La justicia alemana condena a cadena perpetua a un coronel sirio en el primer juicio contra el régimen de Bachar el Asad
El histórico veredicto sienta precedente para que puedan juzgarse los asesinatos y las torturas cometidas por Damasco durante la guerra
Un antiguo coronel de los servicios de inteligencia sirios ha sido condenado por la justicia alemana a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad en el marco del primer juicio en el mundo vinculado a los abusos cometidos por el régimen de Bachar el Asad. Anwar Raslan, de 58 años, era el principal acusado en un proceso histórico que ha dado esperanza a muchos de los 800.000 sirios que residen en Alemania de que se haga justicia después de que fracasaran los intentos de establecer un tribunal internacional para Siria.
El Tribunal Superior de Coblenza que ha condenado a Raslan se ha basado en el principio de jurisdicción universal, que permite juzgar delitos graves en tribunales de terceros países. El proceso empezó en abril de 2020 y causó gran revuelo a nivel internacional. Desde 2002, Alemania es uno de los países europeos con una interpretación más amplia de lo que se considera justicia universal, lo que le permite, por ejemplo, juzgar a acusados de crímenes de lesa humanidad sin necesidad de que entre las víctimas haya ciudadanos alemanes, como exigen otros Estados de la Unión Europea. Más de 80 testigos y varias víctimas de tortura han comparecido en Coblenza para relatar las barbaridades cometidas durante la guerra civil siria.
El tribunal considera probado que Raslan cometió 27 asesinatos y que fue responsable de la tortura de al menos 4.000 personas en una prisión gestionada por el servicio de inteligencia en la capital siria, Damasco, donde era jefe de interrogatorios. El veredicto incluye también condenas por otros delitos como las lesiones graves, agresiones sexuales y privación de libertad. La Fiscalía acusaba a Raslan del asesinato de 58 personas. La defensa había pedido la absolución.
Los jueces consideran que el excoronel era quien supervisaba y tomaba las decisiones como jefe de la unidad de investigaciones del departamento de inteligencia 251, que dirigió entre 2011 y 2012. De ese departamento dependía la cárcel de Al Jatib, donde se cometieron los crímenes.
Raslan fue detenido en febrero de 2019, cinco años después de su deserción de las filas del régimen sirio y de que consiguiera entrar en Alemania como refugiado. Mientras permaneció en el país haciéndose pasar por otra de las muchas víctimas de la guerra y la represión llegó a participar en las conversaciones de paz de Ginebra II como parte de la delegación de la oposición siria en 2014. Durante el juicio ha defendido que simpatizaba en secreto con la oposición y que nunca torturó ni dio órdenes para que nadie lo hiciera.
La justicia ha podido actuar contra Raslan gracias a que otro refugiado le reconoció en Berlín. La ONG alemana Centro Europeo para los Derechos Humanos y Constitucionales (ECCHR, por sus siglas en inglés), que se dedica a dar asistencia jurídica, le ayudó a presentar una denuncia y empezó así un proceso que ha ido sumando decenas de testimonios recogidos por la Fiscalía General y la policía. Los miles de fotografías de víctimas de la represión que un informante, conocido con el seudónimo César, pudo sacar del país y que documentan el horror de las cárceles sirias, también han contribuido a construir el caso.
La justicia alemana dictó el primer veredicto en este proceso el año pasado. El tribunal de Coblenza condenó a un antiguo miembro de los servicios secretos sirios, Eyal Alghareib, de 44 años, a cuatro años y medio de cárcel como cómplice de un crimen de lesa humanidad por haber ayudado a otros a privar de libertad y a torturar a 30 personas mientras estaban bajo su custodia. Fue la primera vez que un tribunal de justicia calificó lo sucedido en Siria como crímenes de lesa humanidad.
La acusación contra Alghareib, agente de menor rango que Raslan, se disgregó de la principal, lo que permitió acelerar el procedimiento. Alghareib llegó a Alemania en abril de 2018, también como solicitante de asilo. En otoño de 2011, después de que el régimen disolviera violentamente una manifestación en Duma (al sudeste del país), participó en el arresto de 30 personas y en su traslado a la cárcel del departamento 251 en Damasco. Según el tribunal, les custodió en uno de los autobuses y “vio que ya habían sido golpeados de camino a la prisión y al llegar a ella”. El acusado “sabía de la tortura regular y sistemática” en ese centro y “la aceptó”, afirmaron los jueces.
“Este veredicto es importante para todos los sirios que han sufrido y siguen sufriendo los crímenes del régimen de El Asad. Demuestra que la justicia no debería seguir siendo un sueño para nosotros. Es solo un comienzo y tenemos un largo camino por recorrer, pero para nosotros, las personas afectadas, este juicio y el fallo de hoy son un primer paso hacia la libertad, la dignidad y la justicia”, declaró Ruham Hawash, superviviente sirio de la cárcel de Al Jatib y uno de los demandantes en el caso, en palabras recogidas en un comunicado de ECCHR.
“Es solo un primer paso para abordar los crímenes en Siria, pero ese primer paso suele ser el más difícil”, aseguró Patrick Kroker, abogado del ECCHR. “El objetivo sigue siendo llevar a altos cargos de El Asad, como el exjefe de inteligencia de la Fuerza Aérea Jamil Hassan, ante la justicia por sus crímenes”. Esta ONG presentó en 2017 una querella contra Hassan y al año siguiente la justicia alemana emitió una orden de arresto internacional contra él.
Los abogados que han participado en el juicio creen que las pruebas presentadas podrán ser utilizadas por otros fiscales de países europeos en los que también se aplica la justicia universal. La justicia internacional en el caso de Siria está de momento paralizada después de que China y Rusia vetaran en el Consejo de Seguridad de la ONU la investigación de los crímenes de guerra en este país en la Corte Penal Internacional.
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