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Mariupol busca supervivientes en el teatro bombardeado por Rusia en el que se refugiaban “cientos de civiles”

El edificio, reducido a escombros, tenía un refugio subterráneo que ha resistido. En el exterior, con enormes letras, se leía “niños” en ruso para tratar de evitar un ataque

Imagen de satélite previa al bombardeo en la que se ve la palabra "niños" (escrita en ruso en grandes caracteres) en el exterior del teatro de Mariupol. Foto: MAXAR TECHNOLOGIES (VIA REUTERS) | Vídeo: Antonio Nieto

Mariupol se ha convertido en símbolo del ensañamiento de las tropas rusas con los civiles en Ucrania. Los equipos de rescate buscan este jueves supervivientes del bombardeo, 24 horas antes, de un teatro en el que se habían refugiado cientos de personas del asedio al que están sometidos desde hace 13 días. Dos grandes letreros, visibles desde el aire y con la palabra “niños” en ruso, no detuvieron el ataque que destruyó el Teatro Dramático de la ciudad. Más de un día completo después, todavía se desconoce el número de muertos y heridos, aunque este jueves se ha descubierto que el refugio antiaéreo del recinto cultural resistió los proyectiles, lo que da esperanzas. “A pesar de los continuos bombardeos, se están retirando escombros y se está rescatando a la gente”, ha señalado el Ayuntamiento, tras asegurar que hay supervivientes aunque “la información sobre las víctimas está siendo todavía clarificada”.

El Parlamento de Ucrania ha denunciado a través de su cuenta oficial de Twitter que las tropas rusas han abierto fuego durante las labores de rescate: “Mientras intentaban sacar a los ciudadanos de entre los escombros, los agentes del Servicio de Seguridad de Ucrania han sido atacados por el enemigo”, se lee en el tuit. El Parlamento también asegura que las fuerzas rusas lanzaron dos bombas contra el teatro el día anterior. El Consistorio afirma que en la ciudad quedan al menos 350.000 personas en situación de catástrofe, mientras la Cruz Roja se ha visto obligada a abandonar la urbe.

Las labores de rescate se iniciaron la mañana de este jueves en condiciones difíciles. “Ahora se están retirando los escombros. Hay supervivientes. Todavía no sabemos el número de víctimas”, dijo en ese momento el asesor de la alcaldía de Mariupol, Petro Andrushchenko, a la agencia Reuters. Horas de después, las cifras continúan siendo una incógnita.

La situación es desesperada para los habitantes de Mariupol, sitiada por las tropas rusas desde hace más de dos semanas, sin calefacción ni agua corriente, y que por primera vez esta semana pudo evacuar a unos 30.000 civiles. Ubicada a orillas del mar de Azov, al norte del mar Negro, lleva días siendo uno de los principales objetivos de los ataques de los soldados rusos, que en varias ocasiones han impedido que se cumpla la promesa de facilitar corredores humanitarios para permitir la salida de la población. La urbe ya fue escenario la semana pasada de un ataque sobre un hospital materno-infantil.

Después de que el miércoles el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, calificara de “crimen de guerra” el bombardeo del teatro “en el que se escondían cientos de civiles inocentes” ―según el vicealcalde de Mariupol, Serhii Orlov, entre 1.000 y 1.200 personas― y asegurara que “los rusos no podían ignorar que se trataba de un refugio de civiles”, las autoridades rusas desmintieron que su país haya llevado a cabo un bombardeo desde el aire sobre ese edificio, según fuentes del Ministerio de Defensa citadas por la agencia RIA. Este jueves, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zajárova, calificó la acusación de los ucranios de “mentira”. “Las fuerzas armadas de Rusia no bombardean pueblos y ciudades”, ha sostenido, una afirmación que el Kremlin realiza de forma sistemática.

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El teatro de Mariupol, antes y después del bombardeo.
El teatro de Mariupol, antes y después del bombardeo.

La situación en Mariupol ha sido descrita como “apocalíptica” por la Cruz Roja por la falta de suministros básicos que la gente necesita para sobrevivir y los constantes bombardeos rusos. De hecho, el director del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, ha hecho este jueves un llamamiento a ambas partes para que permitan la salida segura de los civiles y la entrada de ayuda en la urbe. Según Maurer, el CICR tuvo que abandonar la ciudad este miércoles, porque su personal “ya no tiene capacidad operativa”, pero la organización hará arreglos para llevar ayuda “tan pronto como se disponga de una vía segura”.

