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Rusia intensifica la ofensiva para tomar Mariupol

Los separatistas prorrusos de Donetsk aseguran que ya controlan el centro de la ciudad, mientras las autoridades ucranias lo desmienten

Un hombre junto a escombros de un edificio dañado en Mariupol por los ataques rusos, el 4 de abril. Foto: ALEXANDER ERMOCHENKO (REUTERS)
Cristian Segura (Enviado Especial)

Las fuerzas separatistas prorrusas de Donetsk han asegurado este jueves que han tomado el control del centro de Mariupol. Tras seis semanas de guerra, el asedio a esta ciudad se ha intensificado por su valor estratégico para Rusia. Símbolo de los horrores de la guerra, este municipio es el último obstáculo de Vladímir Putin para controlar la costa ucrania del mar de Azov. A tan solo 40 kilómetros de la frontera rusa, la ocupación de Mariupol supondría una vía de acceso directo del invasor a las otras ciudades más al sur y bajo su control, Berdiansk, Melitopol y Jersón. A partir de allí, solo Mikolaiv y Odesa estarían resistiendo la ofensiva rusa para controlar el mar Negro. Las autoridades ucranias afirman, por el contrario, que el enemigo continúa fuera del centro urbano de Mariupol.

La ausencia de periodistas y de observadores internacionales en Mariupol impide contrastar la veracidad de las informaciones que ambos bandos aportan. Para Ucrania está siendo incluso difícil que el Gobierno ruso permita corredores humanitarios de forma constante y sin peligro para evacuar a la población atrapada entre la artillería y las ruinas. Se estima que todavía hay cerca de 120.000 personas en la ciudad, una cuarta parte de la población censada antes de la guerra. Los datos que aporta periódicamente Irina Vereshchuk, viceprimera ministra ucrania, indican que cerca de 3.800 personas han conseguido abandonar diariamente Mariupol y Berdiansk en la última semana. Pese a la proximidad a Rusia de las provincias orientales ucranias, solo un 8% de los 4,3 millones de desplazados por la guerra al exterior han optado por refugiarse en territorio ruso.

El portavoz de las milicias de la autoproclamada república popular de Donetsk, Eduard Basurin, ha afirmado que en el centro de Mariupol “los principales combates han terminado”. En declaraciones al canal Rossía 24 de la televisión estatal rusa, Basurin ha agregado que las acciones de combates se han desplazado al puerto y a la acería Azovstal, situada en la periferia. “En el puerto ya entramos. Poco a poco estamos limpiando este territorio y los estamos expulsando [a los efectivos ucranios] a la zona industrial de Azovstal”, ha dicho el portavoz castrense.

Basurin ha añadido que en Mariupol quedan aún unos 3.000 militares ucranios, aunque ha añadido que hay parte de la población civil que también está combatiendo contra el invasor. El asesor del jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, Oleksi Arestovich, ha asegurado en rueda de prensa que las tropas ucranias resisten todavía en Mariupol. Arestovich ha confirmado que el Ejército ruso ha intensificado los esfuerzos para tomar la ciudad.

Una ciudad hecha cenizas

Después de la retirada de sus tropas en Kiev, la capital ucrania, Rusia está concentrando su esfuerzo militar en las regiones orientales. El resultado es una catástrofe humana sin precedentes en Europa desde la desintegración de Yugoslavia, hace 30 años. Según las autoridades ucranias, el 90% de Mariupol ha quedado en ruinas, “destruida hasta las cenizas”, según ha expresado este jueves el presidente, Volodímir Zelenski, en una intervención por videoconferencia ante el Parlamento griego. “Sus habitantes están muriendo de hambre y sed”, ha asegurado. El alcalde de Mariupol, Vadym Boichenko, ha avanzado este jueves que teme que unos 5.000 civiles han muerto en la ciudad durante el asedio ruso. Un total de 1.563 fallecidos y 2.213 heridos son los datos del último recuento de bajas civiles en toda Ucrania por parte de la Oficina de la Alta Representante de los Derechos Humanos de Naciones Unidas.

Un convoy de autobuses y coches para evacuar a ciudadanos de Mariupol, camino de Berdansk, el 6 de abril.
Un convoy de autobuses y coches para evacuar a ciudadanos de Mariupol, camino de Berdansk, el 6 de abril.AP

Zelenski y su ministro de Exteriores, Dimitri Kuleba, han insistido este jueves en que los Estados miembros de la Unión Europea y la OTAN deben incrementar el suministro de armas para su Ejército. “Necesitamos sistemas antiaéreos y antitanques, como también blindados”, ha reclamado el líder ucranio ante los diputados griegos. La comunidad de origen griego en Ucrania tiene una presencia histórica significativa en las ciudades del mar Negro como Odesa o Mariupol. En esta última viven cerca de 100.000 ciudadanos con raíces griegas. El titular de exteriores de este país, Nikos Dendias, ha avanzado desde la cumbre de Ministros de Exteriores de la OTAN, en Bruselas, que solicitarán al Tribunal Penal Internacional (TPI) que abra una investigación sobre posibles crímenes de guerra en la urbe asediada. Ucrania y sus aliados cuentan con evidencias de ataques rusos indiscriminados a infraestructuras civiles como hospitales, escuelas o complejos de viviendas. Rusia niega haber cometido ningún crimen de guerra en Ucrania y replica que se trata de montajes para desprestigiar a Moscú.

Kuleba ha participado como invitado en la cumbre de la OTAN para reclamar una mayor cantidad de armamento y de mayor envergadura. “Cada uno de ustedes debe ayudarnos ahora, y hablo de días, no de semanas, porque de lo contrario su ayuda llegará demasiado tarde”, ha dicho. Francia y Alemania son objeto de duras críticas entre los ciudadanos ucranios, pero también entre los representantes de la Administración consultados por EL PAÍS durante las semanas que dura el conflicto; consideran que, a diferencia de Estados Unidos, las dos potencias europeas no están aportando el suficiente apoyo militar.

Zelenski reclamó el pasado 24 de marzo en un mensaje a la OTAN que sus miembros suministraran a Ucrania un 1% de sus vehículos blindados y aviones de combate. Ucrania no ha recibido cazas desde el exterior y solo la República Checa ha accedido a enviar medio centenar de unidades blindadas de la época soviética, tanques T-72 y vehículos BVP-1 fabricados en la República Democrática Alemana. Mark F. Cancian, consultor del Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS), en Washington, detalló en un informe del 1 de abril que el principal inconveniente de suministrar tanques y aviones modernos a Ucrania es que necesitarían entre tres y seis meses de formación para los equipos que los operen. También requieren de un sistema de suministro constante de componentes para reparaciones que el CSIS considera de muy compleja organización logística.

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Sobre la firma

Cristian Segura (Enviado Especial)
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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