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Bruselas teme que la guerra de Putin provoque oleadas migratorias hacia la UE desde el norte de África

La Comisión Europea alerta del riesgo de “hambruna catastrófica” en un informe confidencial sobre las consecuencias del ataque a Ucrania. España e Italia, en primera línea de la posible crisis migratoria

Un grupo de migrantes a bordo de una barca espera el rescate de la ONG española Open Arms en el Mediterráneo, en 2021.
Un grupo de migrantes a bordo de una barca espera el rescate de la ONG española Open Arms en el Mediterráneo, en 2021.Joan Mateu (AP)

Los daños colaterales de una guerra pueden ser casi tan dolorosos como los del campo de batalla. Y en el caso de la invasión rusa de Ucrania, el impacto se extiende ya por casi todos los confines del planeta, según el plan de acción elaborado por la UE para hacer frente las consecuencias sociales, políticas y económicas del conflicto en países terceros. El informe, al que ha tenido acceso EL PAÍS, avisa, en particular, del creciente riesgo de “una hambruna catastrófica” en los países del norte de África que desencadene “nuevas olas de protesta social, de desplazamientos internos y de migración hacia las regiones vecinas y, posiblemente, hacia la UE”. El diagnóstico deja a España e Italia en primera línea de un éxodo potencialmente masivo a través del Mediterráneo.

El plan de acción, que no se ha hecho público, ha sido elaborado de manera conjunta por la Comisión Europea y el Servicio europeo de Acción Exterior, encabezado por el vicepresidente de la Comisión, Josep Borrell. El informe ha sido remitido esta semana a los 27 gobiernos de la Unión y marca el camino para responder a las graves consecuencias de una guerra que ya está golpeando a numerosos países, desde los más cercanos al conflicto, como Moldavia, Armenia o Azerbaiyán, hasta otros tan alejados como Bangladesh, Mongolia, México o Argentina.

El informe, 27 páginas de alarmante lectura, recorre desde los Balcanes y Turquía hasta América Latina, pasando por Asia central, Oriente Próximo, el Magreb y el Sahel. En todas esas zonas se acusan las consecuencias de “un nuevo escenario geopolítico, marcado por la elevada inestabilidad y los crecientes riesgos de una fragmentación de la comunidad internacional”.

El desencadenante de la grave crisis, según Bruselas, es la guerra de Putin y, en concreto, el bloqueo ruso de las exportaciones agrícolas ucranias y la escalada de los precios energéticos. El documento no concreta el destino de la potencial crisis migratoria. Pero por las zonas señaladas como más castigadas por la crisis alimentaria y la energética (el Magreb y el Sahel, entre otras) parece inevitable que España e Italia se sitúen en primera línea del posible éxodo masivo.

La Comisión, según el documento, se propone concentrar su ayuda en los países más golpeados por la crisis, en los aspirantes a ingresar en la Unión, en los actores más influyentes de cada región o en los que sean esenciales para la importación de energía y materias primas.

La relación privilegiada con suministradores alternativos que permitan reducir la dependencia energética de Rusia también apunta hacia el sur, según el informe. En particular, hacia Argelia y el deseo de la UE de aumentar sus exportaciones de gas a través de España, incluso por el gasoducto cerrado que pasa por Marruecos.

En el caso de los países más próximos a España, el informe señala que el impacto “ya es muy significativo” en la vecindad sur (Marruecos, Túnez o Libia y Egipto). La tormenta perfecta en esa zona y en Oriente Próximo suma el impacto aún no superado de la pandemia, la sequía en algunas partes del territorio y el escaso margen presupuestario de las administraciones para socorrer a la población más vulnerable.

El desenlace para el Magreb y su entorno se vislumbra temible: “La falta de granos y de otros productos agrícolas esenciales, unido a la subida de precios de productos básicos y de alimentos y la reducción de los subsidios, puede llevar a graves crisis económicas y sociales”, señala el informe comunitario.

