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El mafioso Giovanni Brusca, asesino del juez Falcone, en libertad tras 25 años en prisión

La liberación de uno de los criminales más sanguinarios de la mafia reaviva la polémica en Italia por la reducción de penas a los arrepentidos del crimen organizado

Traslado de Giovanni Brusca a una prisión de máxima seguridad, el 23 de mayo de 1996.
Traslado de Giovanni Brusca a una prisión de máxima seguridad, el 23 de mayo de 1996.Tony Gentile (Reuters)
Daniel Verdú

El 23 de mayo de 1992, cuando aterrizó en el aeropuerto de Palermo, el juez Giovanni Falcone decidió conducir el Fiat Croma con el que viajaba junto a su esposa, la también magistrada Francesca Morvillo, y los escoltas. Volvían de Roma, ninguno llevaba cinturón de seguridad. A las 17 horas, 56 minutos y 48 segundos, justo en el desvío hacia Capaci, 500 kilos de dinamita trinitrotolueno (TNT) ocultos bajo la carretera de Trapani a Palermo hicieron volar por los aires el coche. Desde el lugar del atentado puede verse todavía una torreta blanca donde alguien escribió en letras negras “No a la Mafia”. Justo ahí se escondió Giovanni Brusca, el hombre que activó el detonador por orden del capo Salvatore Totò Riina. El autor material de ese atentado ―y de cientos de crímenes más― fue detenido en 1996. Pero este lunes por la noche fue puesto en libertad después de cumplir solo 25 años de prisión gracias a su colaboración con la justicia.

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Brusca, de 64 años, perteneciente a la familia de San Giuseppe Jato y afiliado a los corleoneses cuando se convirtió en uno de los niños mimados de Totò Riina, fue un delincuente sanguinario. El asesinato de Falcone fue el más célebre de cuantos cometió. Pero él mismo reconoció que había perdido la cuenta del número de crímenes ordenados o ejecutados con sus propias manos (la justicia le atribuye unos 150). Como el del niño Giuseppe Di Matteo, hijo de un arrepentido, que fue secuestrado a los 12 años y, tras 25 meses de cautiverio, fue estrangulado y disuelto en ácido.

El mafioso tenía que haber cumplido 30 años de cárcel. Pero ha descontado 45 días por cada seis meses pasados en la celda, un beneficio que se aplica a los condenados por pertenecer a la Mafia por su colaboración con la justicia. Al final fueron 25 años y evitó la cadena perpetua gracias a su colaboración con la justicia, que permitió el arresto de grandes capos y figuras intermedias de la Cosa Nostra, que en los años noventa desafió al Estado italiano con una oleada de atentados terroristas que también golpearon al segundo de Falcone, el magistrado Paolo Borsellino.

Brusca, conocido como ‘U Verru (el cerdo, en dialecto siciliano), no fue el único en arrepentirse de su generación. Fue arrestado el 20 de mayo de 1996. Acababa de cumplir 30 años y fue detenido con un hermano (su padre Bernardo había sido condenado años antes en el maxiproceso instruido por el propio Falcone). Las confesiones de Brusca permitieron abrir las primeras investigaciones sobre la supuesta negociación entre el Estado italiano y la Mafia ―fue el primero en hablar del famoso papello, el documento donde Riina escribió sus condiciones para dejar de matar―. También aportó información sobre el todavía oscuro asesinato de Borsellino.

La liberación de Brusca ha causado un gran impacto en Italia y en las familias de sus víctimas. Maria Falcone, hermana del magistrado, compartió ese dolor, pero explicó que la ley de reducción de penas para los arrepentidos, que ha permitido a Bruca salir antes de prisión, es una herramienta útil para combatir a la Mafia. “Es una noticia que me duele, pero así es la ley, una ley que mi hermano quería y que, por lo tanto, debe ser respetada. Solo espero que el poder judicial y las fuerzas del orden le vigilen muy de cerca para evitar el peligro de que vuelva a delinquir”, aseguró Maria Falcone, convertida ella misma en un símbolo de la lucha contra la organización criminal.

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El ex primer ministro y secretario general del Partido Demócrata (PD), Enrico Letta, reaccionó a la noticia de la liberación este martes: “Te deja sin aliento y te preguntas cómo es posible”, dijo. Pero añadió: “La hermana de Falcone nos recuerda a todos que la ley aplicada hoy la quiso también su hermano, que ha permitido tantos arrestos y ha desbaratado las actividades mafiosas, aunque sea un puñetazo en el estómago”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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