Se busca casa para el primer ministro canadiense
La residencia oficial está en muy mal estado y la restauración sería muy costosa. “Ningún primer ministro quiere gastar un céntimo de los contribuyentes en mantener esa casa”, ha dicho Trudeau
Tras su llegada al poder en noviembre de 2015, varios medios canadienses expresaron que Justin Trudeau volvería a vivir en el número 24 del paseo Sussex de Ottawa, dirección donde se localiza la residencia oficial de los primeros ministros del país. Trudeau pasó casi toda su niñez en esta mansión, cuando su padre, Pierre-Elliot Trudeau, estuvo al frente del Gobierno. Sin embargo, él, sus hijos y su esposa no la han habitado un solo día desde aquel triunfo electoral hace seis años y medio. La razón es el mal estado de la residencia. De acuerdo a un informe de la Comisión de la Capital Nacional (la agencia federal que administra distintos inmuebles históricos en Ottawa), un premier canadiense requiere de un domicilio más acorde con sus funciones e investidura.
La familia Trudeau-Grégoire vive en Rideau Cottage, propiedad ubicada en los jardines de Rideau Hall, la residencia de la gobernadora general de Canadá. Los problemas que sufre el 24 de Sussex son conocidos desde hace lustros, y a pesar de ello, el mantenimiento no ha estado a la altura. Por ejemplo, pululan las goteras, las instalaciones eléctricas inquietan, varias ventanas necesitan reemplazo, la calefacción es inadecuada y el amianto —material prohibido en muchos países por sus riesgos a la salud— sigue presente en algunas partes del inmueble. El documento de la Comisión de la Capital Nacional, obtenido por el diario The Toronto Star, cifra en 36,6 millones de dólares canadienses (28,5 millones estadounidenses) el costo de las renovaciones requeridas, pese a que ya fueron destinados 6,5 millones entre 2009 y 2019. Demolerla y volverla a construir rondaría los 40 millones (unos 31,2 millones del país vecino). Otra opción que aparece es edificarla en otro sitio. Los miembros de este organismo consideran que una renovación profunda sería el escenario menos recomendable.
El documento menciona que la residencia es “poco adecuada para recibir visitas oficiales” y que un nuevo recinto dedicado a asuntos del Gobierno, actividades diplomáticas y visitas proyectaría “una mejor imagen de Canadá como miembro del G7 y actor mundial”. El informe indica que la mansión del 24 de Sussex “es muy limitada en su capacidad de apoyo a las funciones oficiales, con mala accesibilidad, habitaciones de tamaño insuficiente y falta de espacios de apoyo”, obligando así al Gobierno federal a alquilar otros sitios y a enfrentar problemas logísticos y de seguridad. La Comisión de la Capital Nacional sugiere un inmueble que ocuparía unos 1.400 metros cuadrados. El 76% del espacio se dedicaría a uso oficial del Gobierno y el 24% restante a la residencia privada del premier canadiense.
Símbolo del poder en Canadá
La mansión fue construida en 1868 por un boyante empresario. El Gobierno federal la expropió en 1943 y siete años después comenzó a alojar a los primeros ministros. El inmueble se convirtió de esta manera en un sitio de importancia para la vida política y la crónica rosa del país. Muchas de las imágenes en hemerotecas que atestiguan las actividades en esta mansión tienen como protagonistas a Pierre Elliot Trudeau y Margaret Sinclair; también a los tres hijos de la pareja, ya sea nadando en la piscina, jugando en los jardines o curioseando en citas con líderes de medio mundo. El último primer ministro que vivió en la residencia fue el conservador Stephen Harper; lo hizo entre 2006 y 2015.
La comisión señaló que el documento es solo una guía para las posibles tareas venideras, ya que son necesarios otros estudios para examinar asuntos relacionados con la ubicación y el diseño del inmueble, y que no se ha tomado hasta el momento una decisión oficial al respecto. A principios de 2019, Justin Trudeau insistió en que no viviría en la residencia durante su ejercicio del poder. “Ningún primer ministro quiere gastar un céntimo de los contribuyentes en mantener esa casa”, apuntó. Diversos analistas expresaron que el costo político no sería ligero para cualquier gobernante que anuncie una inyección económica mayor para el 24 Sussex.
Trudeau volvió a abordar el tema en enero de este año. Confirmó que no se mudaría a la residencia en sus años al frente del Gobierno y reiteró que ha sido descuidada por varios primeros ministros, aunque subrayó su importancia histórica. El líder liberal añadió: “Estamos evaluando varias opciones. Cuando lleguemos a una decisión, la haremos pública”. Una encuesta de la firma Nanos Research, llevada a cabo en diciembre de 2016, arrojó que el 54% de los consultados prefería un nuevo inmueble, el 34% se decantaba por las renovaciones y el 12% no tenía una opinión definida. Tres años después, otro sondeo de Dart-Maru Blue mostró que el 39% optaba por estrenar residencia para los primeros ministros, mientras que el 61% se inclinaba por trabajos para renovar una de las casas más emblemáticas del país.
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