El Ejército sirio recupera la autopista que conecta Alepo con Damasco
El avance de las tropas gubernamentales sufre el derribo de un helicóptero durante la escalada militar con Ankara
Las tropas regulares sirias han recuperado este martes, y por primera vez desde 2012, el control de la autopista M5, que une la industrial Alepo con la capital siria, Damasco. Una victoria señalada por tratarse de una arteria estratégica para la comunicación entre dos de las ciudades principales del país y que coincide con la peligrosa escalada bélica entre Ankara y Damasco, que ha causado la muerte de 13 militares turcos y al menos ocho soldados sirios en la última semana.
También este martes, un helicóptero del Ejército sirio ha sido derribado en Idlib, última provincia insurrecta del país y epicentro de duros combates con las fuerzas yihadistas opositoras que controlan la zona. Los tres ocupantes del aparato militar han perdido la vida en un ataque que ningún grupo armado reivindicó durante el día, según ha informado el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). “Unidades militares sirias han tomado el área de Al Rashidin 4”, confirmó en la tarde del martes la agencia estatal de noticias siria, Sana. Se trata del último tramo de autovía en la periferia suroccidental de Alepo que las fuerzas insurrectas mantenían aún en su poder.
“El Ejército sirio pagará un precio muy alto por atacar a los militares turcos [desplegados en suelo sirio]”, advirtió este martes el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. En el otoño de 2018 y con mediación rusa, el dirigente turco y El Asad sellaron un pacto en Sochi para desmilitarizar la región de Idlib. Erdogan se comprometió a desarmar a las milicias salafistas que respalda y a expulsar a las más radicales, que Moscú y Damasco tachan de terroristas.
A cambio, el presidente sirio prometió frenar la ofensiva bélica en una región densamente poblada y en su mayoría contraria a su Gobierno. Un pacto convertido hoy en papel mojado a pesar de los repetidos intentos del Kremlin por rebajar la tensión entre sus dos aliados. El enviado especial de Estados Unidos para Siria, James Jeffrey, que visitará este miércoles Turquía, ha reconocido estar “muy, muy preocupado” por los movimientos de las fuerzas del presidente sirio en la zona y ha instado a Rusia a detener cualquier tipo de ataques.
“La presencia de militares turcos es una violación de la soberanía del territorio sirio” y “no logrará revivir a las organizaciones terroristas”, ha sido la respuesta del Gobierno de Damasco en un comunicado hecho público por Sana. Con el objetivo de frenar el avance de las tropas regulares sirias, Turquía prosiguió este martes el envío de refuerzos a Siria, donde ya han cruzado la frontera más de un millar de vehículos militares y 5.000 soldados. Fuentes militares sirias consultadas en Damasco acusan a la artillería turca de haber prestado apoyo este martes a “los grupos armados terroristas” que combaten en Idlib al “abrir fuego contra sus posiciones”. El Ejército turco mantiene un segundo frente abierto en el norte del país, donde ha lanzado una ofensiva junto con facciones salafistas locales aliadas y contra las milicias kurdo-sirias cercanas al PKK turco.
Atrapados entre frentes, cerca de 200 civiles han perdido la vida desde comienzos de año, según el balance del doctor Munzer Khalil, responsable del sector médico de los consejos de oposición en Idlib. “Si las fuerzas del régimen entran en Idlib ciudad, donde viven más de 630.000 civiles, habrá una catástrofe humanitaria”, advierte en conversación telefónica. Al menos 12, la mitad menores, han fallecido bajo los bombardeos sirios y rusos este martes, denunció el Observatorio.
Las tropas progubernamentales han logrado hacerse con el control de más del 43% de Idlib y realizar rápidos avances desde que en enero lanzaran una doble ofensiva terrestre y áerea con el apoyo de cazas rusos. En el frente opuesto han reculado hacia el norte los entre 10.000 y 15.000 combatientes estimados de Hayat Tahrir al Sham, alianza yihadista liderada por la filial local de Al Qaeda y fuerza dominante en la comarca. La reciente ofensiva de Damasco se integra en una operación más amplia que en los últimos nueve meses ha desplazado a más de 700.000 civiles —el 80% de ellos mujeres y niños— hacia la frontera turca y dentro de una provincia que alberga a tres millones de personas, según datos de la ONU.
Ankara teme una nueva ola de refugiados en su territorio, donde ya acoge a 3,5 millones de sirios que suponen un lastre para su economía. Por su parte, Damasco se dice determinada a “recuperar hasta el último centímetro del país” y busca restablecer unas arterias clave para la futura fase de reconstrucción. Intereses antagónicos que han enzarzado a ambos Gobiernos en un cruce de amenazas, y llevado a sus tropas a enfrentamientos directos en Idlib, donde Turquía mantiene 12 puestos militares.
“Para Turquía, cada centímetro de territorio que recupera Damasco supone pérdidas: nuevos miles de desplazados que amenazan con desbordar su frontera e ingresos que deja de percibir con la venta transfronteriza de productos”, valora en una conversación de WhatsApp desde Estambul el experto sirio Nawar Oliver en referencia también a los fértiles campos de cultivo y rutas de avituallamiento arrebatadas.
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