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Italia confía la salida de la crisis a Mario Draghi

Los partidos fracasan en su intento de formar un nuevo Ejecutivo y el jefe del Estado convoca al expresidente del BCE para liderar un Gobierno de unidad

El expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, sale este martes de su domicilio en Roma.
El expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, sale este martes de su domicilio en Roma.FABIO FRUSTACI (EFE)
Daniel Verdú

Italia volvía a asomarse al abismo institucional y político después de una larga e inútil crisis que dura ya casi dos meses. Los partidos que formaron la vieja mayoría de Gobierno constataron por la tarde la imposibilidad de reeditar un nuevo Ejecutivo. Menos aún de hacerlo bajo las órdenes de Giuseppe Conte, que esperaba en silencio la confirmación. El líder de Italia Viva, Matteo Renzi, activó la trituradora y no dejó ningún resquicio de acuerdo. El presidente de la República, Sergio Mattarella, en un tono extremadamente dramático, anunció este martes a todo el país que solo hay dos caminos: elecciones inmediatas o un Ejecutivo institucional apoyado por todas las fuerzas políticas hasta que se salga de la crisis. Y el elegido es uno de los hombres con más apoyo y prestigio hoy en Italia: el expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi.

Mattarella, a quien resta un año de mandato y se dispone a dar vida a su quinto Ejecutivo, compareció pasadas las nueve de la noche para certificar la defunción de un Gobierno político. Quién sabe si también de un sistema. Los cuatro partidos que integraron el anterior —Movimiento 5 Estrellas, Partido Democrático, Libres e Iguales e Italia Viva— no lograron ponerse de acuerdo durante una mesa de negociación que duró casi tres días. Renzi subió la apuesta a medida que pasaban las horas y rompió el acuerdo pocos minutos antes de la hora límite. Una estrategia que esperaban todas las formaciones. También el palacio del Quirinal, que llevaba días hablando con Draghi para sondear la posibilidad de enrolarle en un Ejecutivo de emergencia. Nadie pensaba que el banquero, arquitecto de una la estrategia económica que capeó la última gran crisis europea, pudiese aceptar. Pero la situación es demasiado crítica y, como mínimo, escuchará la propuesta este miércoles a las doce del mediodía. “Pido a todas las fuerzas que den su apoyo a un Gobierno de alto perfil. Intentaré dar el encargo lo antes posible”, anunció.

Mattarella dedicó toda su intervención a enumerar los motivos por los que sería descabellado convocar ahora mismo elecciones. “El largo periodo de campaña electoral y la reducción de la actividad de gobierno coincidirían con un momento crucial para Italia. Necesitamos un Gobierno fuerte que pueda activar iniciativas, no un Ejecutivo en campaña electoral”, apuntó. El Gobierno de Draghi sería el tercero de carácter técnico que ha tenido Italia en los últimos 30 años.

El jefe del Estado recordó que en abril debe presentarse en la Comisión Europea el plan para la utilización de fondos europeos: 209.000 millones de euros. “Y debe ser antes de la fecha en la que expira el plazo para que se pueda usar ese dinero pronto y pueda haber un debate sobre el plan con nuestro Gobierno, que no podría hacerlo si tuviera la autoridad reducida. No podemos permitirnos perder esta ocasión fundamental para nuestro futuro”.

Draghi, de 73 años, es una de las pocas figuras que suscita un amplio consenso entre los partidos políticos. Incluso la derecha, según ha declarado en otras ocasiones, estaría dispuesta a apoyar un Ejecutivo liderado por el exbanquero (aunque el martes por la noche el líder de la Liga, Matteo Salvini, y la de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, se inclinasen por unas elecciones). Draghi ha sido el nombre que Renzi se ha encargado de airear cada vez que le preguntaban por la irresponsabilidad de querer abrir una crisis en un momento tan delicado: “¿Y si el primer ministro termina siendo Mario Draghi? ¿No pensáis que es mejor que Conte para este momento?”, respondía. Y a su alrededor se hacía entonces el silencio. Si este Ejecutivo llegase a buen puerto, el florentino se atribuirá su paternidad y podrá obtener el aval moral y político de una crisis que amenazaba con liquidar definitivamente su carrera.

El expresidente del BCE recibirá, presumiblemente, el encargo de manos de Mattarella de intentar formar un “Gobierno institucional”. Si aceptase, deberá configurar una lista de hombres y mujeres de alto prestigio y nivel profesional para liderar Italia durante, al menos, un año. Las citas, en plena campaña de vacunación y a la espera de diseñar el plan definitivo para los fondos europeos, son muchas. Y se da la circunstancia de que en julio comienza el llamado “semestre blanco”, los seis meses durante los cuales no pueden disolverse las Cámaras por su proximidad con la elección del nuevo presidente de la República (a finales de enero). Draghi, por ello, debería pilotar el país hasta esa fecha.

La elección de Draghi generaría un enorme alivio en el sector empresarial y financiero del país. Logrará unir a una parte importante del arco parlamentario. Pero también provocará fisuras dentro de algunos partidos políticos, como el Movimiento 5 Estrellas. Los grillinos, sumidos en una larga agonía desde que arrasaron en las últimas elecciones, verán cómo el experimento populista y los resultados de los últimos años se someten al rigor un Gobierno técnico.

El tercer Gobierno técnico tras Ciampi y Monti

El presidente de la República, Sergio Mattarella, lo llamó Gobierno institucional cuando compareció ante la prensa. Pidió el apoyo de todos los partidos y aseguró que trataría de que tuviese el mayor carácter político posible. Pero, en realidad, se trata de un artefacto técnico para sacar al país de una emergencia. El tercero que se formaría en los últimos 28 años.

El nuevo Ejecutivo encontraría a sus parientes más cercanos en 1993, en el Gobierno que se formó con el también banquero Carlo Azeglio Ciampi al frente. También en el de Mario Monti en 2011. Los paralelismos son elevados, también en su génesis. Ambos Ejecutivos nacieron tras una fuerte crisis institucional y económica. Pero también fueron la puntilla que certificó el fin de dos periodos históricos del país: la conocida como Primera República y la era de Silvio Berlusconi. Draghi estaría llamado ahora a sacar al país de su peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial y a confrontar la excelencia técnica con la tormenta populista que ha vivido Italia en los últimos años. Aunque para ello tenga que hacer "todo lo que haga falta".


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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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