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Marine Le Pen promueve una alianza de seguridad con Rusia en cuanto acabe la guerra en Ucrania

La candidata de extrema derecha en Francia aboga por un viraje radical que acabaría con la cooperación militar con Berlín y sustituiría la UE por una alianza de naciones

Foto: Emmanuel Dunand | Vídeo: EPV
Marc Bassets

Europa afronta una sacudida si Marine Le Pen gana las elecciones presidenciales francesas el 24 de abril frente al actual presidente, Emmanuel Macron. En plena guerra en Ucrania, conquistaría el corazón de Europa una figura política que durante años ha declarado su admiración por el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y hoy se presenta por un partido endeudado con un banco ruso. La candidata de la extrema derecha francesa promueve una alianza de seguridad con Moscú en cuanto termine la guerra. Y, con un discurso muy crítico con Alemania, quiere liquidar a la actual Unión Europea para transformarla en una alianza de naciones.

“Francia no es una potencia media, sino una gran potencia que todavía cuenta”, dijo el miércoles Le Pen en una conferencia de prensa interrumpida por una mujer que protestaba con una pancarta por sus vínculos con Putin, y que fue desalojada con violencia por los guardias de seguridad. “Mi única brújula”, añadió, “es el interés de Francia, y su seguridad”.

La candidata no propone una ruptura explícita con la Unión Europea o con la OTAN. Pero su programa, si se aplica, supondría un viraje radical en la posición de Francia, país central en el proyecto común y dotado del arma nuclear y un sillón permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Con su propuesta para cerrar una futura alianza con Rusia, amenaza con dinamitar la unidad occidental en el momento de mayor tensión en décadas y en plenos bombardeos y ataques de Rusia en Ucrania.

En un discurso el martes en Estrasburgo, capital europea, su rival en las elecciones, Macron, avisó: “El proyecto de la extrema derecha esconde la salida de Europa”. El presidente, que hace cinco años conquistó el poder con un mensaje europeísta, alerta ahora contra “el retorno del nacionalismo y el retorno de la guerra” que, en su opinión, significaría el triunfo de Le Pen.

Manifestación en París de denuncia de los vínculos entre Marine Le Pen y Vladímir Putin, durante una rueda de prensa ofrecida el 13 de abril por la candidata ultraderechista.
Manifestación en París de denuncia de los vínculos entre Marine Le Pen y Vladímir Putin, durante una rueda de prensa ofrecida el 13 de abril por la candidata ultraderechista.EMMANUEL DUNAND (AFP)

Macron, en esta fase de la campaña, intenta señalar la identidad ideológica de su rival y los riesgos que entraña para Francia y Europa. Mientras tanto, todo el esfuerzo de Le Pen se concentra en suavizar su imagen y evitar dar miedo.

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Para Bertrand Badie, profesor emérito de Sciences Po y autor de Les puissances mondialisées, “es absolutamente evidente que Putin sueña con una victoria de Le Pen”. “Si gana Marine Le Pen, Putin se sentirá doblemente contento”, afirma Badie. “Primero, porque en Francia llegará al poder la personalidad más próxima a él. Y segundo, paralizaría la UE y la OTAN, provocaría el debilitamiento del frente occidental”.

La candidata de la extrema derecha cargó en su discurso contra Alemania, socio fundador con Francia de la Unión Europea, y dio por enterrada la cooperación militar entre ambos países: el motor franco-alemán no entra en ninguno de sus cálculos diplomáticos. “Alemania se afirma como el negativo absoluto de la identidad estratégica francesa, fundada en la independencia, la disuasión [nuclear] y un modelo de ejército industrial completo y de rango mundial”, justificó.

Sus alianzas son otras. En su proyecto de una “alianza europea de naciones”, en la que el derecho nacional prevalecería por encima del europeo, quiere contar con aliados como la Hungría de Viktor Orbán o la Polonia ultraconservadora del PiS.

