el modelo, y en uno de cada diez según el mercado. Y lo que es más: en los últimos meses esta probabilidad ha variado muy poco. La certeza sobre el resultado de quienes están mirando con instrumentos variados de medición a la carrera por la Cámara parece, por tanto, alta.
Pero no es así con el Senado. Hay 65 senadores que este año no van a elección (sus mandatos son por sexenios). De los 35 restantes, la mayoría de los pronósticos de referencia se atreven a asignar suficientes a cada lado del espectro político como para dejar una foto más o menos fija de 48-49 en cada lado: 14 o 15 probables para republicanos y 8-9 para demócratas, y de cuatro a seis adicionales cayendo de cada lado. Eso deja en casi todos los escenarios dos puestos en carreras abiertas. En esos Estados se jugará, probablemente, todo.
Y modelos estadísticos, mercados de predicción o de expertos (como la plataforma Metaculus, una comunidad formada por superpronosticadores que tratan de anticipar el resultado de todo tipo de eventos relevantes) reflejan la incertidumbre en el vaivén y la diferencia de la probabilidad asignada a una victoria Republicana: FiveThirtyEight y Metaculus le dan más o menos la mitad de probabilidades a cada una de las dos posibles victorias, demócrata o republicana. PredictIt ha evolucionado de esperar un triunfo azul —el color del partido del presidente Joe Biden— a uno rojo —republicano—, probablemente al ser más sensible a vaivenes inmediatos por su naturaleza de mercado de apuestas. Pero todos están de acuerdo en que los republicanos han ganado oportunidades de retomar el Senado.
Puede parecer paradójico que haya más incertidumbre en el caso en el que hay menos carreras sobre las que acertar. Pero cuando un solo pronóstico se compone de la suma de muchos pequeños pronósticos, puede resultar más sencillo acertarlo, porque quien predice se puede permitir más fallos que serán compensados por los aciertos, o porque errores en una dirección se pueden anular con errores en la dirección contraria. En el caso del Senado todo se centra en un puñado de carreras muy apretadas. Especialmente dos: Georgia y Nevada.
En Nevada, el Estado de Las Vegas, la demócrata Catherine Cortez Masto se enfrenta a Adam Laxalt, quien colideró la fracasada campaña de Donald Trump allí y alimentó posteriormente las infundadas acusaciones de fraude en las elecciones presidenciales de 2020 que dieron la victoria a Biden. La batalla hoy no es en exceso distinta de la que en 2016 dio la victoria a la primera mujer senadora por Nevada: estrecha y con dos candidatos claramente ubicados dentro de cada bloque ideológico.
En Georgia, la carrera sí es más novedosa por menos esperada hasta hace unos años. El Estado sureño se ha vuelto poco a poco competitivo —es decir, accesible para los demócratas— gracias a los cambios demográficos en sus entornos urbanos.
En ambos, ninguno de los cuatro pronósticos referenciados aquí que definen vencedores probables en cada carrera se atreven a indicar siquiera una ligera probabilidad mayor de que caiga de un lado u otro: quedan sencillamente clasificados como “empates”.
Si finalmente el Senado termina en una división perfecta 50-50, la vicepresidenta Kamala Harris contará con el voto decisivo que le otorga la Constitución en cada decisión bloqueada por la falta de mayorías. Pero basta con que estas dos carreras caigan de un solo lado, o cualesquiera de las otras con pronósticos menos nítidos se desvíe en la otra dirección, para que la gobernabilidad del presidente Biden sea aún más difícil de lo que ya se anticipa.
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