François Hollande: “No creo en absoluto que Putin viva una crisis de locura o de paranoia”
El expresidente francés considera un error haber pensado que el líder ruso abría la puerta a la negociación y relativiza la amenaza nuclear que esgrime Moscú
No: Vladímir Putin no ha perdido el sentido de la realidad. Y no: no es un loco ni un paranoico.
Quien lo afirma es François Hollande, presidente francés entre 2012 y 2017, que hace unos años pasó horas y horas negociando con él. Cara a cara a veces. Otras, acompañado de la entonces canciller, Angela Merkel.
Era 2014, el presidente ruso había iniciado su primer asalto a Ucrania y acabaría anexionándose la península de Crimea y creando una región separatista en el este del país. Aquel pulso permitió a Hollande (Rouen, 67 años) entender algo de la psicología de Putin. Y está convencido de que su actuación reciente —la invasión de Ucrania o la amenaza con la bomba nuclear— obedece a una lógica.
“No comparto, en absoluto, la idea de una crisis de locura o de paranoia”, declaró Hollande este lunes, en su despacho en París, durante una entrevista con EL PAÍS y otros diarios del grupo LENA. “Siempre he mirado a Putin por lo que es, y tiene una lógica. Es extremadamente peligrosa, pero hay una lógica”.
El viernes, el actual presidente, Emmanuel Macron, recibió a Hollande en el palacio del Elíseo, su antigua residencia, para hablar de la guerra. Cuando se le pregunta si Macron cometió un error o fue ingenuo al negociar con Putin hasta el último instante antes de la invasión, responde: “Jamás es un error dialogar y negociar. Si hubo error fue pensar que Vladímir Putin decía la verdad y abría una puerta a la discusión cuando estaba dando un portazo en las manos de los occidentales”.
El expresidente socialista, hoy retirado de la primera línea pero activo en el debate público, relativiza la amenaza nuclear que Putin esgrime. “Él sabe que hoy no tiene un alcance real”, afirma. ”Es para impresionar y para amedrentarnos, pero tendría todo que perder en un conflicto que sería destructor para su país”. Y añade: “Respecto a los bombardeos en Ucrania, se cuida de no crear una situación irreversible que podría poner gravemente en peligro a la población civil, aunque ya ha provocado numerosos muertos”.
Lo que el presidente ruso busca, subraya el expresidente, “es la parálisis de Ucrania, el control del espacio aéreo y la destrucción de las infraestructuras militares para entrar entonces en un proceso de negociación”. “Numerosas familias rusas”, prosigue, “están ligadas a Ucrania en Rusia. Destruir viviendas, bombardear ciudades ocasionaría sin duda un estado de choque en Rusia. Intenta neutralizar Ucrania, no destruirla. Hay una racionalidad, y es suficientemente espantosa para que no busquemos argumentos psicológicos.”
Hollande aplaude el envío de armas a Ucrania por parte de los aliados, aunque en su opinión han llegado tarde, y las sanciones masivas, aunque deberían ser mayores. “Para estar a la altura de la gravedad del acto que ha cometido Vladímir Putin”, argumenta, las sanciones deberían ampliarse hasta la suspensión de los suministros de gas y petróleo rusos.
El expresidente cree que esta es la manera de forzar a Putin a retirarse de Ucrania. “De la misma manera que Vladímir Putin quiere ahogar la economía y destruir las infraestructuras ucranias para conducir al presidente ucranio Volodímir Zelenski a la rendición”, dice, “nosotros debemos paralizar la economía rusa para conducir a Putin a la retirada, el alto el fuego y la negociación”. Putin, sostiene en otro momento, “solo entiende la relación de fuerza, y cuando nada se le resiste, avanza”.
La salida diplomática, según Hollande, consistiría en volver “de alguna manera” a los acuerdos de Minsk que en 2015 debían iniciar el fallido proceso de paz. Esto implicaría “una retirada de las fuerzas extranjeras y después garantizar la integridad [territorial de Ucrania] y, por tanto, un proceso de discusión para acabar con las repúblicas separatistas”.
¿Habría que dar a Putin, como exige, garantías de seguridad? Hollande explica: “Siempre he recordado que Ucrania no tiene vocación de entrar en la OTAN”. Pero añade: “Ucrania tiene derecho a elegir su destino, a trabajar con Europa, eventualmente a tener la protección de aliados”.
De sus largas conversaciones con Putin, recuerda: “Había que tomarse su tiempo. A veces, pasar la noche entera y después la mañana, sin dormir, para presionar hasta el final. No había que caer ni en el juego de sus cóleras más o menos fingidas ni en el de su dulzura, más o menos sincera”.
Las ideas que ahora Putin aplica a base de bombas y misiles en Ucrania no son nuevas ni fruto de la improvisación o la exaltación momentánea. “Lo que estaba inscrito en la cabeza de Putin desde hace tiempo es reencontrar la influencia de Rusia en los antiguos países de la antigua Unión Soviética, pero no tenía claro cómo llegar a ello ni en qué plazos”, afirma. “Procedía por etapas y aprovechaba todas las oportunidades”, añade. Y recuerda que en Siria, en Libia, en el Sahel o en Bielorrusia, entre otros puntos del mapa, avanzó y avanzó ante la indiferencia o la parálisis de Occidente.
Hollande enumera, entre las señales de debilidad ante Putin, la decisión del presidente Barack Obama de no responder militarmente en Siria cuando en 2012 el régimen de Bachar El Asad usó armas químicas, la complacencia de Donald Trump con el presidente ruso y la retirada abrupta y caótica de Afganistán el pasado verano con Joe Biden ya en la Casa Blanca.
Pero, ¿no habrían tenido que ser más severos frente a Rusia Francia y la UE en 2014 cuando él era presidente y Putin comenzó a acosar a Ucrania? “Lo fuimos, hasta el punto de que la presión permitió concluir los acuerdos de Minsk con la canciller Merkel”, responde. “Pero las sanciones seguramente no fueron suficientes porque no impidieron la absorción de Crimea por Rusia”.
Al final de estos años, dice Hollande, “sin duda [Putin] se sintió ebrio de su éxito y preparado para actuar en Ucrania pensando que no habría una reacción destacable”, comenta. “Pero se equivocó”.
Ahora se enfrenta a dos opciones “O bien se embarca un conflicto largo que progresivamente va a congelar, como siempre ha hecho. O, segunda opción, el precio que le hacemos pagar por su invasión es tal que busca una solución. En este caso, la negociación puede llegar rápidamente. De ahí la importancia de la presión que debemos ejercer. Y quiero subrayar la resistencia de los ucranios, algo que no había evaluado al principio y que inflige pérdidas bastante graves al ejército ruso. Esto tiene consecuencias respecto a la opinión pública cuando las familias vean que llegan los ataúdes”.
–¿Ha cometido Putin un error?
–Ha cometido una falta que le costará cara durante tiempo.
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