El gobierno en la sombra en Myanmar declara una “guerra defensiva” contra la junta golpista
Tras el llamamiento hay una mayor presencia militar en las calles y el Ejército ha bloqueado varias carreteras
La situación en Myanmar se ha hecho un poco más incierta este martes. El gobierno en la sombra, que agrupa a los representantes de la resistencia, ha lanzado un llamamiento oficial a la insurrección popular contra la junta militar que se encuentra al frente del país desde el golpe de Estado del 1 de febrero y que puso fin a los intentos de democratización del país del sureste asiático. En un discurso pronunciado este martes, el séptimo día del séptimo mes desde la asonada, Duwa Lashi La, el presidente de este gabinete civil que agrupa a las fuerzas en contra del gobierno militar, ha pedido la movilización de los ciudadanos de todo el país en lo que ha calificado de una “guerra defensiva”.
Tras la declaración de Duwa Lashi La ha aumentado la presencia militar en las calles y el Ejército ha instalado puestos de control varias carreteras, según los medios digitales birmanos. Numerosos residentes en Rangún, la capital económica de Myanmar, se han lanzado a los supermercados a acaparar alimentos, mientras las calles de otras ciudades permanecían desiertas. Según el digital The Irrawaddy, en Mandalay, la segunda ciudad más poblada del país, mujeres activistas se lanzaban a la calle para protestar contra la junta y expresar su apoyo a la rebelión.
En el vídeo de su discurso, divulgado por las redes sociales, el presidente del gobierno civil en la sombra llama a las guerrillas y a las milicias étnicas a lanzar ataques contra las fuerzas armadas birmanas. También ha pedido a los funcionarios que abandonen sus puestos de trabajo, y a todos los ciudadanos les ha instado a una “revuelta en cada esquina del país contra el mandato de los terroristas militares encabezados por Min Aung Hlaing”.
Min Aung Hlaing es el general que encabezó el golpe y que el mes pasado se proclamó primer ministro de un gobierno de transición. Las autoridades militares han prometido convocar elecciones para 2023, un año más tarde que el compromiso original planteado en los primeros días del golpe.
“Es una revolución justa. Una revolución necesaria para crear un país pacífico y para establecer una unión federal”, sostiene Duwa Lashi La.
El gabinete en la sombra, que se autodenomina Gobierno de Unidad Nacional (NUG), por sus siglas en inglés), está formado por legisladores cesados a raíz del golpe, representantes de la oposición y miembros de grupos étnicos. Todos ellos se encuentran o bien huidos del país o bien en la clandestinidad en el interior, y aseguran que forman la representación legítima del pueblo birmano.
El golpe del 1 de febrero destituyó al Gobierno civil encabezado de hecho por la consejera de Estado Aung San Suu Kyi, muy popular entre sus ciudadanos y cuyo partido, la Liga Nacional Demócrata, había arrasado en las elecciones de noviembre de 2020. La premio Nobel de la Paz permanece desde entonces bajo arresto acusada de varios cargos. Casi de inmediato se formó un movimiento de desobediencia civil que protagonizó manifestaciones masivas de protesta y contra el que los militares respondieron con una violencia que mató a más de 700 personas entre febrero y mayo. La resistencia al golpe también desencadenó la creación de milicias que se han enfrentado ocasionalmente contra las fuerzas armadas birmanas.
El llamamiento a la insurrección llega dos semanas antes de la Asamblea General de Naciones Unidas, en la que tanto los militares como el NUG sostienen que deben ocupar el asiento correspondiente a Myanmar.
En declaraciones distribuidas por redes sociales, el portavoz del Ejército birmano, Zaw Min Sun, ha acusado al NUG de declarar su “guerra defensiva” para intentar obtener ese asiento. El Gobierno en la sombra, ha asegurado, solo quiere desestabilizar el país, pero está condenado al fracaso.
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