Fuera del mando militar de la OTAN

La Alianza Atlántica es otro de sus objetivos. No pretende abandonarla del todo, pero con el argumento de la “la no sumisión a un protectorado americano en suelo europeo”, Le Pen anunció que, si gana las elecciones, Francia saldrá del mando militar integrado de la OTAN, en el que reingresó en 2009 después de que el general De Gaulle sacara al país de la Alianza en 1966.

En el programa electoral, Le Pen ya explicaba que “se buscará una alianza con Rusia sobre temas de fondo”. Y citaba, entre otros temas, la seguridad europea y la lucha contra el terrorismo. Ante la prensa, la candidata precisó que esta alianza debería fraguarse cuando se haya firmado un tratado de paz entre Ucrania y Rusia. E incluyó en ella a la OTAN, institución que, después de las décadas de desorientación tras el fin de la Guerra Fría, cree que ha recobrado su sentido con la guerra en Ucrania y la amenaza de Putin a Europa.

Le Pen ha mantenido durante años vínculos estrechos con Putin. Lo visitó en el Kremlin durante la campaña de 2017 y le declaró su admiración. En una entrevista televisiva, dijo: “Las grandes líneas políticas que defiendo son las grandes líneas políticas defendidas por el señor [Donald] Trump y por el señor Putin”. Su partido, el Reagrupamiento Nacional, está endeudado con un banco ruso que lo financió en la década pasada.

Y, sin embargo, la líder ultraderechista ha salido indemne hasta ahora de la invasión rusa de Ucrania durante una campaña electoral más centrada en los efectos económicos de la guerra para los franceses que en la propia guerra. En la primera vuelta electoral, el 10 de abril, fue la segunda candidata más votada, por detrás de Macron, y se clasificó para disputarle la presidencia al actual mandatario.

En 2017, Macron ganó con un 66% de votos. Ella sacó un 34%. Los sondeos muestran ahora un margen más estrecho. El presidente ganaría con un 53% de votos frente al 47% de Le Pen, según el instituto Ifop. Ipsos agranda un poco la distancia: 55% a 45% en favor de Macron.

En la campaña, Le Pen relativiza su cercanía a Moscú. Dice que si su partido se endeudó con un banco ruso fue porque ningún banco francés quería prestarle dinero. Cuando se le pregunta por su propuesta de alianza de seguridad con Rusia, se ampara en una tradición de diplomacia francesa equidistante entre las potencias. Y replica que también Macron, al recibir en 2019 a Putin en la Costa Azul en 2019, aspiraba, como ella, a “arrimar” a Rusia a Europa.

Se trata, para la candidata, de mantener el mensaje soberanista, euroescéptico y contrario a la OTAN y a la influencia de Estados Unidos: un mensaje que también apela a los decisivos votantes de la izquierda populista de Jean-Luc Mélenchon. Y, al mismo tiempo, de alejar el espectro de rupturas violentas que pueden asustar al votante más moderado. “Marine Le Pen”, analiza el profesor Badie, “se inscribe en la corriente nacional-populista de Trump, Orbán, Matteo Salvini o el PiS polaco. El código nacional-populista es lo que permite desencriptar su programa de política internacional”.

En las presidenciales de 2017, celebradas menos de un año después del referéndum del Brexit en Reino Unido, Le Pen prometía el Frexit y la salida del euro. No fueron promesas populares. Ahora ha rectificado. Pero parece ser más una cuestión de método que de objetivos. Badie cree que, si Le Pen ganase, “no habría ninguna decisión de salida de la UE o del euro, pero alimentaría su popularidad con una política de bloqueo, según el modelo de Orbán en Hungría”.

“Lo repito: [el Frexit] no es nuestro proyecto”, dijo Le Pen este miércoles. “Queremos reformar la UE desde dentro. Pero cuanto más nos liberamos de la camisa de fuerza de Bruselas, aunque sigamos en la UE, más miraremos hacia el vasto mundo. Me parece que los ingleses lo entendieron bien”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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