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El primer ministro de Suecia anuncia su dimisión para evitar elecciones anticipadas

El socialdemócrata Stefan Löfven perdió la semana pasada una moción de censura por una reforma del alquiler. El presidente del Parlamento debe encontrar ahora una alternativa de Gobierno

El primer ministro de Suecia, Stefan Löfven, durante la conferencia de prensa en la que presentó su dimisión en Estocolmo el 28 de junio de 2021.Vídeo: AP / REUTERS-QUALITY
Belén Domínguez Cebrián

El primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, ha anunciado este lunes por la mañana su dimisión al frente del Gobierno del país escandinavo. Löfven había perdido hace justo una semana una moción de censura presentada por la oposición conservadora ―aunque apoyada por sus socios externos en el Ejecutivo, el partido La Izquierda― a cuenta de un cambio de rumbo en sus políticas respecto al mercado del alquiler de viviendas de nueva construcción. El presidente del Riksdag (Parlamento), el conservador Andreas Norlén, abrirá mañana un procedimiento de negociación con todos los grupos en la Cámara, incluido los socialdemócratas, para encargar formar un Ejecutivo que lidere el país hasta septiembre de 2022 y así evitar ir a elecciones anticipadas. Löfven, que tenía hasta la medianoche de hoy para tomar una decisión, había descartado convocar él mismo a los diez millones de suecos a las urnas porque en este momento “no es lo mejor para Suecia”, declaró el mandatario.

Löfven, animado por sus socios liberales de investidura, el partido Centro, había abierto hacía un par de semanas la posibilidad de liberalizar el mercado del alquiler -extremadamente regulado en el país- para los casos de viviendas de nueva construcción. Desde el auge del modelo sueco de bienestar, impulsado por el desaparecido Olof Palme en los ochenta, el mercado inmobiliario del país escandinavo estaba totalmente encorsetado por el Estado y ha formado una burbuja, especialmente en Estocolmo, la capital, que sufren millones de inquilinos que se ven obligados a aguantar unas interminables listas de espera para acceder a una vivienda.

Esta cuestión es una de las principales preocupaciones de la sociedad y de la clase política en Suecia. Tanto es así, que Löfven prometió en su campaña electoral de 2018 que la afrontaría. Aunque no detalló cómo. En enero de 2019, cuatro meses después de las elecciones en las que se proclamó vencedor, Annie Lööf, líder del Partido Centro (liberal), decidió romper con la alianza de derechas opositora para desbloquear la situación de ingobernabilidad y finalmente ofrecer su apoyo externo a Löfven para que pudiera ser investido primer ministro, revalidando así su mandato por otros cuatro años más. Pero había un precio: liberalizar el mercado de las viviendas, al menos el de las casas de nueva construcción. Y Löfven cedió.

Tan solo abrir ese debate a consultas de expertos representaba una línea roja para los socios externos de Löfven de La Izquierda, con raíces comunistas, y así se lo habían advertido durante meses. Finalmente, el lunes pasado, y viendo una oportunidad de debilitamiento de Löfven, la extrema derecha de los Demócratas Suecos (tercera fuerza parlamentaria) presentó una moción contra el líder socialdemócrata que fue respaldada ampliamente por la Cámara: 181 votos favorables, seis más de los estrictamente necesarios. “Es un momento histórico porque nunca un primer ministro, ni siquiera un ministro, había caído en una moción de censura”, analiza al teléfono el politólogo Ulf Bjereld, de la Universidad de Gotemburgo. En su comparecencia de este lunes, un serio Löfven ha atribuido la responsabilidad del nuevo escenario de inestabilidad política a La Izquierda: “Ellos votaron [en la moción de censura] para tumbar al Gobierno sin tan siquiera tener preparada una alternativa”, ha lamentado.

