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Bruselas recibe con recelo a la nueva primera ministra británica

Las autoridades europeas instan a Liz Truss a cumplir lo pactado tras el Brexit

Liz Truss Bruselas
Liz Truss, en un encuentro con el comisario europeo Maros Sefcovic en Londres, el 11 de febrero, cuando era la ministra de Exteriores británica.Rob Pinney (AP)
Manuel V. Gómez

Las instituciones europeas reciben con una mezcla de cautela y recelo la llegada de Liz Truss a la jefatura del Gobierno británico. Hacia fuera, las palabras con las que la máxima responsable de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recibió a la nueva primera ministra fueron de cortesía. “La UE y el Reino Unido son socios. Enfrentamos muchos desafíos juntos, desde el cambio climático hasta la invasión rusa de Ucrania”, señaló la política alemana nada más conocerse la noticia de que sería Truss la sucesora de Boris Johnson. Pero a ese mensaje le siguió una advertencia en el tuit que lanzó Von der Leyen: “Espero una relación constructiva, con pleno respeto de nuestros acuerdos”.

Fuera de los micrófonos, en la capital comunitaria se pone más acento en esta última parte y se observa con cierto resquemor la llegada de la nueva primera ministra a Downing Street. Apenas lleva unas horas en el cargo, pero se aguardan con expectación sus primeros pasos sobre los compromisos del Brexit firmados con la UE por su predecesor, Boris Johnson. “Con la situación interna en el Reino Unido, [la nueva primera ministra] podía apostar por suspender temporalmente partes del Protocolo; eso sería inaceptable”, señala un alto funcionario comunitario, en referencia al texto pactado en el Brexit que regula el encaje de Irlanda del Norte con la UE.

Cuando se habla de respeto a los acuerdos, en Bruselas es muy evidente que se habla de ese protocolo, el tratado internacional que garantizó una relación fluida de esa región británica con el bloque comunitario en la era inaugurada por el Brexit. Al poco de suscribirse este acuerdo, el Gobierno de Johnson comenzó a mostrar su desvinculación de lo pactado y esta no ha hecho más que crecer con el paso del tiempo, hasta el punto de que una de las últimas normas que comenzó a tramitar el anterior Ejecutivo británico es la que permite la alteración unilateral del Protocolo. En la preparación de esta ley jugó un papel clave Liz Truss, que hasta ahora ejercía de ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido.

Ese papel protagonista de Truss culminó el desapego creciente de Bruselas hacia ella. Hace meses, la política conservadora se hizo cargo de la negociación del Protocolo tras la dimisión de David Frost, el exministro británico para el Brexit. Con Frost, uno de los más destacados e ideologizados euroescépticos del Partido Conservador, las negociaciones habían llegado a un punto muerto y él no dudaba en amenazar con la ruptura unilateral de ese capítulo de los acuerdos de divorcio con el Reino Unido al acabar cada reunión. La llegada de Truss, que llegó con fama de pragmática, hizo albergar esperanzas en Bruselas de que se podía encontrar una solución.

La esperanza acabó desvaneciéndose pronto, cuando se comprobó que también con ella el Brexit y el Protocolo eran un arma de la política interna británica a la que Johnson recurría cada vez que estaba en problemas. Así se llegó a tramitar en el Parlamento británico la norma que da a los ministros del Reino Unido la potestad de suspender unilateralmente aspectos del Protocolo de Irlanda del Norte. También a la respuesta de Bruselas, que abrió varios expedientes a Londres como respuesta y que pueden acabar en multas millonarias a Londres.

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El comisario Maros Sefcovic, el negociador de la UE en este capítulo, es quien ha mostrado más dureza cada vez que ha hablado sobre este asunto. Y, de hecho, el viernes apuntó que la UE nunca se retiraría de la mesa de negociación. Al mismo tiempo, Sefcovic acusó al Reino Unido de “no comprometerse de manera significativa” con Bruselas desde febrero y de rechazar las propuestas y compromisos que la UE había ofrecido para abordar los problemas con el Protocolo en Irlanda del Norte.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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