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La tensión por el Sáhara Occidental deja en el aire la ayuda al desarrollo de Berlín a Rabat

La crisis diplomática amenaza parte de los 1.400 millones que Alemania dedica este año al combate contra la pandemia de la covid-19 en Marruecos

El rey Mohamed VI de Marruecos, de visita en El Aaiún, capital del Sahara Occidental, en 2015.
El rey Mohamed VI de Marruecos, de visita en El Aaiún, capital del Sahara Occidental, en 2015.FADEL SENNA (AFP)

La crisis diplomática que desencadenó en marzo Rabat al suspender relaciones con la embajada de Alemania está repercutiendo en la ayuda bilateral que la mayor potencia de la Unión Europea destina al desarrollo de Marruecos. La interrupción de relaciones afecta también a la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) y al Banco Alemán de Desarrollo (KfW), según confirmó un portavoz del Ministerio de Exteriores del país a este diario. Ese choque con los dos organismos implica que casi todas las operaciones de Berlín en el ámbito del desarrollo y la cooperación se están viendo “afectadas por la política unilateral de Marruecos”. El portavoz alemán precisó que algunos proyectos se encuentran “completamente suspendidos”.

El enfrentamiento deja en el aire parte de los 1.400 millones de euros en ayuda al desarrollo y la cooperación que Alemania destina este año al país magrebí. “Eso nos convierte en el donante bilateral más importante de Marruecos. La mayor parte de ese dinero está consagrado a la lucha contra la covid-19”, precisan las mismas fuentes. En 2019, Marruecos fue el tercer país africano que recibió más ayuda de cooperación al desarrollo de Alemania, tras Egipto y Túnez, según datos del Ministerio de Cooperación Económica y Desarrollo alemán.

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Rabat parece dispuesto a asumir el coste económico y el desgaste diplomático que pueda causarle la crisis desatada tanto con Alemania como con España. El Gobierno sostiene los dos pulsos en paralelo desde hace varios meses. El telón de fondo de ambas crisis es la postura que los dos Estados europeos mantienen respecto al Sáhara Occidental. Cada vez que el ministro de Exteriores marroquí, Naser Burita, ha intentado desvincular a la Unión Europea de la crisis diplomática que mantiene su país con España para reducirla a un problema “bilateral”, ha evitado mencionar a Alemania.

Sin embargo, tanto España como Alemania han recibido la misma acusación por parte de Marruecos: la de mantener posiciones “hostiles” respecto a ese territorio en disputa pendiente de descolonizar, que se halla bajo control del país magrebí. Los Gobiernos español y alemán ni siquiera se han opuesto a la solución que propone Marruecos de conceder una autonomía regional para el Sáhara Occidental. Tan solo han expresado su deseo de encontrar una solución “duradera”, aceptada por “ambas partes” y en el marco de la ONU.

El Ministerio de Cooperación Económica y Desarrollo alemán confirma que los proyectos que gestiona están paralizados desde marzo, tanto los del Gobierno federal como los que se canalizan a través de organismos no gubernamentales. La mayor parte de las ayudas se destina a desarrollar el sector de las pequeñas y medianas empresas con el objetivo de crear empleo: puestos de trabajo para los jóvenes que “se necesitan urgentemente” en el país, señaló un portavoz ministerial. El año pasado, Alemania comprometió 420 millones de euros para las pymes marroquíes, la mayor parte en forma de préstamos. Además, el Banco Alemán de Desarrollo facilitó otros 717 millones de euros también en créditos, pero específicamente para luchar contra la crisis de la covid-19. Esta financiación se destinó sobre todo a programas de garantía de crédito que ayudaron a las empresas a mantenerse.

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Uno de los proyectos paralizados desde que Marruecos suspendió relaciones con Alemania en marzo es el acuerdo que firmaron ambos países en junio de 2020 para producir e investigar sobre hidrógeno verde, un gas sobre el que hay muchas esperanzas depositadas en la transición energética que promueve la Unión Europea. El ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, fue interpelado en el Parlamento hace varias semanas sobre ese acuerdo y respondió que los fondos para ese proyecto solo se desembolsarán si Marruecos cumple sus obligaciones contractuales. Y añadió: “Si la situación actual persiste, el Gobierno alemán considera que no deben excluirse consecuencias negativas para la creación de empresas”.

Berlín valora los “muchos años de exitosa cooperación al desarrollo con Marruecos”, aseguró el portavoz, que añadió que en la última época el país magrebí “ha implementado muchas reformas” del agrado de Alemania. Las mejoras en “el buen gobierno, el desarrollo del sector privado y las medidas anticorrupción” hicieron que el Gobierno federal firmara en 2019 un acuerdo de colaboración para respaldar esa vía reformista, destacó esta fuente.

Marruecos agradeció en su día la colaboración material proveniente de Berlín. En diciembre, en plena pandemia, después de que el Gobierno alemán desbloquease una ayuda de 1.387 millones de euros, el ministro de Exteriores del país magrebí mantuvo una entrevista telefónica con el ministro alemán de Cooperación Económica y Desarrollo, Gerd Müller. Burita alabó “la excelencia de la cooperación entre los dos países”.

