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El Parlamento de Polonia aprueba una reforma de la ley educativa para controlar los contenidos en las escuelas

El Gobierno ultraconservador busca eliminar de los colegios materiales no conformes con sus ideas, especialmente en educación sexual, según sus detractores

Polonia
Una niña en un colegio en Varsovia en mayo de 2020.KACPER PEMPEL (Reuters)
Gloria Rodríguez-Pina

La Cámara baja del Parlamento polaco, el Sejm, ha aprobado este jueves un proyecto de reforma de la ley educativa que refuerza el control del Estado sobre las escuelas y los contenidos educativos extracurriculares que se imparten en las mismas. Con la nueva norma, el Ejecutivo busca eliminar de los colegios contenidos no conformes con las ideas del Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS, en sus siglas en polaco), y especialmente los relacionados con la educación sexual, según sus detractores. El ministro de Educación y Ciencia, Przemysław Czarnek, argumenta que el Estado debe poder bloquear todo lo que suponga “una amenaza a la moralidad de los niños”.

El borrador del texto, conocido como Lex Czarnek por el apellido del ministro, fue aprobado por el Consejo de Ministros en noviembre, y tras varios retrasos, ha sido sometido este jueves a votación. La ley, que ha generado protestas de colectivos de docentes y organizaciones de defensa de los derechos LGTBI, confiere más poder a los superintendentes de las escuelas, unos gestores regionales que dependen directamente del ministerio. Con la reforma, esta figura del sistema educativo polaco podrá censurar contenidos y actividades extracurriculares que imparten ONG, sobre las que los directores de los centros estarán obligados a informarle y pedir autorización. Los superintendentes tendrán además competencias para influir en la elección de los directores y para despedirlos.

En el debate parlamentario de este miércoles en la víspera de la votación, el ministro defendió la centralización del sistema educativo. Sostuvo que por la “falta de supervisión se politizan las escuelas” y que la intención de la ley es “despolitizarlas”, según declaraciones recogidas por el periódico Gazeta Wyborcza. “El Estado tiene el deber de proteger al niño”, afirmó.

El ministro es conocido por sus declaraciones homófobas y machistas, como las que hizo en la televisión pública en un debate: “Dejemos de escuchar estas idioteces sobre los derechos humanos. Esta gente [en referencia a las personas LGTBI] no son iguales que la gente normal”. También ha llamado a las escuelas a centrarse en enseñar a las niñas “virtudes femeninas”, según la agencia Reuters.

Las escuelas pasan por un momento de crisis, como explica por teléfono Iga Kazimierczyk, pedagoga y presidenta de la fundación Espacio para la Educación. Los profesores están dejando sus puestos, los salarios son bajos y, tras la pandemia, los alumnos están experimentando problemas sociales, emocionales y de conducta. En el sistema educativo polaco, las ONG son clave al proporcionar actividades que complementan el currículo educativo con contenidos cívicos y ayuda en momentos de crisis y conflictos. La reforma de la ley, que estipula que el permiso a los superintendentes se debe tramitar con dos meses de antelación, dificulta la organización en las escuelas, que pierden su autonomía. Además, por más que los padres y los profesores estén de acuerdo en los contenidos, el intermediario del ministerio puede vetarlos.

“Puede no parecer algo grave o peligroso, pero con el Gobierno que tenemos, es un riesgo serio”, señala Kazimierczyk. “Lo que introduce la ley es un mecanismo, pero detrás está la intención de eliminar la enseñanza de los derechos humanos, la educación sexual y los derechos del colectivo LGTBI, y la no discriminación”, prosigue.

A cambio, el ministerio quiere imponer una asignatura obligatoria llamada Historia y presente, con “contenido sacado de la narrativa del PiS”, que incluye asuntos como su visión de la UE, el catolicismo, Juan Pablo II, etc. “No es nada neutral, y la educación debe serlo”, dice la también activista del movimiento Ciudadanos por la Educación. “Las escuelas volverán a ser como en los 60 y los 70 [en la época comunista], un lugar donde se pasarán mensajes oficiales del Gobierno a los alumnos”, lamenta. “Servirán para aparcar a los niños, no para contribuir a hacer un mundo mejor”.

“Los alumnos que forman parte de la comunidad LGTBI tienen miedo porque se van a quedar solos, sin poder hablar con nadie”, afirma Dominik Kuc, un joven activista que elabora desde 2018 la clasificación de las escuelas inclusivas en Polonia y es miembro de una ONG que trabaja en el ámbito de la educación y la diversidad. “Será imposible ofrecer información sobre la no discriminación o intervenciones cuando sean necesarias”, denuncia en conversación telefónica, y subraya que en Polonia “la comunidad LGTBI está completamente borrada del currículo educativo”. Para Remy Bonny, de Forbidden Colours, una organización europea de defensa de los derechos LGTBI, “esta ley es una versión light” de las conocidas como leyes antipropaganda LTGBI de Hungría y Rusia.

Antes de que la ley, que lleva tiempo en el debate público, se aprobase, sus efectos empezaron a sentirse en el sistema educativo. El año pasado, a instancias de la superintendente de la región de Malopolska, y de las autoridades locales, despidieron a la directora de la escuela primaria de Dobczyce. Como publicó ONET, el motivo fue la organización de una charla sobre la Constitución del juez Waldemar Żurek, que se ha convertido en una figura en Polonia por su defensa del Estado de derecho, lo que le ha costado 12 expedientes disciplinarios.

Tras su paso por el Sejm, la norma deberá ser debatida y votada en el Senado, que se prevé que la rechace. La decisión final le corresponderá al presidente ultraconservador Andrzej Duda, que se espera que la apoye. Durante su campaña electoral, Duda prometió “defender a los niños de la ideología LGTBI”.

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