Rafael Cervone, empresario: “El mayor miedo con Lula es la corrupción pasada, no su política económica”

El empresario Rafael Cervone (54 años, Santa Bárbara, São Paulo) no parece muy preocupado por las elecciones presidenciales de Brasil hasta que se le pregunta sobre posibles subidas de impuestos. A eso sí dice oponerse “radicalmente”. El presidente del Centro de las Industrias del Estado de São Paulo (CIESP), una asociación que reúne a 8.000 compañías, proviene de una familia de empresarios azucareros por parte de madre y textiles por parte de padre. A saber cuántos presidentes habrán visto pasar. Desde su despacho en el piso 14 de un rascacielos en la avenida Paulista, Cervone evita decantarse por Jair Bolsonaro o Luiz Inácio Lula da Silva, cuyas propuestas dice “no son muy claras”. En cualquier caso, el empresario señala que “ninguno de los dos es una novedad para Brasil”. Y, como dice el refrán, más vale malo conocido que…

Pregunta. ¿Brasil ya ha salido de la crisis económica derivada de la pandemia?

Respuesta. Ha sido una situación atípica detrás de la otra durante los últimos casi diez años. Tuvimos una recesión, dos años y medio de pandemia, seguido de la guerra en Ucrania. Esto ha impactado enormemente a Brasil, pero la crisis no es una novedad para nosotros. Nacimos en crisis. Hoy ya nos hemos recuperado y vuelto a los índices anteriores a la pandemia. Sin embargo, la medicina del Banco Central ha sido demasiado amarga. La inflación no se contendrá con la exagerada tasa de interés, del 13,75%. Hay un problema de oferta. Faltan materias primas, materiales y barcos para transporte.

P. ¿Qué problemas tiene hoy la economía brasileña?

R. El principal creo que es el tamaño del Estado. Queremos un Estado que quepa dentro de Brasil. El actual es demasiado grande. Segundo, la reforma tributaria es crítica para la industria. Todos los sectores deben pagar de manera equilibrada. La industria nunca ha tenido menos peso que ahora, el 11% del PIB, pero carga con un tercio de la recaudación total. El tercer problema es la guerra fiscal entre los Estados. Es una locura. En Brasil hay 27 leyes diferentes. Las empresas tienen que tener un montón de abogados y contadores, y eso cuesta.

P. Habla de un Estado más pequeño. ¿Se siente más cómodo con el modelo que propone Bolsonaro?

R. Bueno hay mucha discusión política. Pero, si exprimes un poco, ninguno de los dos lados tiene propuestas muy claras. Creo que lo que los candidatos argumentan deberá ajustarse después de las elecciones.

P. Lula plantea aumentar el salario mínimo y los impuestos para los más ricos, además de revocar el techo de gasto [un límite constitucional al gasto público]. ¿Qué le parece?

R. El techo de gasto es un logro muy importante que creemos que se debe mantener. Por otro lado, Lula dijo que revocaría el techo de gasto, pero manteniendo la responsabilidad fiscal. Tenemos que entender mejor cómo se hace eso. Sobre los impuestos, nos oponemos radicalmente. Respecto a los salarios, hay que tener mucho cuidado porque las empresas ya tenemos un alto costo. Podríamos pagar mejor si no tuviéramos que dar tanto en impuestos. Tiene que haber una contrapartida.

P. Bolsonaro fue elegido con una agenda económica muy liberal, pero ha terminado por gastar mucho con la pandemia.

R. Durante la pandemia, el Gobierno se vio obligado a ayudar a personas que se estaban muriendo de hambre. Al final, minimizó un problema social que podría haber sido mucho mayor. Esa política era necesaria en ese momento y cumplió su papel. Ahora tenemos que salir de eso. En lugar de dar peces, enseñar a pescar.

P. Pero el Gobierno aumentó en un 50% las ayudas a los más pobres hace apenas dos meses.

R. Eso es por el momento político.

P. ¿Les gustaría que continuara Paulo Guedes [economista ultraliberal] como ministro de Economía, o alguien con un perfil similar?

R. Depende. Guedes es un técnico, pero no es un ser político y tuvo más dificultades en el Congreso. Además, hubo una política comercial liberal, no diría que excesiva, pero con una obsesión por la apertura. Una cosa que molesta profundamente al sector productivo es el concepto de “apertura unilateral”. No existe en ninguna parte del mundo. Creo que Brasil inventó esa palabra, donde abres tu economía y no pides nada a cambio a los otros países. No haces una negociación en que ambos lados ganen. El Gobierno fue demasiado liberal unilateralmente.

P. ¿Cómo cree que reaccionará el mercado ante una victoria de Lula o de Bolsonaro?

R. En la situación actual, no vamos a tener un impacto muy grande, sea A o B. El mercado se va a adaptar rápidamente a la nueva realidad. Sabe que las probabilidades entre Lula y Bolsonaro están casi al 50, 50 y que la decisión será por la mínima. Por otro lado, a Bolsonaro lo conocen y a Lula también. Ninguno es una novedad para Brasil, y hay que recordar que el Congreso elegido es un Congreso que hará la vida mucho más fácil. Tiene un equilibrio mayor.

P. ¿Entonces no hay miedo entre los empresarios por una vuelta de Lula?

R. El miedo ya pasó años atrás. No fue el desastre que se dijo. La gente decía: “si gana Lula vamos a dejar el país”. Eso no sucedió en verdad. El país creció como nunca, aunque también era un contexto diferente. Yo creo en las instituciones, y hay un consenso de que Brasil es más grande que cualquier problema. Hay más miedo por el pasado de Lula, por el tema de la corrupción. Ese es el mayor miedo. Por otro lado, hoy en día todo el mundo conoce ese pasado. Ya no es una sorpresa y creo que él tendría más cuidado.

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