Tres meses después, el jefe de la diplomacia de Rabat –que suele actuar siempre bajo las “altas instrucciones” del rey Mohamed VI– envió una circular a los miembros del Gobierno en la que ordenaba la “suspensión de todo contacto” con la embajada alemana y sus organismos anexos. Alegaba como causa los “malentendidos profundos” en “cuestiones fundamentales” para Marruecos. Cada vez que se habla de “cuestiones fundamentales” el país magrebí suele aludir a su “integridad territorial”. O sea, el Sáhara Occidental.

Lo que sucedió entre la frase de inicios de diciembre donde Burita alababa “la excelencia de las relaciones” bilaterales y la carta de marzo donde evocaba los “malentendidos profundos”, fue que el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, concedió el 10 de diciembre a Rabat el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, a cambio de que Marruecos normalizara sus relaciones con Israel. Al día siguiente, el Ministerio de Exteriores alemán emitió un comunicado en el que aplaudía esa normalización de las relaciones entre Israel y Marruecos. Pero añadía que la postura del Gobierno respecto al Sáhara Occidental no había cambiado y que seguía apoyando la búsqueda de una solución “aceptada por las dos partes y bajo la mediación de la ONU”. Ningún país occidental ha seguido los pasos de Donald Trump hasta el momento. Todos supeditan su posición a las resoluciones de la ONU.

Las autoridades marroquíes decidieron endurecer el pulso diplomático con Alemania y en mayo llamaron a consultas a su embajadora, Zohour Alaoui. Un comunicado del Ministerio de Exteriores marroquí alegó como causa de esa acción el hecho de que las autoridades germanas multiplicaran “los actos hostiles” y las “acciones atentatorias” contra los “intereses superiores de Marruecos”.

Bloqueo consular

Ahora, gran parte del personal diplomático alemán destinado en Marruecos está de brazos cruzados. Entre ellos, destacan los de la sección consular. El Ministerio de Exteriores alemán señala desde Berlín que sus empleados no pueden asumir las funciones “básicas” que establece la Convención de Viena de 1963. Esta convención, impulsada por la ONU, regula las relaciones consulares entre países mediante 79 artículos.

La Embajada alemana en Rabat anuncia en su portal de internet las limitaciones a las que se ve expuesta desde que el 1 de marzo Marruecos “suspendió unilateralmente” su cooperación. También explica que la policía marroquí está rechazando, “sin que se explique el motivo”, tramitar el servicio de prolongación de estancia de ciudadanos alemanes en el país.

La legación advierte de que “si el periodo de estancia en el país ha expirado”, no podrá hacer nada por sus nacionales, a causa “de la suspensión de contacto impuesta por las autoridades marroquíes”. Anuncia, además, que tampoco puede comunicarse con el Ministerio de Justicia marroquí ni con las instituciones penitenciarias para asistir a sus ciudadanos.

La Convención de Viena establece en su artículo 36 que las autoridades del Estado receptor –en este caso, Marruecos– “deberán informar sin retraso alguno” a la oficina consular competente en ese Estado –o sea, la oficina alemana– cuando “un nacional del Estado que envía sea arrestado de cualquier forma, detenido o puesto en prisión preventiva”. Ese precepto no se está cumpliendo ahora mismo en Marruecos, según señala la diplomacia alemana.

Berlín fue en 2019 el séptimo socio comercial de Rabat, por detrás de España y de Francia, que ocupan los primeros puestos. Hay unas 300 empresas alemanas que operan en el país norteafricano. “Algunas de ellas ofrecen formación profesional a jóvenes marroquíes en muchos sectores relevantes”, señalan fuentes diplomáticas alemanas. Por su parte, la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional se centra en apoyar en temas como la igualdad entre los sexos, los derechos humanos, la descentralización y proyectos para combatir el cambio climático.

Los 1.400 millones de euros que Alemania ha destinado como ayuda al desarrollo para Marruecos en 2021 se podrían equiparar a algunas de las grandes inversiones en infraestructuras acometidas por el país magrebí en el último lustro. Por ejemplo, la central solar Noor, una de las mayores del mundo, inaugurada en 2016 a las puertas del desierto, costó 2.000 millones de euros. Y fue precisamente la Agencia de Desarrollo Alemán la que más dinero aportó en su construcción, con 754 millones de euros; seguida del Banco Europeo de Inversiones, con 209 millones.

Pero la mayor parte del dinero ofrecido por Alemania en 2021 no se destina a infraestructuras, sino a la lucha contra la pandemia, según informaron fuentes diplomáticas alemanas. En Marruecos tuvo un gran impacto mediático la donación que efectuó el rey Mohamed VI en marzo de 2020 para combatir la covid-19, a través de su grupo empresarial Al Mada. El monarca ofreció 200 millones de euros, una suma considerable, pero siete veces menor a la que comprometió Berlín.


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