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Gabriel Boric visita el mayor centro de detención de la dictadura argentina: “Es estremecedor”

Las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo obsequian al presidente de Chile uno de sus pañuelos blancos

El presidente de Chile, Gabriel Boric (izquierda) y Alberto Fernández, dialogan este 5 de abril en la Capucha, el sitio donde la dictadura alojaba a los detenidos desaparecidos, en Buenos Aires.Foto: AFP | Vídeo: AP
Federico Rivas Molina

Gabriel Boric cerró este martes su visita de Estado a Argentina con un recorrido por el que fuera en los años setenta el mayor centro de torturas y exterminio de la dictadura. “Fue estremecedor”, resumió el presidente de Chile. Durante una hora y media, Boric recorrió acompañado por su par argentino, Alberto Fernández, las instalaciones de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), convertida en 2015 en Espacio Memoria.

La visita fue símbolo del perfil que Boric ha querido dar a su primer viaje al exterior, en un país que ha juzgado los crímenes de la dictadura y hace de la memoria histórica parte de su cultura política. “Hay quienes creen que recordar esto es meter el dedo en la llaga, y esto es para que no vuelva a pasar”, dijo Boric. Fue un claro mensaje a su país, donde la transición soportó el lastre de la figura del dictador Augusto Pinochet, en activo como jefe del Ejército hasta 1998 y luego senador vitalicio.

Por la ESMA pasaron 5.000 detenidos desparecidos. La recorrida por su interior da una idea de los sufrimientos de los presos, que soportaban largas sesiones de tortura y pasaban sus días encapuchados y aislados en espacios minúsculos. “Es muy fuerte ver los lugares donde las mujeres parían, en ese espacio tan pequeño. Ha sido muy fuerte y muy emocionante”, dice la ministra de Defensa, Maya Fernández, nieta del presidente Salvador Allende.

La comitiva chilena estuvo acompañada dentro de la ESMA por representantes de organismos de derechos humanos, supervivientes del centro de detención y familiares de desparecidos. Las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo regalaron a Boric uno de sus tradicionales pañuelos blancos. “Gracias a los que hacen que la memoria siga siendo vital”, dijo Boric. “Alberto Fernández me dijo que cómo era posible que no se supiera lo que sucedía aquí. Las habitaciones estaban ahí, abajo de la Capucha. Uno siente el horror y también la solidaridad, y la historia de las mujeres que parieron en dos metros cuadrados”, dijo Boric al terminar la visita.

La Capucha era el principal lugar de reclusión de prisioneros. Los detenidos permanecían esposados de pies y de manos, con una capucha o antifaz de tela en la cara y dormían en colchones colocados en el piso. Ingresar a la Capucha era perder el último vestigio de identidad: como en los campos de exterminio nazis, los presos eran allí identificados con un número. El edificio que alojaba la Capucha era el casino de oficiales de la ESMA, un predio de la Armada argentina que formaba a los nuevos cadetes. El centro clandestino de detención no detuvo las clases ni la vida del barrio. El contraste entre el interior y el exterior del predio era brutal. La ESMA está ubicada sobre la avenida del Libertador, una larga arteria arbolada que aloja los edificios más caros de la ciudad y los parques de estilo francés que son marca de Buenos Aires.

Gabriel Boric con Madres de la Plaza de Mayo
Gabriel Boric recibe de regalo el tradicional pañuelo blanco de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo argentinas.AGUSTIN MARCARIAN (REUTERS)

En 1998, el Gobierno de Carlos Menem propuso el derribo de la ESMA, en un intento por pasar páginas de los horrores de la dictadura y “relegar los enfrentamientos de nuestra historia reciente”. Los familiares de las víctimas lograron detener el plan en la Justicia, con el argumento de que allí podía haber pruebas de torturas y asesinatos que aún estaban bajo investigación. En 2015, finalmente, los edificios de la ESMA se convirtieron en un centro para recordar los horrores del terrorismo de Estado.

Boric dijo que Chile apoyará “la candidatura de la ESMA a patrimonio de la UNESCO”. Y prometió “incentivar la colaboración con el Museo de la Memoria de Santiago y con las regiones. Queremos que esa memoria cruce las capitales. Y vamos a trabajar en la promoción de los derechos humanos en todo el continente”, agregó. Chile tiene un Museo de la Memoria inspirado en otros similares, como el del Holocausto, pero no funciona en un sitio donde efectivamente hubo detenidos. De ahí el impacto que sintió la comitiva chilena en la ESMA.

La recorrida por la ESMA fue la actividad más relevante de la segunda y última jornada de la visita de Boric a Argentina. Por la mañana mantuvo un encuentro con empresarios chilenos y por la tarde visitó en el Museo de Bellas Artes la exposición de los cuadros del pintor argentino Ernesto Deira, devueltos esta semana a Argentina por la Universidad de Chile después de 50 años de tenerlos retenidos. En su última actividad oficial, el presidente se reunió con representantes de la comunidad chilena en Argentina.

Boric ha dado a su primera visita a Argentina un tono amigable, cargada de gestos. No ocultó su buena relación con Fernández, al que consideró un cómplice en la lucha contra la desigualdad, e insistió en su idea de liderar una nueva unidad latinoamericana “que no esté vinculada a la afinidad política de los Jefes de Estado”. Se lleva en la maleta un disco de Charly García regalo de Fernández, recuerdos de la ESMA y un nuevo corte de cabello.

Por tratarse de una visita de Estado, el presidente de Chile se reunió con autoridades del Parlamento argentino y de la Justicia. En la comitiva manifestaron su sorpresa por la ausencia de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien como titular del Senado debía recibir a Boric. Kirchner prefirió viajar a El Calafate, la ciudad de la Patagonia donde tiene su casa particular. La comitiva chilena se cuidó especialmente de no consultar sobre la pelea que mantiene distanciados a la vicepresidenta con Fernández.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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