La UE ya ha comenzado a dar su apoyo urgente a esos países, con más de 225 millones de euros destinados a Egipto, Líbano, Libia, Siria, Túnez, Marruecos y Palestina a través de la llamada Facilidad de alimento y resiliencia, detalla la Comisión. A largo plazo, la UE se plantea ayudarles a desarrollar su propia producción, siempre que sea posible.

Pero esa ayuda no impide que, según el informe, el riesgo de crisis económica y social sea “particularmente alto en Egipto, Jordania, Yemen, Líbano, Libia, Marruecos y Túnez”, siete países que suman más de 200 millones de habitantes. La amenaza de hambruna es creciente, según Bruselas, “en las capas más pobres de la población”. Y la posibilidad de una huida en busca de mejores condiciones alimentarias apunta tanto al interior de los propios países como hacia países vecinos “y posiblemente hacia la UE”. Los 27 socios comunitarios han pactado este mes un mecanismo de reparto de refugiados que podría estrenarse en la próxima crisis migratoria si llega a producirse.

Propaganda rusa

Bruselas también planea una ofensiva diplomática para contrarrestar la versión rusa de los acontecimientos, que atribuye la crisis alimentaria y energética a las sanciones europeas por la invasión de Ucrania. El plan apunta a una cumbre ministerial con la Liga Árabe a finales de este año y, tal vez, con la Unión del Mediterráneo.

Pero el documento reconoce que los mensajes del Kremlin “están muy extendidos entre los gobiernos y las poblaciones de los países en vías de desarrollo”. La amplia difusión de la propaganda rusa se ve reforzada porque “otros poderes” la rebotan y le dan credibilidad, alusión velada del informe a China. Y el problema de imagen para la UE se agrava en los países donde no hay medios de comunicación independientes, añade el documento.

La Comisión y el Servicio Exterior sugieren responder con una explicación detallada sobre los efectos reales de las sanciones europeas contra Rusia y Bielorrusia (por su apoyo a la agresión rusa). Y recurrir “a ejemplos concretos sobre la responsabilidad directa de Rusia por los altos precios del grano”. Borrell llegó este lunes a acusar a Moscú de “crímenes de guerra” por su empeño en bloquear las exportaciones ucranias.

Los problemas se repiten, con mayor o menor gravedad, en todas las zonas geográficas analizadas por los servicios diplomáticos comunitarios. La onda expansiva, según su análisis, se propaga en forma de carencia de materias primas y de cereales fundamentales para la nutrición en esos países, por la falta o encarecimiento de fertilizantes y por una escalada general de precios, sobre todo de un suministro tan esencial como el energético. La peligrosa espiral está condenando a decenas de millones de personas a una situación de penuria y empobrecimiento difícilmente soportable si la agresión de Putin contra Ucrania se prolonga mucho tiempo.

Los últimos datos recogidos en el informe indican que ya hay unos 193 millones de personas, 40 millones más que el año pasado, “expuestas a una inseguridad alimentaria aguda y en necesidad de asistencia urgente”. El drama se extiende por 53 países o territorios de todo el planeta, mientras que Rusia impide la salida de Ucrania de más de 20 millones de toneladas de grano acumulados en silos y barcos ucranios.

La prolongación de la guerra, un escenario considerado probable por la OTAN, podría desestabilizar también la región de América Latina y el Caribe, según el informe comunitario. “Los precios más altos en energía y alimentos aumentarán la pobreza, el hambre y la tensión social en un contexto de creciente desigualdad, polarización política y desconfianza hacia los gobiernos”, apunta el documento.

La caída del suministro de fertilizantes tendrá un “impacto importante en varios países, como México, Perú, Brasil, Chile, Colombia y Argentina”, detalla la Comisión. Y añade que las fallas en el comercio de grano, sobre todo en trigo y soja, “afectará al suministro en países como Nicaragua, Haití, Perú, Ecuador”.

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