Durante los últimos siete días, el antiguo sindicalista ha mantenido intensos contactos con el resto de fuerzas parlamentarias para evitar lo que ya es un escenario inédito en Suecia. Incluso Lööf, ante este terremoto político, y para evitar elecciones, dio su brazo a torcer retirando la exigencia de reforma del mercado del alquiler de viviendas de nueva construcción. “Eso ha sido una gran victoria para La Izquierda”, interpreta Bjereld, reputado comentarista político en Suecia. Pero era ya demasiado tarde y el cronómetro corría a toda velocidad en contra del único primer ministro hombre de la región nórdica.

Calificado por los analistas como un gran negociador, Löfven mantenía algún resquicio de esperanza para poder convencer al resto de grupos de que no había ninguna alternativa factible -es decir, dejando fuera a la extrema derecha sobre la que tradicionalmente se ha impuesto un cordón sanitario, aunque poco a poco se vaya aflojando- a su Gobierno de coalición rojiverde (por su alianza con los ecologistas) en un Riksdag muy fragmentado. Quería convencer también de que unas elecciones anticipadas tampoco era lo ideal en un momento como el actual y que él no las iba a facilitar. “A un año de las elecciones [previstas para septiembre de 2022] y en medio de una pandemia, unos comicios extraordinarios [anticipados] no son lo mejor para Suecia. He pedido la dimisión como primer ministro”, ha declarado solemne Löfven en una rueda de prensa en la que ha confesado que la de este lunes ha sido “la decisión más difícil” que ha tomado.

Rondas de negociación

Norlén, del partido conservador Moderados, abrirá mañana mismo el talmansrunda, un periodo sine die -se puede alargar, incluso, hasta las elecciones agendadas para septiembre de 2022- de rondas de negociación con líderes de otras fuerzas para intentar formar un Ejecutivo que sea aceptado por el Riksdag. Mientras, Löfven seguirá al mando del país en funciones. “[El primer ministro en funciones] Puede seguir haciendo casi de todo, excepto convocar elecciones”, explica el politólogo de la Universidad de Gotemburgo. De hecho, la Constitución sueca prohíbe que en estas circunstancias nadie convoque elecciones. Esto obliga a que el Parlamento tenga que votar hasta un máximo de cuatro veces las propuestas de candidato a primer ministro de Norlén. Si ninguna es aceptada, Suecia irá a sus primeras elecciones anticipadas desde 1958. Los analistas, sin embargo, no creen que llegue la sangre al río y estiman que todo el proceso, hasta que Suecia alumbre un nuevo Gobierno, durará entre dos y cuatro semanas.

Pero Bjereld y otros expertos citados por la prensa local apuntan a que Löfven, con un 24% de apoyo en las últimas encuestas y 100 diputados (de 349), seguirá en la palestra de cara a formar un nuevo Gobierno. Y tanto es así que será el primer líder en reunirse con Norlén. La alternativa más evidente se llama Ulf Kristersson, líder de los Moderados, cuyo apoyo es del 22% en las encuestas de intención de voto y cuenta con 70 escaños en el Riksdag. Pero lo tendrá difícil porque las cuentas no le salen. “Si existen las mínimas condiciones, estaré dispuesto a aceptar [formar un Gobierno]”, declaró Kristersson horas después de la dimisión de Löfven.

El líder conservador, junto a los demócrata cristianos, ha mostrado en los últimos años señales hacia una ruptura del cordón sanitario contra la extrema derecha de los Demócratas Suecos, y este lunes Kristersson lo ha confirmado: “Los Moderados y los demócratas cristianos estamos listos para formar un Gobierno que pueda hablar con todos en el Riksdag de Suecia”. Pero ni siquiera con un potencial apoyo de los ultras -que sería algo histórico en Suecia- tienen el apoyo suficiente en la Cámara para formar un Gobierno alternativo al del bloque de la izquierda liderado por Löfven. Desde que el socialdemócrata revalidó en las urnas su mandato en 2018 hasta que pudo formar un Gobierno pasaron 134 días. Suecia ha vuelto hoy a activar el cronómetro político.

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