El Ayuntamiento ha explicado este jueves que calcula que cuatro de cada cinco viviendas han quedado destruidas. “Según estimaciones preliminares, alrededor del 80% del parque de viviendas de la ciudad ha sido destruido, de las cuales casi el 30% no se puede restaurar. La situación es crítica”, ha señalado el Consistorio en su canal de Telegram.

El número de decesos asciende a 2.500 civiles y 200.000 personas necesitan ser evacuadas con urgencia, según las autoridades ucranias. Según datos municipales, al menos 350.000 residentes continúan escondidos en almacenes y sótanos “ante el continuo bombardeo de las fuerzas de ocupación rusas” que lanzan, como media, “de 50 a 100 bombas aéreas por día”. La población de Mariupol ha tenido que improvisar fogatas en la calle para cocinar y ha enterrado a los muertos en fosas comunes ante la gran cantidad de fallecidos.

En los últimos dos días, los habitantes de la ciudad costera comenzaron a evacuarla en transporte privado, en dirección a Berdyansk y a Zaporiyia, tras la apertura de un corredor. “En total, unos 6.500 coches salieron de la sitiada Mariupol... unas 30.000 personas en su propio transporte” en los últimos dos días, ha señalado el Gobierno municipal.

Algunos habitantes que salieron en días anteriores ya han conseguido llegar a Zaporiyia, en el centro de Ucrania. ”Cuando llegó la nieve, la recolectamos y la derretimos para conseguir agua. Si no, hervimos agua del río para beberla”, dice a la agencia AFP Tamara Kavunenko, de 58 años. “En las calles están los cuerpos de muchos civiles muertos”, agrega, antes de sentenciar: “Ya no es Mariupol. Es el infierno”. Dima, con las manos negras de suciedad, cuenta que no se ha limpiado en dos semanas: “A veces, había cuerpos en la calle durante tres días. El olor está en el aire y no quieres que tus hijos lo huelan”, explica.

Mariupol, que tenía unos 450.000 habitantes antes de que comenzar la invasión rusa el 24 de febrero, es clave para Vladímir Putin, ya que es la última gran localidad en manos ucranias con salida al mar de Azov. Si Moscú se hace con ella, podría crear un corredor desde la zona del Donbás, donde están los territorios prorrusos de Donetsk y Lugansk, hasta la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014 de forma ilegal tras un referéndum que la comunidad internacional no reconoce.

Investigación sobre crímenes de guerra

El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, que visitó este miércoles el oeste de Ucrania y Polonia para evaluar sobre el terreno las consecuencias del conflicto, mandó un mensaje “muy claro” a “todos aquellos que están participando en las hostilidades”. Advirtió de que su oficina está facultada para tomar medidas que garanticen que quienes no hayan actuado respetando la convención internacional de derechos humanos, y hayan cometido crímenes internacionales, rindan cuentas de conformidad con lo establecido en el Estatuto de Roma. Khan trasladó que ya están recopilando “de forma activa” evidencias para poder cumplir con ese objetivo, y remarcó que realizan su trabajo de forma independiente e imparcial. “Es esencial que la Federación Rusa participe activamente en esta investigación y estoy dispuesto a reunirme con ellos”, dijo en un comunicado.

“Si los ataques se dirigen intencionadamente contra objetivos civiles, como la población y los hospitales, eso es un crimen de guerra que mi oficina puede investigar y enjuiciar. Aquellos que tomen parte en este tipo de hostilidades, ya sea como miembros de las Fuerzas Armadas, milicias o en grupos de autodefensa, deben saber que aunque vistan uniforme o porten armas no están exentos de responsabilidad y, de hecho, tienen una responsabilidad legal extra”, indicó.

Ni Ucrania ni Rusia son signatarios del Estatuto de Roma, la convención fundacional del TPI, por lo que, en principio, quedan fuera de la jurisdicción de esta corte. Sin embargo, Kiev ha facultado al tribunal para que investigue los posibles crímenes cometidos desde 2014, cuando se llevó a cabo la anexión rusa de Crimea.

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