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El Gobierno de Bulgaria cae tras solo seis meses en el poder al perder una moción de censura

El primer ministro búlgaro, Kiril Petkov, ha culpado a Rusia y a la mafia de su propio país de la caída de su Ejecutivo

Kiril Petkov
El primer ministro de Bulgaria, Kiril Petkov, saluda a sus simpatizantes poco después de perder la moción de censura contra su Gobierno.VASSIL DONEV (EFE)

Bulgaria está abonada a las crisis políticas. El Gobierno de coalición búlgaro, encabezado por el proeuropeo Kiril Petkov, entró este miércoles en uno nuevo impasse al perder en el Parlamento una moción de censura, que presentó la oposición conservadora GERB con el pretexto de la escalada de precios energéticos y las discrepancias con el Ejecutivo, acrecentadas por la guerra en Ucrania. De esta manera, el país balcánico ―de unos 6,5 millones de habitantes ― se ve, una vez más, en riesgo de caer en una espiral de elecciones: las cuartas en menos de un año y medio.

Economista licenciado en Harvard, que fue investido a mediados de diciembre como primer ministro con el propósito de acabar con la desenfrenada corrupción tras un decenio del reinado del polémico Boiko Borisov; Petkov ha recibido el respaldo de 116 diputados frente a los 123 que votaron contra el Ejecutivo. En su rescate, el primer ministro ha contado con los votos de su formación, Continuamos el Cambio (PP, de corte centroliberal), así como con los de dos grupos de la coalición que lo encumbraron: los socialistas, herederos del partido comunista, y Bulgaria Democrática, de inclinación euroatlántica. No ha sido suficiente.

La pérdida de confianza en el Ejecutivo, exhibida desde hace semanas por el partido populista Existe Tal Pueblo (ITN), del popular cantante Slavi Trifonov, han condenado a un Gobierno, que estaba llamado a rescatar de la desidia al pueblo búlgaro, anclado en la cola de la Unión Europea en términos de pobreza. Así, la formación antisistema retiró a sus cuatro ministros del Gobierno a principios de junio, achacando la decisión a una mala gestión presupuestaria, pero también a la intención gubernamental de levantar el veto búlgaro para que puedan comenzar las negociaciones de adhesión a la UE de la vecina Macedonia del Norte. Para desbloquear la entrada del país vecino al bloque comunitario, Sofía pide a Skopje que reconozca que ambos países mantienen una historia y una lengua en común. Por su parte, el ya interino primer ministro ―que adoptó una línea inusual en Bulgaria al mostrarse contrario a Rusia desde la invasión a Ucrania― ha culpado de su derrocamiento directamente a Moscú, pero también a la poderosa mafia búlgara.

“Esta votación es solo un pequeño paso en un camino muy largo. Prometo que continuaremos esta batalla para conquistar nuestro país. Un día tendremos a Bulgaria sin gente que gobierne desde la sombra, sin mafia... Un país normal, un país europeo exitoso”, ha declarado Petkov en su último discurso como primer ministro. También ha mencionado a la embajadora rusa en Sofía, a la que acusó de ejercer su influencia para destituirlo del cargo. A pesar de su fuerte dependencia de la energía rusa, Sofía no cedió a la petición del Kremlin de abrir una cuenta en rublos para el pago del gas y, por ello, sufrió un corte en las entregas.

En los últimos días, gran parte del debate político se ha centrado en la posición del cantante Trifonov y si este se alejaba del Gobierno por recomendación de la poderosa mafia oligárquica de Bulgaria. La idea ha sido impulsada por un grupo de legisladores del propio partido de Trifonov, que se pasaron al de Petkov, precisamente, porque consideraban que su propio partido estaba del lado de los grupos mafiosos, según explicaron. Unos argumentos que Trifonov ha descrito como absurdos.

La moción de confianza impulsada por GERB ha podido salir adelante gracias al apoyo del partido étnico turco DPS y a los ultranacionalistas prorrusos de Vazrazhdane (Renacimiento). A pesar de perder la moción de censura, el presidente Rumen Radev deberá encargar la formación de un nuevo Gobierno al partido de Pekov (pues es el mayoritario), que dispondrá de una semana para conformar una mayoría parlamentaria alternativa. En caso de que fracase, el turno pasaría al segundo partido más votado, el GERB, que dispondría de otros siete días para forjar un Ejecutivo. Si tampoco lo lograra, el jefe del Estado podría realizar el encargo a una tercera formación antes de disolver el Parlamento y convocar elecciones generales. De ser así, los comicios se celebrarían en otoño.

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